La idea de escribir un diario es relativamente reciente en la historia cultural de la humanidad. Si bien la escritura surgió fundamentalmente ante la necesidad de llevar un registro, pasaron muchos siglos antes de que dicha actividad se consagrara a la subjetividad, el mundo interior y la perspectiva individual de la realidad que son propios de una. Reseñó Pijama Surf
Ese es el caso del diario de Frida Kahlo, algunas de cuyas imágenes acompañan esta nota. En el caso específico de este cuaderno, cabe mencionar que se trata de una relación que Kahlo sostuvo durante los últimos 10 años de su vida, que fueron especialmente arduos para ella, sobre todo por causa del deterioro de su salud física y mental.
Con todo, como a veces pasa en el caso de los artistas, el sufrimiento en el que vivió encontró expresión creativa y estética. Como si de una transmutación se tratase, Kahlo partió de esa materia dolorosa para elaborar una obra admirable.
De hecho, los cuadernos destacan más por su valor artístico que por los posibles datos biográficos o históricos que quisieran encontrarse. De acuerdo con investigadores que han tenido acceso a los documentos, salvo algunos detalles concretos (como alusiones a reuniones del Partido Comunista o citas con el médico), en los diarios de Kahlo la precisión histórica brilla por su ausencia.
A cambio, además de dibujos, acuarelas y pequeñas pinturas, el diario abunda en textos creativos en poesía y prosa, juegos de palabras en los nombres dados a las ilustraciones, relatos de sueños tenidos, ejercicios de asociación libre y otros mecanismos que a partir de la escritura sirven para explorar y dar cauce a la subjetividad.