Diosdado Escobar, por Robert Carmona-Borjas

Diosdado Escobar, por Robert Carmona-Borjas

El sueño de Pablo Escobar fue hacerse del Estado Colombiano para poder convertir a ese país en el santuario del hemisferio occidental de los productores y traficantes de estupefacientes. Al fallar en sus planes de perfilarse como un político con escaño en el Congreso, decidió recurrir a la vía de la violencia para imponer sus criterios a una sociedad a la cual logró aterrorizar en grado extremo. Sin embargo, sus planes fracasaron estrepitosamente al tener que enfrentar a una clase política que no estaba dispuesta a ser desplazada por malvivientes, contando con el apoyo operativo y de inteligencia de los Estados Unidos.

Por Robert Carmona-Borjas

No muchos años después, llega al poder en Venezuela un sujeto que desde su aparición en la escena pública demostró que no tenía ningún respeto por los valores democráticos y lo que ellos representaban.

Anduvo desde un principio acompañado por un sujeto cuya cobardía quedó en evidencia esa misma mañana del 4F de 1992. Fue detenido cuando circulaba con su vehículo después de no haberse presentado a la operación militar con la que se había comprometido. Literalmente, como lo demuestran documentos gráficos de la época se orinó en los pantalones. Este sujeto no es otro que Diosdado Cabello Rondón, un teniente que accede a la Academia Militar bajo el padrinazgo del tristemente célebre Luis Alfaro Ucero.

Convencido por su jefe político Fidel Castro que incentivar el tráfico de drogas usando a Venezuela como plataforma, era una manera de agredir a los Estados Unidos, Hugo Chávez comenzó a incorporar a su gente de confianza en el negocio. Primero, reconociendo beligerancia a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y luego facilitando con capos locales el tráfico de estupefacientes a través del territorio nacional.

Es aquí cuando Diosdado se une al negocio y gracias a su poder político, derivado de ser un favorito de Chávez quien lo llamaba “ojitos lindos”, y a su relación con sus compañeros militares que con el nuevo gobierno comenzaban a involucrarse aún más en el tráfico de estupefacientes, logra su cometido. Es así como se hacen de la famosa franquicia “El Cartel de los Soles” cuyo nombre ya había adquirido notoriedad en las páginas rojas de los medios de comunicación internacionales. Ese Cartel es nombrado a partir de los Soles que exhiben ciertos oficiales militares superiores en sus charreteras de generales que utilizaron su poder para dedicarse al negocio de tráfico de drogas en el sur del Estado Monagas, a la sazón tierra natal del Escobar criollo.

Para irse haciendo del control de la infraestructura del Estado y ponerla al servicio de su nuevo y multimillonario negocio éste individuo convenció a Chávez de poner en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT) a su hermano José David Cabello. Puso a su disposición un envidiable aparato de exportación de droga que no tiene precedente alguno en el hemisferio occidental.

Se tenía el control Civil y Militar de Puertos y Aeropuertos por los que salían los cargamentos. Mejor aún, se tenía control del SENIAT para blanquear parte de los ingresos que producía el narcotráfico. Verdaderamente brillante.

Para lo que nunca fue bueno Diosdado era para ganar elecciones. A la Asamblea Nacional fue electo por contar con puestos salidores y a la gobernación de Miranda accedió por forfait. Cuando se realizaron unas elecciones del partido, terminó en una de las vicepresidencias porque Hugo Chávez así lo decidió. Caso contrario, gracias a su desbordante simpatía, hubiese quedado fuera de la dirección nacional del PSUV.

Cuando el Escobar criollo se dio cuenta, después de los resultados electorales de la Asamblea Nacional de 2015 que el proyecto político de Chávez estaba muerto en el sentimiento popular, decidió junto a Nicolás Maduro nombrar los Magistrados de un nuevo TSJ sin tomar en cuenta ninguno de los requisitos legales para ello y así usar a ese cuerpo como brazo político del PSUV. La primera medida fue dejar al Estado Amazonas sin representación de diputados para sustraer así la mayoría absoluta con la que contaba la oposición en ese momento. Por cierto, el cobarde Juez que tomó la medida y que nunca prosiguió el juicio se encuentra escondido en los Estados Unidos después de darse cuenta del crimen que cometió, esperando gozar del beneficio de Asilo Político en el Imperio. Contra él, ya habrá tiempo de denunciarlo y juzgarlo como Dios manda.

Ahora bien, le tocó a Diosdado Escobar pasar a la oposición parlamentaria. Algo que por su temperamento mafioso no se le daba nada bien. Como una nueva muestra de su irrespeto por la democracia y los valores que la sustentan, el Pablo Cabello se conjuró con el resto del PSUV para secuestrar el poder constituyente. Armaron una elección ilegal que produjo ese bodrio que preside y que hacen llamar “Asamblea Nacional Constituyente”. Lo acompañan en esa aventura delincuentes de postín como Herman Escarrá, Pedro Carreño, entre otros. La única finalidad de esta mal nombrada ANC era burlar el poder del pueblo representado por la legítima Asamblea Nacional y blindar la presencia de Nicolás Maduro en la presidencia a través de todas las trampas posibles. Estas, es su momento, también deberán ser juzgadas como crímenes contra los Derechos Humanos.

Este villano criollo, conocido como Diosdado Escobar ha sido señalado profusamente por diferentes medios de comunicación, nacionales e internacionales, como el Jefe de la mega banda responsable de traficar desde territorio nacional, toneladas de droga usando para ello toda la infraestructura del Estado Venezolano. Desde carreteras, puertos, aeropuertos, haciendas expropiadas hasta las propias Fuerza Armada y policiales que se prestan para ello.

Más recientemente, Cabello ha promovido la violación de la inmunidad parlamentaria de al menos 30 diputados, tanto de la oposición como del PSUV. En su mentalidad mafiosa, Escobar Cabello quiere tener más rehenes con los que forzar una negociación que lo incluya, a diferencia de la última celebrada en la que sus carnales Padrino López y Maikel Moreno lo dejaban por fuera de la transición y a disposición de una justicia transicional que no tiene ningún incentivo para ser leve con semejante capo de la droga.

Si la señora Mogherini, el Grupo de Lima, la OEA, Zapatero y todos quienes promueven salidas dialogadas para el caso venezolano quieren tener una idea de cómo actuar, tienen que preguntarse qué haría Pablo Escobar en una situación como esta. Quizás así, tendrán una mejor perspectiva de las estrategias que se deben usar para que la patria de Bolívar recupere su libertad.

Mientras tanto, Diosdado Escobar seguirá haciendo de las suyas. Elevando los costos de su salida. Armando al ELN y financiando con dinero de la droga a los grupos criminales que se prestan para servir de brazo armado de la represión de la dictadura venezolana.

@CarmonaBorjas

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