Cuba ha sido reconocida durante mucho tiempo por su diplomacia médica: miles de sus médicos trabajan en misiones internacionales aportando miles de millones de dólares en efectivo para el país, reseñó BBC Mundo.
Aunque las misiones médicas han tenido éxito en numerosos países, donde han aportado tratamiento médico a los sectores más desfavorecidos, según un informe de la organización Cuban Prisoners Defenders (CDP), una ONG con sede en España, algunos de los médicos dicen que las condiciones pueden ser una pesadilla.
Denuncian ser controlados por funcionarios, estar sujetos a un toque de queda y ser enviados a lugares extremadamente peligrosos.
Para Dayli Coro, la medicina era una vocación.
“Estudié medicina por vocación. Solía dormir entre tres y cuatro horas porque estudié mucho. Trabajé duro en mi primer año de práctica, tomé muchos turnos adicionales. Y ahora, aquí estoy. No puedo ser médico en Cuba. Es muy frustrante”.
Dayli, que ahora tiene 31 años, quería ser especialista en cuidados intensivos.
Dice que después de graduarse, le dijeron que si iba a una misión médica a Venezuela ganaría experiencia en su campo y que ese tiempo contaría como los tres años de servicio social obligatorio que todos los graduados deben completar en Cuba antes de poder acceder a puestos completos.
Aceptó unirse a lo que La Habana llama sus “misiones internacionalistas”, siguiendo un camino recorrido por cientos de miles de médicos cubanos.
Desde 1960, el trabajo de estos médicos en el extranjero ha sido defendido por el gobierno comunista como un símbolo de su solidaridad con personas de todo el mundo.
Fidel Castro describió a los médicos como el “ejército de batas blancas” de Cuba.
Además de ser una fuente de gran orgullo y prestigio, también es un salvavidas económico para el régimen: según las cifras del gobierno cubano y estudios académicos, el plan le aporta a Cuba alrededor de US$8.000 millones por año en moneda extranjera muy necesaria.
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