En el par de relatos que hizo Carlos Marx sobre El Libertador, no sólo agredió al padre de la patria, sino que desvalorizó a los pueblos latinoamericanos. Lo que ratificó también en otros escritos sobre nuestra realidad donde nos llamó “pueblos bárbaros. Para Marx la independencia sólo fue posible por la participación de Inglaterra contra la España imperial. A nuestras tropas las calificó de débiles “por incapaces de realizar un esfuerzo de largo aliento” y de traicioneras “por pasarse con mucha facilidad al enemigo”. Un régimen bolivariano y marxista es en sí mismo una contradicción.
Paradójicamente Marx parece coincidir en su apreciación sobre los pueblos latinoamericanos con Laureano Vallenilla Lanz, quien desdeña de nuestra condición: “Si en todos los países y en todos los tiempos –aun en estos modernísimos en que tanto nos ufanamos de haber conquistado para la razón humana una vasta porción del terreno en que antes imperaban en absoluto los instintos- se ha comprobado que por encima de cuantos mecanismos institucionales se hallan hoy establecidos, existe siempre, como una necesidad fatal, el gendarme electivo o hereditario de ojo avizor, de mano dura, que por las vías de hecho inspira el temor y que por el temor mantiene la paz, es evidente que en casi todas estas naciones de Hispanoamérica, condenadas por causas complejas a una vida turbulenta, el caudillo ha constituido la única fuerza de conservación social, realizándose aún el fenómeno que los hombres de ciencia señalan en las primeras etapas de integración de las sociedades: los jefes no se eligen, sino se imponen…Esa es exactamente la situación de Venezuela. Pero así como de la espantosa anarquía surgió Simón Bolívar, ha podido surgir Mariño, Piar… o cualquier otro que hubiera tenido poder para contener y disciplinar aquellos elementos dispersos y sofrenar la anarquía.”
Hoy recordando al obispo de los pobres Helder Camara podríamos recitar: “Especialízate en el difícil arte de descubrir, en todas y en cada una de las ideologías la parte de verdad que hay en su seno, el entendimiento humano es incapaz de adherirse al error absoluto”. En este sentido, y ante el desorden que recuerda el quejido Mirandino “Esta gente solo sabe de bochinche, bochinche y más bochinche” clamar por la vuelta a la cordura, a los valores y ¿por qué no? al héroe.
@OscarArnal