Uno de los mayores enigmas de la biología evolutiva es que, si bien el sexo es el modo de reproducción dominante entre los organismos multicelulares, la reproducción asexual parece ser mucho más eficiente y menos costosa. Sin embargo, en un estudio publicado en la revista « PLOS Biology», investigadores de la Universidad de Montpelier (Francia) sugieren que la selección favorece la reproducción sexual porque, a diferencia de la reproducción asexual, no solo proporciona importantes ventajas evolutivas en entornos en constante cambio, sino que también evita la invasión células ‘tramposas’ que transmiten el cáncer. Así lo reseña abc.es
Los organismos multicelulares son sociedades de células clonales cooperantes que surgieron y evolucionaron hace mil millones de años. Un punto clave en la evolución de los organismos multicelulares fue, por lo tanto, la capacidad de evitar que las células tramposas sobreexploten el sistema cooperativo; esta restricción evolutiva favoreció la aparición de muchos mecanismos conocidos que suprimen el cáncer, especialmente el sistema inmunológico. Cualquiera que sea la eficiencia de estos mecanismos, un requisito previo de todas estas defensas es la capacidad de reconocer células tramposas de las normales.
Los primeros organismos multicelulares no solo tuvieron que lidiar con sus propias ‘células tramposas’, sino que también tuvieron que desarrollar adaptaciones para evitar que fueran colonizadas por células malignas extrañas (es decir, las infecciosas).
Debido a que la reproducción asexual conduce a organismos idénticos (‘clonales’), este modo de reproducción es peligroso debido a la posibilidad de ser invadido por linajes de células infecciosas clonales (es decir, cánceres transmisibles).
Pero al contrario, la reproducción sexual disminuye la compatibilidad de las células cancerosas contagiosas con sus huéspedes, lo que limita el riesgo de infección individual, así como los riesgos de transmisión entre padres y sus descendientes. La reproducción sexual también genera una variación genética que facilita la detección de células extrañas, el primer paso crítico de la protección inmunológica.
Aunque son relativamente raros, existen cánceres transmisibles y la evidencia creciente sugiere que la mayoría, si no todas, las células malignas son potencialmente transmisibles siempre que se ofrezca una ruta de transmisión adecuada. Dada la ubicuidad del cáncer en los organismos multicelulares, en combinación con la plétora de rutas de transmisión potenciales, la reproducción sexual puede haber sido favorecida como una opción menos arriesgada y más rentable para producir descendientes viables a pesar de sus costes asociados.
En definitiva, que el sexo no solo puede ser placentero, sino que además parece ejercer como sistema protector de ‘células’ que promueven el cáncer.