Venezuela y Colombia, unidos en todo, por @ArmandoMartini

Venezuela y Colombia, unidos en todo, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

La verdadera Guerra de Independencia no comenzó en Venezuela hasta que Simón Bolívar la invadió desde Colombia -para entonces Virreinato de Nueva Granada-, nuestra emancipación se consolidó; ni Carabobo pudo ser, hasta que el Libertador, no regresó a Colombia a derrotar a los españoles en Pantano de Vargas, colocar la bandera y en Boyacá para arrasar con el imperialismo español.
De Santa Fe de Bogotá volvió para avanzar hasta Carabobo e hincar el gallardete tricolor venciendo las fuerzas invasoras, derrotando sus últimos reductos en Puerto Cabello y Lago de Maracaibo. Grandes batallas símbolos de la liberación del norte de Suramérica.

Después, unidos venezolanos y colombianos, avanzaron hacia el sur. Bomboná, Pichincha, Junín, Ayacucho, grandiosas cruzadas de dos patrias que eran una bajo el mismo liderazgo, el de Bolívar. San Martín no regresó a Buenos Aires, entendió el poder de esa fuerza colosal anudada con firmeza y grandeza por Simón Bolívar.

Hoy, la unión de dos naciones se funde en una sola emoción, la fuerza del Caribe, la imponencia de los Andes y los horizontes sin límites de las llanuras, también ha sido entendida pero no por grandes hombres sino por bandidos. Y, para vergüenza nuestra, por una revolución que, en vez de impulsar la cultura intelectual, espiritual, respeto a los Derechos Humanos, libertad, bienestar y prosperidad, copia la filosofía villana de la destrucción, control y restricción para gobernar sentada sobre la ruina de las principales cualidades del ser humano, principios y valores democráticos, buenas costumbres ciudadanas, libertad de pensar, opinión, decidir y actuar, espíritu de mejorar en lo colectivo, personal y familiar. Una revolución que se destruye a sí misma, con espíritu de escorpión en medio del río, deshilachando el orgullo, educación y conciencia de su propio pueblo, basado en las lecciones de uno de los mayores desastres de la historia, el castrismo embustero, mentiroso, equivocado por la ambición desmedida e hipocresía de los hermanos Castro y sus esbirros cubanos, terminaron revelando lo que, al principio parecían símbolos de libertad y progreso, no eran más que escondrijos de pulgas para infectar cuanto tocaban.

Incapaz de producir por sí misma el patrimonio que había destruido a cambio de eliminar la tiranía uniformada y cómplice en Cuba por la de los discursos interminables de Fidel, de restañar la sangre derramada por el intransigente, y poco dado al baño médico convertido en afiche, que terminó siendo echado en medio de la ruda selva boliviana. La revolución castro-cubana mostró hambre y sed por las riquezas de una Venezuela en la cual demócratas convencidos educaban a un pueblo que siempre rechazó a la izquierda en armas.

Hasta que arribó un militar, mejor político que soldado, con carisma y poca cultura; engañando al pueblo deslumbrándolo con ayuda majadera de intelectuales y medios de comunicación -finalmente arrebatados- por sus propias y egoístas avideces. No es posible negar el talento maligno de Fidel, envolvió aquella ignorancia tan ingenua como perversa, encandilando al militar hecho caudillo de que con el comunismo castrista le iría mejor.

Controlando a Venezuela, el castrismo asistido por socios cómplices codiciosos abrió camino al delito. Fue así como no sólo se metieron en toda actividad para adueñarse del presupuesto -que podía o no hacerse, asunto secundario, simple pretexto para robarse el dinero-, sino que abrieron la puerta -y botaron las llaves- a uno de las actividades más crueles e inhumanas de la historia, el narcotráfico; despejando obstáculos hacia la minería, el oro, diamantes, en manos cleptómanas e implacables.

Las tropas de ejecución de esas perversiones es la guerrilla delincuente para quienes la Venezuela democrática dejo de ser pared para pegar espaldas, transformándose castro revolucionariamente en autopistas de control de su propio negocio, criminalidad en la cual estuvieron sumergidos y vivieron a costa del sufrimiento colombiano, el medio siglo anterior.

Gracias al pandillaje castro venezolano, los tenemos dueños de porciones, socios y beneficiarios de la riqueza venezolana. No importa cuánta incompetencia apliquen sus asociados para acabar con la industria petrolera, sustituido por lingotes de oro y otras riquezas. Con la ventaja de que ya no hay repartición con venezolanos mediante obras y avances, sino sólo entre los beneficiarios. Malandros politiqueros, bolichicos y enchufados.

La clase política venezolana -no toda afortunadamente-, se apartó de la realidad. Mientras el mundo observa con los pelos de punta cómo las FARC relanzan su lucha armada desde Venezuela. El manifiesto grosero e impertinente de romper el acuerdo de paz y retomar el camino de las armas, del así llamado Iván Márquez y el delincuente ciego conocido como Jesús Santrich, es un inmenso problema para Colombia, vergüenza para Venezuela, y amenaza para el continente.

La herencia que nos dejará el castro-madurismo al irse, porque se irá, no sólo es más pobreza, indigencia, infortunio y pérdida de años de historia, sino la dificultad aterradora de guerrilleros proscritos bandoleros, traficantes de droga, legitimadores de capitales mal habidos. Pesado legado que, con sangre, sudor y lágrimas, nos tocará resolver a los sobrevivientes de esta pesadilla.

@ArmandoMartini

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