Después de 20 años de continuos sufrimientos, nadie le puede regatear a la ciudadana venezolana su coraje y persistencia para enfrentar en las diferentes etapas, a esta tiranía que pretende enquistarse para siempre en nuestro país.
Siempre ha privado en la conciencia colectiva la necesidad de actuar lo más acuerpado posible. Desde luego, que en un ambiente tan variado como es la oposición venezolana, esa no era una solución que se lograría “mágicamente”, sino que fue menester mucha tarea de persuasión, con dialogo de por medio, entre los líderes de los diferentes factores que interactúan en los predios de la oposición. Así fue posible que unidos se desarrollara una campaña para tratar de desalojar a Hugo Chávez del poder, mediante un Referéndum Revocatorio realizado en agosto del año 2004. Los resultados y los intríngulis de dicho episodio son prolijos. Luego en medio de algunas diferencias se tomó la decisión de no participar en las elecciones parlamentarias convocadas para diciembre de 2005. Ése paso lo dieron los jefes de los partidos políticos, empujados por la fuerza de la opinión pública y por la influencia que ejercían importantes voceros de medios de comunicación, que prácticamente llegaron a sustituir el papel de las organizaciones políticas en la escena nacional.
Posteriormente la oposición buscó un candidato unitario para las inminentes elecciones fijadas para diciembre de 2006, entre el triángulo de Teodoro Petkoff, Julio Borges y Manuel Rosales, se optó por este último, y con su nombre y la consigna “ATREVETE”, la oposición se enfrascó en una campaña que llegó a levantar esperanzas ciertas de triunfo. Cerrado ese Capítulo sobrevino el anuncio de cierre de RCTV. Partidos, gremios, academias, sindicatos y estudiantes, formaron una coraza tratando de proteger al medio de comunicación que fue asaltado por la dictadura de Chávez. En medio de esa lucha se emprendió otra: encarar las pretensiones de Chávez de imponer una nueva Constitución hecha a su medida. Ahí también se luchó con espíritu unitario, luego de superar algunas diferencias.
Lo demás es historia conocida. Unidos fuimos a elecciones regionales y locales en 2008. Chávez ordenó desmantelar algunas Gobernaciones y Alcaldías, como La Metropolitana, que había ganado con clara ventaja Antonio Ledezma. Luego unidos fuimos a las parlamentarias de 2010, la oposición logró un triunfo espectacular sacando más votos que las planchas postuladas por el chavismo. Posteriormente el mundo elogiaba a la oposición venezolana por seleccionar un candidato presidencial unitario en la persona de Capriles, unidad que fue reconfirmada para darle la pelea a Maduro en aquellas elecciones ganadas el 14 abril de 2013.
Con más unidad se entendió la oposición para postular candidatos unitarios y así alcanzar una clamorosa victoria en las parlamentarias de diciembre de 2015. Unidad para designar la Directiva de la Asamblea Nacional en enero de 2016. Unidad para tomar el camino de promover un Referéndum Revocatorio en mayo de 2016, intento que fue boicoteado por el régimen. Lo demás es historia conocida. Finalmente se ha desbordado unidad para acompañar a Juan Guaidó tras su promesa de lograr, con el apoyo de todos los venezolanos, el fin de la usurpación y la recuperación de la libertad y la democracia.
La verdad es que, por lo general, ha privado un espíritu unitario, lo que ha fallado es la estrategia y la implementación de algunas decisiones claves. Por ejemplo, no haber designado en su momento a las nuevas directivas del TSJ y del CNE, tal como lo comentó Antonio Ledezma el 31 de julio de 2017 en un video que se hizo viral. Haber metido el capital de la oposición en un dialogo incierto en Dominicana, además manejado con ventajismo por Maduro y su pandilla. En definitiva, el problema no está en la Unidad, que sí la habido, los obstáculos han estado en la manera como se han jugado las cartas con estos tahúres del chavismo-madurismo que controlan las instituciones del país.