No fue precisamente santo de nuestra devoción, pero lo leía y escuchaba sus intervenciones parlamentarias con frecuencia. Nos percatamos hoy que representa al anterior prototipo de dirigente formado y comprometido, letrado pero también decidido que contrasta con el promedio de los dirigentes políticos que ha consagrado este régimen del XXI que tarda en hacerse siglo.
En una ocasión, hurgando en la ya extinta librería Suma, Carlos Canache Mata entró momentáneamente a preguntar por un título y, al salir, una persona dijo de él cualesquiera disparates, ensalzando a Chávez Frías y la miquilenada en boga. Discrepamos y fue una discusión breve pero terrible la que sostuvimos, tanto que Vethancourt, el conocido librero y propietario del lugar, vino desde su pequeña oficina para pedirle al sujeto respeto, invitándolo a marcharse, porque – además – era la primera vez que lo veía como para soportarle tantas sandeces.
Pasamos esa rabieta, recompensada a mediados de la década anterior, por una escena de calle, pues, hubo una protesta en la que nos encontrábamos y pasó cerca Canache Mata, a quién más de una vez vimos en marchas reprimibles y reprimidas. Un muchacho se le acercó y, en lugar de agredirlo, le estrechó la mano y le pidió perdón porque con el chavismo la cosa ers peor y él – el joven a quién tampoco habíamos visto jamás – había hablado pendejadas (SIC) del ex – parlamentario.
Nunca antes conversamos con el personaje y un buen día – quizá tres años atrás – coincidimos en un foro y, después, posiblemente, andando Canache Mata con Octavio Lepage, compartimos una grata y también puntillosa conversación. Comprobamos que había y hay un distinto liderazgo político y testimonio de vida que resulta superior a los prohombres de la presente dictadura.
No supe del merecido acto-homenaje tributado en días pasados a Canache Mata, a quien – por cierto – le agradecemos el puntual envío de sus artículos. Noventa y tantos años de vida, vista tanta agua correr por debajo del puente, están condensados en una postura firme de oposición, la que tradujo en los actos de calle donde más de una vez lo vimos, y traduce todavía gracias a su privilegiada pluma.