El general Manuel Cristopher Figuera, que viajaba por Caracas en un convoy con cinco teléfonos celulares llenos de contactos valiosos, fue un soldado leal que tras su infancia en una casucha de bahareque llegó a ser el jefe de la inteligencia venezolana.
Por lapatilla.com
Sin embargo, a medida que Nicolás Maduro comenzó a solicitarle que se encargara del trabajo sucio -encarcelar a opositores y víctimas de tortura, según declaró- el oficial de inteligencia entrenado en Cuba y Bielorrusia comenzó a perder la fe. En abril pasado, en una demostración de audacia, el musculoso general de 55 años traicionó al líder con el que se reunía casi a diario y en secreto planificó un fallido alzamiento militar que -asegura- estuvo increíblemente cerca de derrocar a Maduro.
No obstante, el general aseveró que la orden más arbitraria fue la de perturbar el entorno íntimo de Juan Guaidó para quebrar la moral del líder opositor.
Inicialmente, dijo, Maduro quería arrestar a la madre de Guaidó. Cuando Cristopher Figuera le comentó que padecía cáncer entonces pensaron en Roberto Marrero, un estrecho colaborador de Guaidó arrestado desde marzo por presuntamente encabezar una “célula terrorista” dedicada a perpetrar asesinatos.
“¿Qué hago para meterlo preso?”, recordó el general haber preguntado a Maduro durante una tensa reunión celebrada en Fuerte Tiuna menos de 72 horas antes de la detención de Marrero. “Me dijo: ‘Eso no es mi problema. Mételo preso, siémbrale armas. Ve qué haces'”.
Con información de The Associated Press