Lapatilla
“La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”
Dwight Eisenhower
Es pasmosa la inmadurez política que exhibimos los venezolanos. Aunque lo que estamos viviendo pareciera haber acabado con la capacidad de asombro de todos nosotros pues hay cosas que aún no dejan de dejarme boquiabierto.
Tenemos casi 21 años sometidos a la instauración de un régimen que se dice ser de izquierda, pero que en realidad es un mezcolanza ideológica – política resultante de disidentes de los partidos de la “cuarta”. Mal comienzo, la sociedad venezolana puso el futuro del país en manos de un militar que había atentado fallidamente contra el sistema democrático y que costó un número importante de vidas humanas, rodeado de unos cuantos izquierdistas anacrónicos que habían sobrevivido a la sombra de cincuenta años de democracia y de un grupo de políticos de los partidos tradicionales que habían tenido poca o ninguna relevancia dentro de sus organizaciones, pero que habían sido participes de esa “república” de la que en ese entonces renegaban.
Fuimos testigos silentes de como dueños de medios de comunicación, connotados periodistas, intelectuales, líderes políticos, personalidades de la sociedad de nuestro país; en su afán de conectarse con el poder dieron a aquel movimiento y a la imagen del militar que había fracasado en su intención de tomar el poder por la fuerza, centimetraje y beligerancia política hasta llevarlo a Miraflores. Mientras que un pueblo ávido de reconocimiento y de la palmada en la espalda, aplaudía a rabiar los dislates de aquel señor que había sido indultado por un Rafael Caldera, que solo ansiaba lo dejaran terminar en paz su soñado segundo periodo presidencial.
Pasó el tiempo, el rumbo de aquel modelo ideal que iba a despojar a los ricos para darle a los pobres comenzó a torcerse, empezaron los ataques inclementes contra todo lo que oliese a sector privado, a aquellos que le ayudaron desde sus poderosos medios de comunicación también le dieron su dosis de socialismo del siglo XXI, arrancó el populismo duro y la corrupción desmedida. ¿Quién se acuerda del Plan Bolívar 2000, de los guisos de Velázquez Alvaray, de los cultivos organopónicos, de los gallineros verticales, del Puente Nigále, y de otros tantos desmanes cometidos, de promesas incumplidas, de regalos a los amigos socialistas, del maletín de Antonini Wilson, de las promesas de austeridad y frugalidad del Teniente Coronel? Bueno ni siquiera nos acordamos de trapacerías tan recientes como el escándalo Odebretch y del metro Caracas – Guatire, sin embargo los acólitos de la mal llamada revolución salieron a votar una y otra vez, por el Teniente Coronel y sus ungidos. Tenemos una memoria política e histórica muy, pero que muy corta.
Hoy cuando la crisis, que era la “crónica de una muerte anunciada” nos arropó, que la revolución nos robó la vida y los sueños, nos dejó sin comida, sin luz, sin agua, sin seguridad ni jurídica ni personal, sin carreteras, sin medios de comunicación, sin transporte público, sin gasolina ni gas para cocinar, que nos destruyó sin contemplación nuestro orgulloso y otrora fuerte signo monetario, sometidos a la más inclemente de las hiperinflaciones; la más alta que se haya visto en la historia de la humanidad, y que los venezolanos han sido empujados en tropel fuera de nuestras fronteras, aún hay gente que aplaude los discursos falaces de quienes ostentan el poder.
Aun hoy, visto lo visto, es un hecho público y notorio que entre los partidos políticos que conforman la tan necesaria “unidad” para cambiar los destinos de este país existe una pugnacidad por protagonismo que nos daña a todos. Hay una camada de intelectualoides que desde el extranjero y detrás de sus teléfonos, tablets y computadoras, haciéndose llamar opositores; a lo único que se oponen es a la oposición y en su afán de notoriedad juegan peligrosamente a la antipolítica en pro de unos turbios intereses que solo ellos conocen pero que todos deberíamos suponernos.
Pero ¿y el papel de nosotros los ciudadanos que decimos oponernos a este modelo político donde quedó? Somos de alguna manera cómplices de este inmenso desastre en el que han convertido estos señores a nuestra nación. La comodidad, esa “viveza criolla” que tanto daño nos ha hecho es el día a día de muchísimos venezolanos. Opositores acérrimos, de esos radicales con los que no se puede hablar que revisan puntualmente sus celulares a ver si les “cayo este o aquel bono”, los que se quejan de que “la vaina está muy fea” pero venden descaradamente productos de las cajas CLAP a precios de bodegón o trapichean con medicinas, o se colean en la cola para poner gasolina porque tienen un pana militar. Todos queremos cambiar esta vaina, pero cuando nos llamaron a votar nos fuimos a la playa, o atendimos los llamados a abstenernos de nuestro sagrado deber para con la democracia, aún a sabiendas que por no salir a votar en masa le daríamos continuidad a este despropósito.
Hemos puesto nuestras responsabilidades ciudadanas en manos de los políticos. Nos convertimos en consumidores voraces de cuanta basura circula por las redes sociales. Si Guaidó habla es porque “habla mucha paja y no actúa” si no habla, “el silencio de Guaidó es muy extraño”. La comunidad internacional está haciendo esfuerzos denodados por conseguir una salida pacífica en Venezuela, hacia eso apuntan las gestiones de más de 50 países, pero nosotros queremos “marines en la Guaira ya” como si esa vaina fuese soplar y hacer botellas, y el que se siente a negociar tiene que hacerlo sin “dialogar” porque ahora en nuestro país dialogo es sinónimo de traición, de venderse al mejor postor.
Y así vamos dando tumbos en este ir y venir de miserias y calamidades sin querer entender que si no asumimos e internalizamos que este es un asunto que nos compete a todos los ciudadanos de este país, el túnel cada vez se hará más largo, es decir la luz estará cada vez más lejana y seguiremos viviendo en aquel eufemismo perverso del “mar de la felicidad”.
Me disculpan mis lectores por haberme extendido tanto esta semana, pero quería decirles que pareciera que a todos nos falta mucho por aprender.
José Manuel Rodríguez Analista / Consultor Político josemrbconsultor@ gmail.com twitter: @ingjosemanuel