La controversia en el ámbito de las fuerzas democráticas siempre tienen como centro el tema de su unidad. Con frecuencia se contrasta la diversidad de sus visiones y la actuación con el comportamiento “monolítico” del adversario. Situación que Maduro y su entorno no pierden la oportunidad de destacar procurando utilizar las evidentes contradicciones en el campo de las fuerzas democráticas. No se puede negar que en algunas oportunidades esa política le ha producido resultados.
En sus más recientes declaraciones a propósito de la ronda de negociaciones en Barbados, el señalamiento de conversar con “las oposiciones”, se inscribe claramente en el propósito de cizañar e intrigar, al mismo tiempo de pretender desviar la atención sobre su propia controversia en torno al proceso iniciado en Noruega.
A menos que obedezca a una división de roles para presionar la negociación, no se puede descartar tal posibilidad, los factores principales del gobierno y el PSUV al menos por sus manifestaciones públicas no parecieran estar en sintonía con lo que se ha venido concertando.
Las declaraciones de Cabello antagonizan abiertamente con las de Maduro, no es casual que en la delegación los representa no participa una figura próxima al teniente del 4F. En esa compleja relación existente entre los dos personajes es de suponer que ambos discuten privadamente las interioridades de la negociación en marcha.
El comunicado de los noruegos expresa: …”se ha instalado una mesa que trabajará de manera continua y expedita “… Interpretamos que serán jornadas intensas y podrían convenir en unos plazos para cumplir con el objetivo definido en el mismo comunicado de llegar a una solución acordada en el marco de la Constitución. La versión de ” comisión permanente” difundida desde Miraflores persigue generar confusión y estimular la beligerancia de los sectores extremistas.
Los procesos de negociación de conflictos no son nada fáciles, por lo general son sumamente complicados, por la aspiración de cada una de las partes en pugna de sacar el máximo de provecho, aún ha conciencia de la contraposición de intereses y visiones encontradas.
Si bien es cierto que en estos procesos de entrada no se puede garantizar su éxito, incurriríamos igualmente en un error si de antemano aseguramos su fracaso. La gravedad de la crisis, el sufrimiento de la inmensa mayoría exige actuar para lograr cambiar la situación. En tal sentido explorar una ruta como la emprendida tiene total pertinencia.
Reiteramos la concepción de las fuerzas representadas en la Asamblea Nacional y agrupadas alrededor del presidente Juan Guaidó : en última instancia esta lucha va a conducir a una negociación y a unas elecciones verdaderamente libres y competitivas.
Las fuerzas democráticas tienen plena conciencia de las complejidades de esta negociación por la naturaleza propia del adversario, ya iniciadas las conversaciones ha mostrado su faz más cruel y represiva, lo que obligó a suspenderlas cuando el asesinato de Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo. En la labor de hostigamiento contra el entorno de Juan Guaidó se produce una nueva arremetida. Hay quienes piensan que es un mecanismo de presión para negociar, otros consideran es una manera de complacer a sus sectores extremistas. Ambas interpretaciones pueden tener validez, añadiría una tercera, en su afán por aferrarse al poder han asumido la acción represiva como una conducta intrínseca a esa condición. La salvaje actuación de los cuerpos represivos, la impunidad de su comportamiento demuestran fehacientemente el carácter de quienes aún permanecen en Miraflores, en consecuencia despejar las vías para alcanzar el cambio político constituye una imperiosa necesidad impostergable, para poder salir de la más grave crisis de la Venezuela contemporánea. En esa dirección cualquier esfuerzo es digno de ser apoyado.