Se levantan voces alteradas que reclaman. La desesperación es una reacción comprensible. Las expectativas crecientes habían derrotado el escepticismo y la desesperanza reinante. Hace seis meses, si un poco más de seis meses experimentamos el renacer de la esperanza. Se despejó el panorama desalentador del último semestre del año anterior. Cuando se plantea la interrogante ¿Qué hemos logrado en este tiempo? Se olvida consciente o inconscientemente de dónde venimos y se minimizan los logros alcanzados.
Es obvio que no todo es el fruto de la acción de estos ciento ochenta días, el respaldo de la comunidad internacional, es el resultado del trabajo desplegado desde hace años, la realización de una inmensa labor de información y denuncia de la caracterización del régimen, gobiernos de distintos países que consideraban como elemento esencial para su definición (hasta principios del año pasado) la legitimidad de origen, sin tomar muy en cuenta las características de su desempeño, ha venido progresivamente cambiando de opinión.
Esas dudas han sido suficientemente despejadas, hasta el punto que sectores importantes de la izquierda democrática, han comenzado a marcar significativa distancia de Maduro y compañía, tal como se evidenció con las significativas ausencias en la reunión de Foro de Sao Paulo efectuado recientemente en Caracas.
El entusiasta respaldo alcanzado por la política adelantada desde la Asamblea Nacional por el Presidente Juan Guaido en este período ha superado todos los pronósticos, a pesar de todos los obstáculos, dificultades y percances se mantiene en altísimos niveles de aceptación, como se observa en las exitosas giras por diferentes regiones, así como lo demuestran todas las encuestas realizadas recientemente.
Una falsa percepción de la realidad ha conducido a los laboratorios allegados a Nicolás, y a otros de presuntos opositores a arreciar una campaña negativa e injusta, abierta o solapada, contra Guaido y la Asamblea Nacional , pretendiendo socavar sus bases de apoyo, bajo el argumento de haber dejado transcurrir mucho tiempo sin mayores logros.
Repetimos hasta el cansancio la frase ” los tiempos políticos no se compaginan con los tiempos de las necesidades sociales”; esa es una dura y lamentable realidad, de allí nuestra comprensión de la angustia de la mayoría por las penalidades que se sufre para la existencia del día a día.
La conducción política debe actuar en la dirección de acortar las distancias entre los tiempos, cuando Maduro habla de un diálogo que pueda durar meses o años para resolver los problemas del país, lo hace con la intención de incidir negativamente en la visión de urgencia que tiene la mayoría, a la vez de estimular las divergencias en el campo de las fuerzas que le adversan. Lastimosamente hay en este territorio sectores que parecieran creerle más a Nicolás que a lo dirigentes de las organizaciones democráticas.
El discurso de Maduro está en abierta contradicción con la posición sostenida por el gobierno de Noruega, que constantemente refrenda en sus comunicado el carácter “continuo y expedito” de las negociaciones. El hecho de haber transcurrido unas cuantas semanas desde el inicio formal de ese proceso no nos lleva a concluir en que marcha muy lentamente, ellos no se desarrollan instantánea ni súbitamente, pero la afirmación de los noruegos nos permite pensar que de llegar a un acuerdo sería en un lapso relativamente breve, en ningún caso demoraría el tiempo de otras negociaciones conocidas. La comunidad internacional, especialmente los países vecinos y los que aquí vivimos tenemos plena conciencia de lo insoportable de la situación y a medida que avanzan los días tiende a agudizarse. Por ello la búsqueda de una salida democrática, constitucional y pacífica a la grave crisis que confrontamos es una verdadera necesidad urgente e inaplazable.