Tres zonas de paz favorecieron la organización de megabandas en Caracas

Tres zonas de paz favorecieron la organización de megabandas en Caracas

Cota 905, Caracas / Foto EFE/Miguel Gutiérrez

 

“La mayoría de los vecinos ya le tiene miedo a la policía cuando se mete al barrio porque siempre hay tiros y a quienes ellos buscan no los consiguen, porque se van del barrio. La zozobra nos queda a nosotros que tenemos a nuestros hijos en la cancha o haciendo un mandado”.

lapatilla.com / Con información de Crónica Uno





Martha —nombre ficticio por medidas de seguridad— vive en la parte alta del Cementerio, que colinda con la Cota 905. Ambas zonas, y también en El Valle que es otro sector cercano, son controladas por líderes de una megabanda que se formó en el oeste de Caracas.

“Ellos [para referirse a los delincuentes] pasan gritando ‘¡metan a los menores, metan a los menores!’ cuando viene la policía, porque no quieren que nadie del barrio salga herido. Ya uno se ha acostumbrado a esta situación, pero las bandas no se meten con la gente del barrio, le tenemos más miedo a la policía porque matan o golpean a inocentes”.

Las megabandas en Caracas se consolidaron a raíz de la conformación de las zonas de paz. El Cementerio, El Valle y la Cota 905 son sectores populares dominados por estos grupos delictivos que tienen entre sus líderes a tres de los 10 delincuentes más buscados del país, según el Ministerio de Interior, Justicia y Paz.

Carlos Alfredo Calderón Martínez, apodado el Vampi y Carlos Luis Revette, el Koki son lugartenientes de Garbis Ochoa Ruíz, conocido como el Galvis y conforman la megabanda que se extiende por más de 20 kilómetros en estas tres barriadas. Tienen solicitudes por homicidio, secuestro, robo de vehículos y tráfico de drogas.

El Galvis, quien figura entre los delincuentes más buscados del país, lidera la megabanda que controla el territorio de la Cota, El Valle y El Cementerio
Estos hombres han liderado importantes enfrentamientos con los efectivos de seguridad del Estado. El más reciente ocurrió el viernes 26 de julio con funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), cuando realizaban un trabajo de inteligencia en la zona.

Durante casi dos horas los delincuentes dispararon armas de alto calibre y detonaron granadas para evitar que ingresaran. Vecinos del Paraíso describieron la situación como una pesadilla e incluso entraron balas perdidas a los apartamentos.

 

Fuentes extraoficiales indicaron que la policía científica realizaba labores de inteligencia en la zona y los delincuentes consideraron que se habían roto los “acuerdos” de la zona de paz, por esto arremetieron en su contra. Ese acuerdo se traduce en no permitir el ingreso de policías al barrio a cambio, presuntamente, de que no se comentan delitos.

El tiroteo culminó aparentemente por una orden del alto mando, que les exigía que retiraran a las comisiones de la Cota. Cuatro funcionarios del Cicpc resultaron heridos y ningún delincuente lesionado.

Según el abogado criminalista Fermín Mármol García, una megabanda está compuesta por un mínimo de 50 a 80 personas y hasta 150. En su arsenal tienen armas largas, armas cortas, granadas y radio transmisores.

Además su influencia controla por lo menos dos estados del país, que han cedido como consecuencia de la ausencia de políticas públicas del gobierno de Nicolás Maduro.

En Venezuela el bloque criminal de megabandas lo componen entre 60.000 y 65.00 personas activamente. Según investigaciones de Mármol García, actualmente 150.000 venezolanos se dedican a distintos delitos en todo el país.

“Las bandas se unieron y conformaron las megabandas que son además una compilación de distintos delitos como secuestros, homicidios, extorsiones, robo de vehículos y tráfico de drogas. Todos sus miembros se dedican a estos delitos violentos”, explicó.

Pero en el oeste también hay otra megabanda: los colectivos armados del 23 de Enero, según el sociólogo Luis Cedeño, director de la Asociación Civil Paz Activa.

Además comentó que estos grupos delictivos emularon el pranato de las cárceles y lo trasladaron a los barrios. En las prisiones uno o varios hombres controlan al resto de la población y desde adentro cometen delitos que resultan bastante atractivos para ellos económicamente.

A diferencia de las megabandas que operan en la Cota, El Cementerio y El Valle los colectivos armados guardan una ideología política pero el factor común es que tomaron control territorial por la permisividad del Estado y la falta de políticas públicas.

“En Petare hay bandas, que controlan los territorios de sus sectores, pero hasta el momento no se han conformado unas megabandas como las que observamos al oeste de Caracas tanto en el 23 de Enero como en la Cota 905, El Cementerio y El Valle”, agregó.

 

Megabandas y zonas de paz de la mano con el Estado

“Los vecinos dicen que en esa reunión con la gente del Gobierno fueron el Koki y el Garvis, supuestamente era para recobrar las zonas de paz, que se habían roto cuando entraron los funcionarios en las OLP [Operación de Liberación del Pueblo]. Todos en el barrio saben que a la Cota no entran policías”.

Este fue el testimonio de una vecina, a quien se resguardó su identidad, para Crónica.Uno en agosto 2016, luego de figuras como Delcy y Jorge Rodríguez, y el Potro Álvarez estuvieran en la zona en una reunión a favor de la paz.

El plan de Pacificación, que consistía en darle ayudas sociales a las personas de los sectores populares a cambio de que entregaran las armas, dio pie para que nacieran las zonas de paz.

El abogado criminalista Fermín Mármol García detalló que los miembros de distintas bandas se sentaron en la misma mesa para negociar con figuras del gobierno y desde entonces comenzó su unificación.

A su juicio, las megabandas tomaron fuerza por la creación de las zonas de paz, que aunque no fueron anunciadas en gaceta oficial, por fuentes policiales se conoció que el plan piloto inició en los estados como Aragua, Miranda y Guárico, hasta que llegaron a la capital.

“La policía no pudo hacer su trabajo y tampoco pudieron cumplir con su deber, no pudieron avanzar ni desarticular a las bandas. Ahora esas megabandas quedaron como intocables y además se desmoraliza a la institución”, expresó Mármol García.

Fuentes policiales contaron a Crónica.Uno que aunque no hay pronunciamiento oficial, ellos saben que no deben ingresar a la Cota, El Cementerio y El Valle. Durante 2016 los vecinos contaron que hubo presencia de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en un comando, pero los delincuentes pasaban sin temor ante ellos, pues se sentían “apadrinados”.

También como parte de una política de “mano blanda” el Estado optó por sentarse con los miembros de las bandas, con la finalidad de disminuir las cifras que aumentaban los enfrentamiento entre bandas, según el sociólogo Luis Cedeño.

“Cuando se dieron cuenta de esa cifra importante y que no podían controlar la criminalidad y tampoco que ellos no se mataran, negociaron con las bandas para que ellos hicieran treguas. El Estado iba a dejarlos tranquilos en esas zonas de paz y les dio ayudas sociales, que posteriormente usaron en vehículos, por ejemplo”.

Sin embargo, esta idea lo que propició fue que los delincuentes se unieran en megabandas, abarcando grandes zonas geográficas que no tienen control de políticas públicas.

 

Niños y mujeres forman parte de megabandas

Según las investigaciones de Paz Activa, los niños y adolescentes son parte esencial de estos grupos delictivos. Los más pequeños son utilizados por los líderes para que transporten drogas, armas o lo que ellos necesiten, bajo la premisa de que pasarán desapercibidos.

La socialización del niño hacia la banda empieza temprano, entre 6 y 8 años, antes de entrar a una que ocurre entre los 12 y 15 años. Si una madre forma parte de una megabanda, el niño ya está predestinado a la vida delictiva”, contó Luis Cedeño.

Las mujeres ganaron roles importantes: en los secuestros son las retenedoras de las víctimas y las alimentan, posiblemente las escondan en sus casas. Asimismo, manejan el arsenal e incluso se encargan de su traslado.

“Creen que no las van a revisar, quizá porque van con niños y tienen estos roles. No hay megabandas de mujeres, sin embargo hemos investigado bandas de mujeres que se dedican a delitos como la extorsión”.

Expertos aseguran que las OLP no fueron solución para combatir la delincuencia

Según el informe anual 2018 del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), 88 % de las víctimas de homicidios son varones y 70 % tiene entre 15 y 34 años. El municipio Libertador tiene una tasa homicidios de 100 fallecidos por 100.000 habitantes.

Ante este panorama el abogado criminalista Fermín Mármol García alertó que el Estado debe generar políticas públicas para el rescate de la población juvenil.

Consideró que la OLP que dio inicio en julio de 2015, precisamente en la Cota 905, arrojó resultados temporales pero no disminuyó los índices de criminalidad.

“Los jóvenes terminan en el cementerio, en bandas o en la cárcel. Urge recuperar a los jóvenes con políticas públicas adecuadas. Tenemos un porcentaje importante de jóvenes que también han emigrado, las zonas están quedando solas y los desfavorecidos a manos de delincuentes”.

Agregó que las megabandas no entregarán el control tan fácil, por lo que urge que el Estado demuestre que no hay intocables y que ponga en marcha políticas públicas, que eleven la denuncia ciudadana y se recupere la confianza en los cuerpos de seguridad.

“Reducir la impunidad y la corrupción, pieza fundamental contra el crimen y la violencia. El discurso también debe cambiarse y la imagen del fusil en los barrios debe quitarse, no se necesitan fusiles en los barrios, se necesitan libros, deportes y música. Los barrios deben llenarse de canchas, escuelas y música, no de armas”, sentenció.