Una carroza fúnebre con el cuerpo del Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo se dirige hacia el Cementerio del Este para la posterior sepultura del militar asesinado producto de graves lesiones que le ocasionaron las torturas que recibió de parte de sus custodios.
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Su esposa denunció temprano irregularidades en el procedimiento de entrega del cuerpo, recordando que así hicieron en el caso de Óscar Pérez, donde los familiares de las víctimas no pudieren asumir el control de los entierros.