Cuando Meghan Markle, de 38 años, y el príncipe Harry, de 34, decidieron irse de Kesington debido a su tensa relación con los duques de Cambridge tuvieron como primer idea mudarse a los terrenos del castillo de Windsor y pensaron en vivir junto a la reina Isabel II en alguna de las 1.000 habitaciones que tiene el palacio. No obstante, el deseo de Meghan y Harry no fue del agrado de la monarca. Así lo reseña infobae.com
Al menos así podría haber ocurrido según cuenta el tabloide The Sunday Times. El diario británico apunta que la pareja real pudo haberle preguntado a Isabel II si existía la posibilidad de compartir el castillo de Windsor y no la casa de campo de Frogmore Cottage. Pero Isabel II, que pasa gran parte del año en Windsor junto a Felipe de Edimburgo, rechazó la propuesta.
La reina optó en en ofrecerles Frogmore Cottage, cuenta la publicación, porque consideraba que el castillo no era el lugar adecuado para ellos. La decisión, al parecer, se tomó cuando Markle y Harry todavía no estaban casados ni ella embarazada de Archie.
“Los duques de Sussex quizá estaban pensando en las habitaciones vacías y las suites que están en los apartamentos privados, o puede que algunas de las antiguas viviendas pudieran haber sido reconvertidas en otra cosa”, dijo Hugo Vickers, un experto en la realeza británica, en una entrevista con el Times. “Pero puedo entender cómo podría no ser del todo apropiado tener a una familia viviendo allí”.
Harry y su esposa terminaron siguiendo la recomendación de Isabel II, pero no sin antes hacer reformas en Frogmore Cottage y cuyo valor se estima en más de USD 2,6 millones. Una costosa remodelación que se pagó con fondos públicos y generó el enojo de los británicos.
Frogmore Cottage, una residencia compuesta de cinco unidades separadas muy cerca del castillo de Windsor, a unos 34 kilómetros al oeste de Londres, se convirtió en una sola propiedad para que vivan los duques de Sussex y su bebé Archie, nacido el 6 de mayo.
Las vacaciones polémicas de los duques de Sussex
Después de su viaje secreto de una semana a Ibiza, España, los duques de Sussex, que presumen de apoyar las causas ambientales, utilizaron un jet privado para desplazarse de Londres a Niza, Francia. Son blanco de críticas por el uso de aviones privados y la contaminación que estos vuelos provocan.
Los royals son abanderados de la sostenibilidad y del cuidado del medio ambiente, algo que no tiene relación con la decisión de viajar en jet privados que son hasta siete veces más contaminantes que un vuelo comercial. Por no hablar de su elevado costo de alquiler, unos USD 20.000 por vuelo, de acuerdo a los reportes de la prensa local.
Ken Wharfe, el que fuera guardaespaldas de la princesa Diana, fue uno de los más críticos. “Es hipócrita que Harry hable sobre los terribles efectos del cambio climático mientras vuela por el mundo en avión privado“, afirmó en una reciente entrevista. Opinión negativa a la que se ha sumado buena parte de la prensa británica y de los ciudadanos.
También hay críticas por la falta de transparencia de estas lujosas vacaciones, con portavoces reales que se negaron a revelar cuánto le estan costando a los contribuyentes.