No tiene intención de encajar. Cuando abandonó definitivamente Venezuela y llegó a Miami hace ocho años, muy pocos tenían claro de qué se trataba el stand up comedy. “La gente no se enteraba mucho de eso”, recuerda George Harris. Ahora no solo vive de hacer monólogos a sala llena, sino que además tiene un canal en YouTube con 375 mil suscriptores donde semana a semana sube su show.
Por Infobae
El comediante no disimula su acento al hablar, aunque sus espectadores tengan un pasaporte diferente al suyo. Tampoco modifica sus expresiones ni su repertorio, que en gran parte tiene asidero en las últimas noticias venezolanas.
Para Harris, la clave del humor está en lo autóctono, en lo auténtico. Y es consecuente con ello en sus presentaciones, dice siempre lo que piensa, aunque no le caiga bien a todos. Polémicas no le han faltado: se puso en contra a los panameños después de comparar a su país con una ciudad del interior de Venezuela, y no escatima en críticas cuando se trata de opinar sobre los artistas que han aprovechado los Gobiernos de Chávez y de Maduro para hacer negocios no muy transparentes.
—Para un artista, irse de su país puede significar perder la realidad y el contexto en el que basaba su trabajo. ¿Qué le hizo vencer el vértigo de irse de Venezuela?
—Siempre tuve en mente irme de Venezuela, desde que entró el difunto (el ex presidente Chávez). Y siempre quise que mi humor no se quedara anclado solamente en la realidad venezolana, aunque hablo mucho de eso. Quería que fuera material de exportación, que siempre pudiera extender mi humor a otras nacionalidades y que me entendieran porque hablaba de una situación mucho más universal. Nunca significó un vértigo, sino más bien fue un reto para mí venirme para una ciudad como Miami.
—¿Cómo fue su proceso de migración, tuvo suerte o supo conectar con la diáspora venezolana?
—A mí lo que me costó de ser emigrante (porque ya había vivido en España de 2003 a 2006) fue el comienzo. Cuando llegué a Miami noté una gran preocupación de compañeros del medio artístico de decirme que yo hablaba muy venezolano, que yo tenía mucho acento de mi país y que de ese modo no iba a poder entrar en las televisoras, en los medios tradicionales que abundan en Miami para los hispanos. La verdad a mí eso nunca me preocupó, porque yo estaba muy claro en lo que quería hacer, porque ya lo había hecho en mi país, que era tener un show semanal en donde yo pudiera llamar a la gente para que vinieran a reírse conmigo y disfrutar de un monólogo en vivo.
—Ha tenido algunas polémicas por decir lo que piensa sin filtro… No tiene la mejor estima de los panameños y recientemente tuvo críticas muy fuertes hacia la actriz venezolana Mimí Lazo. ¿Tiene cabida lo políticamente correcto en su humor o ese definitivamente no es George Harris?
—No llamo la controversia nunca, no vivo de eso, me parece que eso no es arte. Efectivamente tuve un tema con Panamá en 2015, hice un chiste en el que decía que no entendía la locura de los panameños con los venezolanos que se habían ido en estampida a ese país, porque Panamá era como Maturín (una ciudad del interior de Venezuela) pero arregladita. Dije textualmente “como Maturín, pero con tetas”. Hice una comparación en tono de humor. Pero como tenemos un tema de xenofobia en Panamá, ese video fue tomado de mi página, lo editaron y lo transmitieron en televisión abierta y eso causó mucha rabia en la gente. No fue una comparación peyorativa, sino que me refiero a que Panamá es una ciudad húmeda, llueve mucho, y Maturín también lo es.
Y con respecto a Mimí Lazo, soy muy claro con mi planteamiento político. Muchos se han beneficiado económicamente de este Gobierno (el de Maduro) y una de ellas es Mimí Lazo y se vienen a Miami a disfrutar del dinero que hicieron en Venezuela, pero no de una manera lícita, no de una manera proba, sino que de alguna manera robaron al país y tratan de lavar su cara con el público venezolano diciendo que ellos también son víctimas.
He tratado de decir lo que creo, sin agredir, sin insultar, sin decir “vayan a matar”, sino denunciado lo que pasa con mi país y con la gente que ha sido cómplice de este Gobierno.
—Ahora mismo está de gira por América del Sur. ¿Qué tanto jugó a su favor haber usado YouTube como plataforma de su trabajo?
—YouTube es una de mis mejores vitrinas a nivel mundial. Siendo sincero, no fui un visionario, tuve un productor que me dio la idea. Al principio me dio un poco de temor, pero después entendí lo que significaba tener un canal nutrido de seguidores. Desde que empecé en YouTube en 2013 se me abren unas puertas increíbles.
—¿Tuvo que adaptarse para tener un show más continental? ¿En qué aspectos? ¿A qué cosas no renunció?
—Nunca he adaptado mi humor. Siento que el humor es muy particular. Yo siento que nos reímos de cosas que son muy autóctonas, muy de la gente, muy folklóricas. Eso nos da risa, por eso nos reímos de Les Luthiers en Argentina, de Andrés López en Colombia, de Adal Ramones, en México. La vida de El Chavo del Ocho es una vida muy mexicana, pero fascinó en Latinoamérica, porque sabían representar una vecindad mexicana. Yo nunca viví eso en mi país, pero nos reíamos a montones porque entendíamos perfectamente los códigos que ellos usaban. El humor no puede ser hecho de forma panregional, cuando han hecho esos pilotos son tontísimos, vacíos y no tienen ningún mensaje, no hay riqueza ni en el mensaje ni en el humor.
—Tiene millones de seguidores en las redes sociales y sin embargo se sabe muy poco de su vida personal. ¿Es un reto mantener su privacidad en un mundo que ahora hace de la cotidianidad un negocio?
—Nunca he sido una persona de exponer mi vida personal ni sentimental en redes sociales. Estoy soltero, no hay chicas en mi vida en este momento. No significa que me aburra. No soy una persona que cuando ha estado con alguien diga: “Aquí está mi pareja para que la conozcan y mírenla desnuda y mírenla vestida”. Yo no vendo eso porque la gente en mí no busca eso. Fíjate que la gente normalmente no me pregunta: “¿Y con quién estás?, ¿y eres gay o no eres gay?, ¿haces trío?”, nada de eso. La gente más bien quiere reírse conmigo.
—Cada vez son más comunes los tiroteos masivos en Estados Unidos. ¿Los latinos viven con miedo en ese país?
—Claro, por supuesto. Nos da terror. Es un país al cual agradezco muchísimo la oportunidad que nos da a los hispanos por tener esta como casa. Soy naturalizado americano, mi abuelo es americano que se casó con una venezolana, así que en mi familia hay historia gringa.
Amo profundamente este país, pero lo que no me gusta definitivamente de los Estados Unidos es que cualquier persona puede ir a un Walmart y comprar un arma. Los americanos se infunden miedos raros para mantener el tema del porte de armas público porque es un gran negocio en el fondo.
—¿Qué opina de los artistas que se han “enchufado” a Maduro? ¿Puede hacerse arte en dictadura?
—Me parece tristísimo que tu trabajo, que tu alma, que lo que tienes para ofrecer se lo vendas a la dictadura. Me parece tremendamente estúpido pensar que esto se va a quedar así, que no va a pasar nada, que no va a venir un cambio. En Venezuela hemos esperado un cambio por muchísimos años y estoy seguro de que se va a dar. Y estos pseudoartistas que al final son unos oportunistas, unos trepadores, no van a tener lugar en el mundo para vivir, no va a haber espacio en la Tierra donde puedan vivir en paz. Habrán perdido lo que tanto le cuesta a un artista en su carrera, que es la credibilidad, el cariño, la simpatía, la empatía del público contigo.
—¿Volvería a Venezuela? ¿Qué haría falta para que eso pase?
—Yo no sé si volvería a Venezuela. Sería muy hipócrita de mi parte decir que sí, que al día siguiente. Sí iría a mi país, estaría temporadas, viajaría por toda Venezuela. Trabajar, muchísimo. Aportar, lo que haga falta. Creo que lo hago estando afuera y, por supuesto, una vez en libertad, estaría para poner lo que haga falta para que el país vaya a mejor y para que los venezolanos puedan regresar a casa.
No te puedo decir que regresaría, tampoco lo puedo descartar. Yo he encontrado en Miami una casa, un hogar, una plataforma que me permite comunicarme con muchísima gente en el mundo, un espacio céntrico, igual que Caracas. No me siento incómodo, no siento que sea una ciudad de paso. Siento que es una ciudad para hacer raíz. Eso sí, al día siguiente salimos para allá a celebrar con todos los venezolanos la nueva etapa que vamos a vivir.
—¿Qué le diría a Maduro si pudiera enviarle un mensaje?
—No creo que haga falta decir algo. Yo nunca he sentido que el problema sea Maduro en específico, son tantísimas personas que están abusando del poder, enriqueciéndose y humillando al venezolano. Mi mensaje es simplemente que huyan, que salgan lo antes posible, que permitan que los venezolanos vuelvan a casa. Que va a pasar aunque ellos no lo quieran o no lo crean. Que no importa la brujería que hagan. No hay tratado, no hay cadena, no existe cuerpo que aguante esto. Esto va a cambiar, y ellos se van a encontrar con la Justicia.