“Nunca has visto lo peor en Venezuela”. Habla el abogado Alfredo Romero, que lleva 18 años tratando con el horror en Venezuela, con quienes sufren el aparato represor del régimen chavista. Es el director presidente de Foro Penal venezolano, la ONG cuyo objetivo es claro: “Que se haga justicia”. Así se titula también el documental que se ha exhibido este viernes en la Fundación Once en Madrid en el que se narra su historia desde su origen en abril de 2002 hasta 2014. “Hemos de hacer una secuela. Queda mucho por contar”, señala Alfredo Romero.
Mientras usted está leyendo este artículo, hay decenas de venezolanos de los que nadie sabe hacinados en cárceles infrahumanas. Un ejército de voluntarios, abogados y profesionales diversos, defensores activos de los derechos humanos se ponen en marcha cada vez que acude a ellos un familiar de un desaparecido. Registran el caso, lo documentan, acuden en su búsqueda a hospitales y cárceles, y cuando comprueban que está arrestado batallan por su liberación.
“Luchamos contra el olvido. Lo peor para un preso es el olvido”, remarca Romero, que se acuerda del nombre y detalles de cada caso. “Ahora hay 522 personas presas por razones políticas. Mañana el número puede variar”. De ellos, 109 son militares. Desde 2014 han registrado más de 15.000 detenciones arbitrarias motivadas por razones políticas. Detrás de cada una de estas cifras hay una tragedia humana.
Lo peor este año es lo que sufren las familias de los militares perseguidos por el régimen. Lo peor en 2019 son las muertes de menores, niños de 13 o 14 años, hasta ahora seis han sido asesinados en las protestas en 2019.
Lo peor en su recuerdo más reciente es no poder ofrecer consuelo a Rufo Chacón, de 16 años, que perdió los dos ojos al recibir el impacto de cientos de perdigonazos de soldados gubernamentales en una protesta motivada por la falta de gas en Táchira el primer día de julio de 2019.
Balance de #PresosPoliticos en Venezuela al 19/08/2019 por Foro Penal:
Total presos políticos: 522
Hombres: 477
Mujeres: 45Civiles: 413
Militares: 109Adultos: 522
Adolescentes: 0#QueSeHagaJusticia #DDHH #Infografia #Balance #Libertad pic.twitter.com/z7SeeXdmwO— Foro Penal (@ForoPenal) August 21, 2019
“Le llevamos a Caracas. Era la primera vez que estaba en la capital. Le pregunté dónde quería ir para entretenerle mientras esperábamos para saber qué decían los médicos. Me respondió: ‘Para mí conocer significa ver y no puedo ver nada’”, evoca Romero, quien confiesa que se sentía impotente ante la desgracia del joven. “¿Cómo vamos a ayudar a Rufo?”, agrega. La madre de Rufo, Adriana, ya dijo que su niño se quería morir al conocer su desgracia. “Se me acabó la vida”, repetía.
El “Inframundo”
Lo peor que ha vivido Alfredo Romero le traslada a la Tumba, cinco pisos bajo el suelo, o al llamado Inframundo, uno de los peores centros de detención de Venezuela.
“La última vez que fui tenía que taparme la boca con las manos o con un pañuelo para que no me entraran moscas. El lugar donde los abogados veíamos a los detenidos es un vertedero. Allí llevaron a muchos arrestados en las manifestaciones del 23 de enero (cuando asumió como presidente encargado, Juan Guaidó). Los recluyeron en celdas sin ventilación. No tenían agua ni para beber ni para lavarse. Los que salían tenían problemas psicológicos”, señala Romero, quien en Caracas se mueve con protección de la Corte Interamericana tras recibir amenazas.
Asiente a su lado el alcalde metropolitano Antonio Ledezma, en España desde hace casi dos años después de sufrir persecución política en Venezuela. “Es la defensoría del pueblo, de los que no tienen recursos, de todos los venezolanos”, afirma Ledezma. Junto a su esposa, Michi Capriles, acudió hace años en demanda de ayuda por el asesinato de un joven allegado a la familia de ella.
La represión del régimen chavista va in crescendo. En 2017 aumentan las detenciones y arrestan a mujeres. Las torturas con descargas eléctricas o los abusos sexuales ya son algo habitual. En 2018 se hicieron sistemáticas las torturas.
En 2019 continúa todo lo anterior pero añaden en su punto de mira a las familias de los militares rebeldes y todo aquel, incluso menores, que participe en alguna protesta. “En 2002 pensaba que nuestra tarea iba a acabar pronto pero cada vez es mayor”, apunta. Con un sentido del humor muy venezolano, asegura que son la única empresa en el país que cada vez cuenta con más personas trabajando. Más de 7.000 distribuidos en 14 grupos en todo el mundo.
Una mujer interpela a Alfredo Romero porque quiere contar su historia. Entre sollozos habla de su hijo, el capitán Camargo, quien fue torturado salvajemente en prisión, hasta el punto de ni siquiera conocer a su madre cuando fue a verle a prisión por primera vez. Relata cómo vendió todo lo que tenía para conseguir que le dejaran en libertad. “Firmé que salía sano y salvo, pero estaba destrozado”, rememora.
Romero recuerda el caso, incluso que cumplían años el mismo día, el 7 de enero, y en una ocasión se felicitaron en la cárcel en esa fecha. No sabía que había podido salir de Venezuela rumbo a Chile.
“Jamás el régimen va a dejar de utilizar la represión. Es su herramienta más efectiva. Es su capital. Usa la represión como mecanismo de control político. Cuando al régimen se le debiliten las unidades represivas perderá el poder”, explica Alfredo Romero.
Y detalla: “Puede debilitarse económicamente. Militarmente, algo que está pasando. O el apoyo de la población. Nunca dejará que se debiliten las unidades represivas. Perdería el control, son unidades de contrainteligencia que vigilan a los militares, a los que ahora persiguen de forma muy tenaz”. No reducen la represión, pueden excarcelar pero luego encarcelan en lo que llamamos puerta giratoria.
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