“El ‘Führer’ necesita una excusa para la guerra”, explicó Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich, en agosto de 1939, y el plan era simple: los alemanes llevarían a cabo una serie de incursiones fronterizas en las que supuestamente estaban implicados polacos.
La más importante de estas operaciones de bandera falsa fue un ataque de “insurgentes polacos” a la estación radiofónica alemana de Gliwice en Alta Silesia. “¡Atención! Aquí Gliwice. La estación está en manos polacas”. Los nazis querían que estas palabras dieran la vuelta al mundo. En realidad, un comando de las SS, dirigido por Alfred Naujocks, estaba detrás del supuesto ataque.
“La mentira que se construyó allí fue impresionante”, dice el historiador Florian Altenhöner en entrevista con DW. Altenhöner es el autor del libro “El hombre que empezó la Segunda Guerra Mundial. Alfred Naujocks: falsificador, asesino, terrorista”. Por otro lado, según el historiador, “hay que preguntarse, por que este régimen no confiaba en su poder, sino que quería dar la impresión de que actuaba moralmente bien y que la guerra ofensiva alemana se debía justificar como una guerra defensiva”. La operación en la estación de Gliwice fracasó por razones técnicas. El mensaje propagandístico de los supuestos polacos solo se pudo captar alrededor de Gliwice. La señal ni siquiera llegó hasta Berlín. Sin embargo, y según estaba previsto, el cuerpo de uno de los supuestos “atacantes polacos” permaneció en la estación. Los nazis lo llamaron cínicamente “carne en conserva”. Se referían a un condenado mantenido vivo para ser utilizado cuando conviniera. El muerto se llamaba Franciszek Honiok y era un campesino de ascendencia polaca que vivía en la Silesia alemana. Honiok fue vestido con un uniforme del Ejército polaco y trasladado, drogado e inconsciente, hasta Gliwice. Allí lo asesinaron con un tiro en la cabeza y lo dejaron como “prueba” de la culpabilidad polaca del ataque.
La primera víctima de la Segunda Guerra Mundial
El mismo Naujocks rechazó la responsabilidad por la muerte de Honiok. “Fue una tarea altamente política que se llevó a cabo de acuerdo a las órdenes”, dijo en una entrevista con el semanal alemán “Der Spiegel”, en 1963.
Unas horas después de la operación de bandera falsa en Gliwice, se realizaron otros ataques de ese tipo: contra una logia forestal alemana en Pitschen (Byczyna), y contra una estación de aduanas en Hochlinden (Stodoly). También en Hochlinden los nazis usaron “carne en conserva”, esta vez, prisioneros del campo de concentración de Sachsenhausen.
“Esta noche, Polonia disparó por primera vez en nuestro propio territorio. Desde las 5:45 de la madrugada devolvemos los disparos”, anunció Hitler el 1 de septiembre de 1939. Los periódicos alemanes, especialmente el órgano del NSDAP “Völkischer Beobachter”, comentaron con enfado los “ataques” polacos. La mentira propagandística cumplió su propósito: supuestamente, Alemania no tenía otra opción que defenderse.
Conmemoración, este 31 de agosto de 2019
Poco se sabe de Franciszek Honiok, la primera víctima de la Segunda Guerra Mundial. Vendía máquinas agrícolas, era ciudadano alemán, pero tenía una gran simpatía por los polacos. Incluso participó en una de las tres revueltas silesias en las que los altos silesianos exigieron que la provincia se uniera a Polonia. Además, se dice que estuvo en Berlín en el primer Congreso de los polacos en Alemania. La Gestapo probablemente ya lo tenía en la mira. ¿Franz o Franciszek? ¿Alemán o polaco? Esta pregunta refleja el complicado destino de Silesia.
En la carrera de Alfred Naujocks, Gliwice fue solo una de las muchas “acciones” al servicio del régimen nazi. Naujocks fue responsable, entre otras cosas, del secuestro de dos agentes de inteligencia británicos en los Países Bajos, de la falsificación de billetes de banco británicos y de la “lucha antiterrorista” contra el movimiento de resistencia en Dinamarca.
Naujocks fue condenado una sola vez, en 1949 en Dinamarca, inicialmente a 15 años de prisión, y en segunda instancia, a cinco años. Pero ya en junio de 1950 salió de la cárcel. Se estableció en Hamburgo en 1952, donde vivió como empresario. Desde finales de la década de 1950, varios fiscales alemanes investigaron toda una serie de crímenes contra él. Alfred Naujocks murió 1966 en Hamburgo.
Con motivo del 80 aniversario del “incidente de Gliwice”, la familia de Franciszek Honiok fue invitada por primera vez a Gliwice, el 31 de agosto, para conmemorar a la primera víctima de la Segunda Guerra Mundial.
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