A tres meses del segundo megapagón el Sistema Eléctrico Nacional sigue sin ver luz

A tres meses del segundo megapagón el Sistema Eléctrico Nacional sigue sin ver luz

Vista este lunes de un barrio sin luz eléctrica, en Caracas (Venezuela). La mayor parte de Venezuela se mantiene a oscuras desde hace 4 días, cuando se produjo una falla en la central hidroeléctrica de Guri, que abastece a cerca del 70 % del país. EFE/Rayner Peña

 

El sistema eléctrico venezolano llega al tercer mes del apagón general más nocivo de marzo pasado buscando luces para cubrir, al menos, la disminuida demanda del territorio nacional. Y en medio de la severa crisis de gasolina que retrasa su operatividad, no encuentra las turbinas de generación necesarias para aportar la energía que hace falta y acabar así con el racionamiento nacional. Así lo reseña cronica.uno

Por Oli Piedemonte

Una investigación técnica que procura inventariar los equipos con los que cuenta el Servicio Eléctrico Nacional (SEN) para su normalización, detectó que existe una “gran diferencia” entre la cantidad de turbinas termoeléctricas que se compraron en los últimos cinco años, y la cantidad que se instaló. En el país hay 356 turbinas instaladas de diferentes tecnologías.

“Esa diferencia puede exceder más de 1.000 MW que ayudarían a resolver el sufrimiento de la población”, afirmó el ingeniero José Aguilar, consultor internacional en el tema eléctrico, quien integra un equipo de especialistas dedicados a evaluar el estado del SEN y devolverle potencia y energía. El grupo, repartido en el país y en el exterior, repasó el tema de las plantas termoeléctricas y sus limitaciones, entre las cuales está que requieren de combustible ligero (diésel) para poder operar.

“De las 356 turbinas termoeléctricas instaladas, muchas tienen poca vida útil, y de esas algunas estaban en Pdvsa y otras en Corpoelec o en su beneficio, pero lo grave es que tenemos esa gran diferencia. Se trata de turbinas que se compraron, pero que no están instaladas, no están en una base, estarán guardadas o acaparadas en diferentes galpones, no sabemos dónde están”, señaló.

Añadió que tampoco saben si fueron adquiridas nuevas o usadas. De lo único que tienen certeza es que el sistema eléctrico no dispone de ellas para aliviar la restricción de energía. “Lo que llama la atención es que Corpoelec se ha convertido en gran acaparador de equipamiento de unidades termoeléctricas cuando el país está destrozado por la ausencia de generación. Cuando se ve gran diferencia entre lo comprado y lo guardado, parece más difícil justificar la adquisición de más equipos y sobre todo de turbinas de las cuales ya el país es dueño”, dijo Aguilar sin revelar más detalles de lo que a su juicio son señales de otro negociado con el SEN.

Se calcula que el Estado gastó más de 40 millardos de dólares diluidos en corrupción, en la última década, según informes de la organización Transparencia Venezuela.

Venezuela necesita soluciones”, aseguró Aguilar, vocero autorizado del equipo que se centra en proyectos con tecnología probada y trabaja en el plan diseñado por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por más de 50 países.

Un largo y tortuoso camino

En su repaso por la “logística coreográfica” entre las fases de generación, transmisión y distribución, bases del suministro de energía, el especialista advirtió que, a tres meses del segundo gran apagón, las autoridades del área no han destinado recursos para solventar los serios daños que evidenció u ocasionó la interrupción del sistema eléctrico. Por ejemplo, el estado de las turbinas de las centrales hidroeléctricas.

En Bajo Caroní, ubicado en Bolívar, reúne 52 grandes turbinas repartidas así: 20 en la central hidroeléctrica Simón Bolívar, en la represa de Guri; otros 20 en la central de Macagua; y 12 en la planta Caruachi, ubicada entre las dos primeras. De esas unidades, aproximadamente más de la mitad no está disponible, “en cero megavatio”, como consecuencia de los apagones, y la otra mitad presenta un terrible deterioro acumulado por falta de mantenimiento oportuno, y por eso no puede trabajar a plenitud.

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