Un aire de sarcasmo recorre Sinaloa, cuna del legendario capo mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, ante la inminente sentencia de cadena perpetua que recibirá este miércoles en Estados Unidos. En esta árida región aseguran con sonrisa de resignación que ni la violencia ni el tráfico de drogas disminuirá. Así lo reseña infobae.com
En el imaginario popular de Sinaloa, un cártel que surgió en la década de 1980 y que lleva el nombre de ese estado del noroeste mexicano, todavía gravita la figura de “El Chapo” y su exsocio Ismael “El Mayo” Zambada, aún prófugo.
Pese a los testimonios condenatorios expuestos durante el histórico juicio, algunos en Sinaloa siguen creyendo que, al frente de la primera empresa criminal trasnacional de México, “El Chapo” hizo construir escuelas, iglesias, caminos y que en suma fue un benefactor. También continúan restándole responsabilidad en los asesinatos y secuestros.
“De nada va a servir que lo dejen encerrado allá. Ya ve, desde que se lo llevaron, este jodidero de mataderas no ha parado, todo es un cochinero”, dice negando con la cabeza Ángel Ladrillero, un albañil de 44 años, de visita en la capilla del mítico Jesús Malverde, conocido coloquialmente como “El Santo de los Narcos”, un lugar saturado de fotografías y notas de agradecimientos en el centro de la capital estatal Culiacán.
Al lado de un busto de Malverde, quien según la leyenda era un bandido que robaba a los ricos para dar a los pobres al estilo de Robin Hood, una mujer limpia y coloca una estatuilla de yeso de Guzmán: la cara en alto, un rifle AK47 en rieste, vestido con camisa rosa y pantalones azules.
“Además es injusto que lo quieran dejar morir encerrado. Ha ayudado a mucha gente, deberían dejarlo libre”, asegura Ladrillero.
Para Milagro Quiroz “el juicio es injusto”. “Siempre se van a decir cosas (malas), pero él siempre ha ayudado aquí a Culiacán, violencia siempre hay aquí en todas partes“, añade la maestra de kínder de 32 años tras arrodillarse ante el busto de Malverde.
Tumbas con aire acondicionado
Pero a pesar de las supuestas obras públicas en Sinaloa impulsadas por el capo, quien según la justicia estadounidense debería tener por lo menos unos 12.000 millones de dólares en sus arcas, la brecha de desigualdad es impactante.
Cerca de caseríos hechos con tablas de madera, se encuentra el cementerio Jardines de Humaya donde muchos narcotraficantes están enterrados. Es famoso por sus mausoleos extravagantes que llegan a tener hasta tres pisos, aire acondicionado y hasta puertas de vidrio blindado.
Ahí una fachada de piedra beige decora el sepulcro de Ernesto Guzmán, uno de los hermanos de “El Chapo”, cuyo interior está repleto de globos y flores. Dos pequeños autos de piedra adornan las esquinas de las cornisas.
Según Miguel Ángel Vega, periodista del diario semanal local Ríodoce, con la captura y extradición del narcotraficante que protagonizó dos espectaculares fugas de cárceles mexicanas, la violencia y el tráfico de drogas “no se acabó” y su muy probable sentencia de cadena perpetua no cambiará eso.
Hay “20 Chapos”
“El cartel de Sinaloa no es ‘El Chapo’, el cartel de Sinaloa no es ‘El Mayo’, el cartel de Sinaloa es un grupo de por lo menos 20 líderes“, asesta Vega, experto en narcotráfico.
“En Culiacán existen 20 Chapos, y hay uno que está allá [preso en Estados Unidos], pero como es la cereza en el pastel, como el que está allá es el que se infló o el que se dijo en los medios de comunicación que es el responsable de todo esto, que es el responsable de que los jóvenes en Estados Unidos consuman drogas“, su proceso ha sido el más explotado mediáticamente, dice.
Joaquín “El Chapo” Guzmán se forjó una leyenda alimentada por “narcocorridos” que relatan sus hazañas, y riquezas reseñadas en la revista Forbes, que en 2011 lo incluyó en su lista de las mayores fortunas del mundo, con más de 11.000 millones de dólares.
Dos años después, la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) y la Comisión Anticrimen de Chicago, lo nombraron enemigo público número uno de la ciudad y lo compararon con Al Capone.
Y el mito sigue creciendo. Al lado de la catedral, un hombre que calza unos huaraches (sandalias) que dejan ver sus pies callosos y quemados por el sol, asegura que el hombre que fue extraditado en enero de 2017 a Estados Unidos no es “El Chapo”.
“Tiene mucho dinero, puede hacer lo que sea, incluso puede comprar uno o dos dobles… El que tienen allá no es, él verdadero Joaquín Guzmán debe andar paseando ahorita por aquí“, dice sonriente el campesino antes de alejarse sin dar su nombre.