“Debemos escuchar lo que se dice, pero aún más importante en una negociación, es escuchar todo aquello que no se dice”
Peter Drucker
“Barbam propinqui radere, heus, cum videris, prabe lavandos barbula prudens pilos”
Así reza en latín un proverbio muy antiguo y del que hay referencias de hace más de cinco siglos, que traducido a cualquier otro idioma conocido no quiere decir otra cosa que “Cuando veas a tu vecino afeitar, pon tus barbas a remojar”. En la antiguedad aún no se conocían jabones, ni espumas o geles de afeitado, tampoco lociones “after shave” y mucho menos afeitadoras de múltiples hojas y ni por asomo maquinitas eléctricas, por lo que el hábito actual de rasurarse no era tal, porque resultaba una experiencia laboriosa y dolorosa; lo que ameritaba un buen remojo de la barba para suavizar la misma y así facilitar la tediosa tarea. Con el transcurrir del tiempo se ha venido utilizando esta frase como una metáfora que invita a prevenir, a tomar medidas en base a experiencias ajenas para evitar situaciones embarazosas, desagradables o traumáticas.
Así estamos en Venezuela. En situación de barbas en remojo. La crisis política, social y economica que sufre el país amerita que pongamos a ablandar nuestros folículos pilosos, para no tener que terminar arrancándolos como lo tuvieron que hacer los españoles entre el 33 y el 36, o los salvadoreños, o los Colombianos que aún están en una guerra intestina de más de 50 años, o acabar como Somalia o Siria.
Tenemos en Barbados, después de 20 años de maniqueo político, una ocasión de oro para dirimir nuestras diferencias y encontrar un camino pacífico hacia la solución de los problemas de la nación.
Deben remojar sus barbas los señores del gobierno revolucionario. Están obligados a hacerlo porque la historia es muy clara en como han terminado los procesos totalitarios y de cual ha sido el triste destino de sus protagonistas. La misma tarea deben imponerse los líderes de oposición, no olvidar con quienes tratan y mirarse bien en el espejo de los errores cometidos hasta ahora y que han permitido que está desgracia haya escalado hasta la descomunal tragedia que vivimos hoy.
Pero también los ciudadanos debemos poner nuestras barbas en remojo. Debemos pensar muy bien que queremos y hacia donde queremos que nos conduzcan. Ahí tenemos los ejemplos funestos antes mencionados y peor aún lo que estamos viviendo, debemos elegir entre el progreso y la barbarie.
La responsabilidad de lo que sucede en una nación es de todos los ciudadanos, no exclusivamente de un grupo de ellos. Aprovechemos la excelente oportunidad de salvar nuestra nación en la mesa de negociaciones y no en campos de batalla.
Y que los radicales se queden calvos.
José Manuel Rodríguez
Analista y Consultor Político
josemrbconsultor@gmail.com
Twitter: @ingjosemanuel