Uruguay y Ecuador rompieron los lazos del Grupo C, y vaya manera de hacerlo: El conjunto dirigido por Óscar Washington Tabárez propinó una terrible paliza 4-0 a un equipo andino que, con inferioridad numérica, no pudo aguantar la tormenta charrúa propiciada por Edinson Cavani y compañía.
Lucho Suárez || lapatilla.com
Al cuadro dirigido por Hernán Darío Gómez le cayó la noche muy temprano en Belo Horizonte, el culpable fue Nicolás Lodeiro, quien dominó con clase impresionante una esférica dentro del área tricolor, y tras un sombrerito épico, fusiló al portero con un remate de volea para adelantar a los charrúas en la pizarra.
La espiral de malas acciones se ensañó con los jugadores mediterraneos: En el 24′ , José Quinteros dejó a su equipo con 10 tras recibir tarjeta roja (segunda amarilla) por una incómoda entrada.
Cavani y su romance con el gol
El dominio uruguayo en el encuentro fue total, y dicha posesión se consolidó con la anotación más linda de la copa, una ejecución muy difícil de igualar.
Edinson Cavani, quien había intentado en diversas ocasiones y de todas las formas, sumar el segundo gol al marcador (incluso probó marcar de taconazo), consiguió abrazarse con la gloria en el 33′ con una brillante pirueta.
Durante una jugada de estrategia y pura picardía uruguaya, Nicolás Lodeiro, autor del primer tanto, colocó un balón a la cabeza de Diego Godín; mientras que los zagueros ecuatorianos esperaban un testarazo del espigado defensa, éste decidió enviar la número cinco al corazón del área para que Cavani la enviara al fondo de las redes con una monumental chilena.
Si marcaba Cavani, no podía faltar Suárez: El artillero del FC Barcelona se caracteriza por aprovechar sus oportunidades al máximo, y en el 43‘ de partido, el 9 apareció para empujar una esférica a la red que provenía de un tiro de esquina dibujado por Lodeiro.
Los tricolores no se repusieron de la paliza propinada por el equipo uruguayo, y cerca del final del choque, el defensa Arturo Mina regaló el cuarto para los celestes introduciendo la bocha en su propia portería.