El día miércoles 22 de mayo, fuimos testigos de otra batalla por el derecho a ser el verdadero evangelista de la obra de Chávez, una bocanada de rencor que es necesario poner en contexto.
Por El Patriota Constitucional
A Isaías Rodríguez con amor: ampliamente difundido en medios fue la respuesta que Maduro dio a su ex embajador Isaías Rodríguez. Sin referirlo nunca por su nombre (pero amenazando con que podría hacerlo, como si fuera un misterio capital -¿?-), Nicolás Maduro despreció las (envenenadas) ofrendas de amor de la carta de despedida de Rodríguez y zanjó el tema recordando a los suyos que se está con él, Nicolás Maduro, o no se está con la Revolución Bolivariana. Más allá de celebrar la molestia de Maduro, hay que resaltar el mensaje: no está en discusión que es él, el legítimo heredero del expresidente, un mandatario obrero que no se ha apartado de la doctrina revolucionaria ni del legado del expresidente Chávez. No se toleran los istmos dentro del proyecto revolucionario.
Sobre el “chavismo originario”: horas más tarde, el mismo día, su escudero y en apariencia hombre fuerte, Diosdado Cabello, abordó de un modo más esquivo el tema al cuestionarse, de manera retórica, la existencia de un llamado “chavismo originario”, una innovación para Cabello, que sospechosamente se parece en sus propuestas, a las tesis de la derecha. Maduro (y él, diría en sordina) son los verdaderos herederos del proyecto revolucionario. La unidad es una obligación, no una opción, fue el mensaje de Cabello.
La etiqueta: rescatemos, de la reflexión del hombre del mazo, lo que ventila la etiqueta: hay un movimiento dentro de la revolución, de personas que se consideran los “chavistas originarios”, aspirantes a ser los verdaderos evangelistas de la obra de Chávez y posiblemente sus continuadores, tras la defenestración de Maduro. Cabría preguntarse, además de Isaías Rodríguez y Rafael Ramírez, quiénes comprenden ese club que disputa la legitimidad con Maduro, ¿Elías Jaua? ¿Baduel y Rodríguez Torres? ¿Algún gobernador originario del 4F? ¿Algunos militares retirados fuera del país?
Un Congreso sin cobertura: este mal ambiente de sospecha y traición coincide, además, con la convocatoria a un Congreso del PSUV que, a diferencia de los anteriores, no tuvo casi cobertura en la red de medios públicos. La directiva del partido y su militancia fueron llamadas a debatir la situación del partido, del país y a levantar, en medio del debate, propuestas para una inminente rectificación en la gestión del gobierno. El debate nunca fue televisado aún cuando las propuestas, han señalado algunos de los arquitectos del evento, llegaron diligentemente a las manos de Maduro. ¿Para qué fue convocado el Congreso?, ¿Cuáles son sus conclusiones?
No dio tiempo: también es cierto que el Congreso se inició antes del último alzamiento militar (30 de abril) y ni los ánimos ni la agenda estaban dispuestos a abrir espacios para el debate y la autocrítica. Enfático ha sido Maduro al señalar que hay que garantizar la paz, antes de emprender el camino de la recuperación. Pero si el Congreso, a efectos prácticos, no sirvió para cuestionar la gestión presidencial, es posible que tampoco sirviera para depurar al partido de los líderes y militantes tibios en su fidelidad a Maduro. Visto lo visto, este Congreso no ha impactado en la estructura interna del partido, no ha servido para renovar autoridades ni para cribar su militancia.
Intentando reflotar la imagen de Maduro: desde hace dos semanas se viene registrando, por las pantallas de VTV, una INTENSA campaña para promocionar la figura de Nicolás Maduro. Un presidente en campaña para unas elecciones que no han sido anunciadas.
El panorama
Según reconoce Diosdado Cabello hay un auto proclamado “chavismo originario” que cuestiona la autoridad de Maduro y su círculo más cercano: un movimiento dentro de la revolución, que posiblemente esté pensando en el día después de la salida de Maduro, con el objeto de permitir la supervivencia del proyecto revolucionario. La corriente existe y está en pugna, más allá que los coletazos sean visibles o no.
El Congreso del PSUV, en medio de la inestabilidad política, no ha servido, como en otras oportunidades, para adelantar una depuración dentro del partido ni para reconfigurar los liderazgos dentro del proyecto. El gran debate nacional para la rectificación ha sido silenciado por la urgencia de no abrir más espacios para el cuestionamiento, lo que ha impedido al gobierno retomar la iniciativa política con una propuesta de gestión renovada.
Maduro y su gobierno siguen operando desde la inercia y su rol reactivo es conocido en Miraflores, según muestra la agresiva campaña de promoción de la figura de Nicolás Maduro: un intento desesperado para reflotar su autoridad ante otros aspirantes a sustituirlo, un refrescamiento de su imagen durante un gobierno que no ha sido capaz de desplegar ninguna iniciativa.
La conspiración, queda claro, no sólo se cocina en la oposición ni en los cuarteles, también existe en colores malva dentro del proyecto revolucionario.