El balance de las reacciones es claramente favorable a la causa de la libertad y la democracia en nuestro país, no solo porque su contenido señala con meridiana claridad la tragedia humanitaria que padecemos, sino porque ubica la responsabilidad de manera inconfundible en el usurpador gobierno de Nicolás Maduro.
La forma como examina nuestra situación institucional, no deja lugar a dudas de la naturaleza autoritaria del régimen del socialismo del siglo XXI, con lo cual ya un órgano especializado del sistema de naciones unidas, ubica a Venezuela como una nación que vive en una dictadura, responsable de la violación masiva de los derechos humanos de su población.
Como era lógico esperar, la reacción de la cúpula usurpadora fue la de no aceptar, en lo más mínimo, ni los contenidos ni las recomendaciones de dicho informe. Por el contrario se dedicaron a descalificarlo, y a acusar a la Dra. Bachelet de haberse prestado para que altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos de América, hubieran redactado el mismo. Es decir recurrieron al sempiterno argumento de los comunistas latinoamericanos. Todo lo malo que les ocurre es culpa del imperio.
Lo cierto es que el informe de la oficina especializada, en la valoración y seguimiento al tema de los derechos humanos en el mundo, ha dictado una sentencia: Maduro y su camarilla son responsables de una política deliberada y masiva de violación de los derechos de la población venezolana.
Ahora necesitamos que dicha sentencia tenga unos efectos concretos, mediante los cuales se obtenga la restitución del estado de derecho y en consecuencia, se revierta esta lamentable situación de muerte, tortura, prisión, hambre y miseria que nos somete.
En varios de mis artículos anteriores he sostenido la tesis de la conveniencia de la solución política a esta tragedia. Consciente de la tozudez de Nicolás Maduro y su camarilla, así como de su empeño en perpetuarse en el poder, hemos privilegiado una solución electoral. Solución que la dictadura ha negado, para efectuar farsas electorales que han agravado la situación.
Esta línea a favor de la solución política, además, ha estado orientada a mostrar al mundo la vocación pacifista y democrática que caracteriza a la oposición venezolana. La dictadura tiene largos años descalificando interna y externamente a los diversos sectores de nuestra oposición. En un tiempo logró convencer, a una parte significativa de la comunidad internacional con esa manipulada versión. Hoy el mundo, cada día con mayor relevancia, ha conocido claramente la naturaleza violenta, autoritaria y criminal de la cúpula roja.
Nuestra apuesta a la solución política y electoral obedece a nuestra formación democrática, inspirada en los valores del humanismo cristiano. Por tal razón, y sobre todo para que pueda quedar aun más en evidencia la naturaleza antidemocrática del madurismo, he considerado pertinente atender la invitación de Noruega, una vez más, a explorar la ruta de la negociación política. Todo el mundo civilizado debe conocer como los agentes de la dictadura, comenzando por el propio Maduro, carecen de seriedad y voluntad para canalizar civilizadamente la dramática situación que enfrentamos.
He sostenido que solo con el apoyo de la comunidad internacional podrá lograrse una solución. Si fuese por la naturaleza humana y política de los integrantes de la camarilla gobernante, jamás avanzaríamos a una fórmula que permita lograr el fin de la dictadura.
Dentro de ese acompañamiento de la comunidad internacional está el papel que debe jugar la ONU. Conscientes de la naturaleza de ese organismo mundial, de su complejidad y de las dificultades para lograr decisiones es menester que todos los venezolanos, junto a los países que defienden la causa de la democracia y de los derechos humanos, debemos exigir pasar del informe a las acciones concretas.
La sentencia emanada de la oficina de la Ex presidente Bachelet no puede quedarse en una simple sanción moral. Debe obligar a la ONU a actuar en Venezuela.
El profesor venezolano de derecho constitucional e internacional de la Universidad Católica de Colombia, Jesús Caldera, ha planteado la tesis de una INTERVENCION HUMANITARIA ELECTORAL acordada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con sólidos argumentos y basado, tanto en las normas que rigen el organismo mundial, como en experiencias ya vividas en otros países del mundo, Caldera propone una tesis que merece ser oída y respaldada.
La Intervención Electoral Humanitaria acordada por el Consejo de Seguridad de la ONU, coloca en manos del pueblo venezolano la decisión de su destino, garantiza la trasparencia de la consulta electoral, y sobre todo, nos evitaría una solución de fuerza con todas las consecuencias que la misma conlleva.
Una negativa de la dictadura a someterse a una resolución de esta naturaleza legitimaria a la comunidad internacional para forzar a la cúpula roja a cumplirla, y haría que el informe de la alta comisionada de los derechos humanos no sea solo una declaración política.
La Intervención humanitaria electoral colocaría a la ONU como el gran promotor de una solución de paz, tanto en el plano interno, como en el plano internacional. Tiene aquí la OEA una ruta para promover una solución digna para el sufrido pueblo venezolano.