Voy a ser muy severo con lo que voy a decir, si bien nada podemos hacer para evitar ese “acercamiento” que se realiza bajo la tutela de Noruega, entre la organización criminal que reresenta Maduro, y el gobierno legítimo del presidente Juan Guaidó, debemos entender lo siguiente: no lo podemos evitar precisamente porque es decisión de Juan Guaidó, y al mismo tiempo eso no va a afectar ni para bien ni para mal a la oposición, solo afecta a quienes lo aceptaron. Y para muy mal.
Y digo que no afecta ni para bien ni para mal a la oposición, porque la verdadera oposición no está en ese encuentro. Lo que si representa para mal, es la traición a la confianza y a la palabra empeñada de quienes aseguraron que no eran viables más diálogos con el régimen. Allí, señor presidente Juan Guaidó, usted hizo lo que prometió no hacer y la historia lo juzgará por eso.
La incoherencia por delante.-
Lo que ocurre en Noruega es un torpedo a la línea de flotación de la credibilidad de Guaidó, que dijo insistentemente que diálogo con el régimen no habría, pero, lamentablemente incumplió con su palabra.
Cierto, somos humanos, es común equivocarnos. Pero tantas veces, sobre un mismo punto y en tan poco tiempo es como mucho y ya no parece equivocación, sino premeditación.
Demasiado frescas aquellas sentencia presidencial: “la ayuda humanitaria entra el 23 F “sí o sí”, el 30 de abril era la operación libertad y los militares se quebrarían. Ahora nos sale con esto del encuentro en Noruega, pero, según él, allá no nos van a ver la cara de gafos.
Lo lamentamos por Guaidó. Que conste, no por la oposición. La verdadera oposición, esa que está muy clara en salir de la tiranía y no de cohabitar con ella.
Solemos ver que a las personas que entran en pánico y se paralizan, se les da un leve golpe para que reaccionen. Pues creo que es necesario hacerlo con quienes se empeñan en vanagloriar cualquier anuncio de Guaidó y/o de su equipo. Ellos también se equivocan.
Nuestras esperanzas deben concentrarse en nuestro deseo y compromiso de lucha. Nunca depositemos las esperanzas en una sola persona. Pongámosla en nosotros mismos. Hoy te pido que reacciones de acuerdo a lo que a flor de piel te aconseja el sentido común.
Esto no es un ataque insensato a Juan Guaidó. Por Dios, nada que ver. Es solo una reflexión con argumentos que nacen de una preocuapción real por el destino de Venezuela.
El voto de confianza se agotó.-
Antes me decían que él sabía lo que hacía, que me quedara tranquilo porque los EEUU dirigían sus movimientos. Ya quedó demostrado que eso no era verdad. EEUU está en contra de dialogar con criminales, lo han dicho importantes voceros de la administración Trump y representantes del partido Republicano. Lo de Luis Almagro, secretario general de la OEA resulta más elocuente: Noruega es un despropósito.
Repito, no nos aflijamos por la ruta Noruega. Que esa no llegará a ningún lado. Ya sabemos que lo que pretenderá es atornillar a Maduro o a otro representante de la narcotiranía en el poder, exactamente igual a lo que pasó en Colombia con la farsa denominada “acuerdo de paz con la FARC”.
La FARC continúa haciendo de las suyas y con más poder que antes, porque le entregaron dinero y representaciones en el parlamento y en la administración de justicia.
Sigo insistiendo: la salida dependerá solo de nuestro empeño, de nuestra decidida determinación de salir de los tiranos. Créanlo: nadie lo frenará porque también debemos estar claros que la ayuda internacional será nuestra verdadera fuerza. No la “ayuda” de Noruega, país que reconoce a Maduro como presidente y cuyo gobierno está en manos de uno de los partidos fundadores de la Internacional Socialista. De Oslo saldrá una propuesta electoral, con la participación criminal.
De la aflicción a la ACCIÓN.-
Recordemos nada de afligirnos; al contrario, sigamos organizando la lucha. Aunque estemos convencidos de que solos no podremos, también debemos convencernos que tenemos que hacer todavía algo más para provocar el desenlace. Por ejemplo, somos muy dóciles en las colas para echar gasolina, nos estamos comportando mansamente porque tememos al castigo. A la cárcel o la muerte si protestamos. Pregunto: ¿es que acaso la mansedumbre no es sinónimo de esclavitud en este caso? A los esclavos los castigaban cuando protestaban por lo que más tarde se entendió eran sus derechos. Qué quiero significar, que esas colas que hoy vemos en todo el país, debemos transformarlas en grandes protestas simultáneas. Imposible para el régimen poder controlarlas en todos los estados de Venezuela y al mismo momento.
A estos canallas que están en el poder, poco o nada le importa la popularidad (que no la tienen) de lo que no pueden darse el lujo, es de perder la gobernabilidad. Por eso, dicen que candelita que se prenda candelita debe apagarse. Pensemos en esas colas y démosle forma de protestas generalizadas, allí veremos al régimen un poco más preocupado.
El régimen no abandonará el poder por las buenas, siempre intentará oxigenarse, pero llegará el momento de que ese oxigeno se le acabará.
Los diálogos se dan cuando se tiene la fuerza y las armas para presionar y hacer cumplir lo que se acuerde (me imagino que es el “cese de la usurpación”); todos sabemos que los enviados por la fracción Guaidó no tienen la fuerza para hacer cumplir nada frente a esa potente organización criminal con la que supuestamente están “negociando” su salida.
Para finalizar, solo me resta decir que no nos dejemos vencer por el desánimo. Analicen esta frase: “las cosas que de verdad valen la pena siempre se logran en el último intento”. No dejemos que el desánimo nos impida hacer ese último intento. Lo lamento por el joven y carismático presidente Juan Guaidó que no supo valorar la confianza y el poder que Venezuela le colocó en las manos.