Mugabe pasó sus últimos años como un “alma en pena”

Mugabe pasó sus últimos años como un “alma en pena”

El cuerpo del ex presidente zimbabuense Robert Mugabe regresa al país después de su muerte el viernes (6 de septiembre) en Singapur después de una larga enfermedad, Harare, Zimbabwe, 11 de septiembre de 2019. REUTERS / Siphiwe Sibeko

 

Dos meses después del aniversario del golpe de Estado de 2017 que lo forzó a dejar el poder, el otrora hombre fuerte de Zimbabue Robert Mugabe murió como un “alma en pena”, según familiares y aliados.

Mugabe, quien falleció en Singapur el viernes a los 95 años, había gobernado con mano de hierro al país del África austral ininterrumpidamente durante 37 años y siete meses.

Mugabe era Zimbabue y Zimbabue era Mugabe. Pero en sus últimos años se volvió cada vez más vulnerable e indefenso, según familiares, aliados y analistas. Se inclinó ante la presión y dimitió el 21 de noviembre de 2017 tras un golpe de Estado con apoyo militar, que puso fin a un gobierno cada vez más tiránico que obligó a millones de personas a huir de Zimbabue para escapar de la represión y la ruina económica.

Su entorno afirmó que el golpe de Estado fue algo muy duro para Mugabe, quien no se recuperó de la conmoción. Sobre todo, porque nunca pensó que los militares, que él mismo había preparado y en los que había confiado durante años podían traicionarlo.

“Fue repentino, su salud se deterioró increíblemente rápido”, dijo su sobrino Leo.

– “Ciego ante la realidad” –

El golpe fue preparado durante meses, pero Mugabe estaba “ciego ante la realidad en ese momento”, según Ibbo Mandaza, uno de los intelectuales que trabajó en el gobierno de Mugabe después de la independencia.

“Los últimos años de Mugabe fueron años de extrema vulnerabilidad”, dijo Mandaza, ahora jefe del Think tank Southern African Political Series (SAPES).

Poco después de que los tanques se lanzaran a las calles de Harare en una demostración de fuerza, uno de los aliados de Mugabe, el ex ministro de Educación e Información Jonathan Moyoque, buscó refugio en la casa del líder.

Luego de pasar tiempo con él en los días inciertos tras el golpe, Moyo dijo que Mugabe había cambiado repentinamente. “Se volvió inusualmente introvertido, se retiró de manera casi instantánea sin comprometerse con nada ni con nadie”, explicó.

Se convirtió en un “alma rota, destruida y en alguien cuyo mundo se derrumbó delante suyo y lo dejó indefenso”, dijo Moyo en una entrevista telefónica desde Kenia, adonde huyó después del golpe. Los generales tomaron el poder días después de que Mugabe despidiese a su vicepresidente y hubo protestas callejeras masivas, puesto que el otrora todopoderoso dirigente estaba posicionando a su esposa Grace para sucederlo.

Después de días de conversaciones mediadas por el sacerdote jesuita Fidelis Mukonori, Mugabe renunció. Cercano a Mugabe durante décadas, Mukonori mediaba en la mayoría de los conflictos en la política de Zimbabue, comenzando en la década de 1970 con conversaciones entre la guerrilla y el gobernante colonial de Gran Bretaña que condujeron a la independencia en 1980.

Negociar la salida del hombre que gobernó durante casi cuatro décadas “no fue un paseo por el parque”, dijo a la AFP en una catedral en las afueras de Harare. “Fue por el interés nacional que decidió dimitir”, añadió Mukonori, quien visitó a Mugabe varias veces después del golpe.

– “Desilusionado, enojado” –

Según otro prelado, este alivio no duró mucho. Kennedy Muguti, vicario general de la arquidiócesis de Harare, había celebrado con mucha frecuencia misas en el domicilio de los Mugabe.

Él también asegura que el nonagenario quedó “decepcionado y amargado” después de su caída. “Celebré la última misa a la que asistió antes de partir hacia Singapur (…) había mantenido la fe a pesar de su decepción (…) pero sí, era un hombre desilusionado, estaba frustrado, estaba enojado”, sentenció Muguti.

Esa rabia fue evidente en su última conferencia en Harare. En una última provocación, había dado cita a toda la prensa internacional la víspera de las elecciones presidenciales, en julio de 2018, prometidas para quiene los generales habían instalado meses antes en su sillón, Emmerson Mnangagua.

Mugabe anunció ante su público la posibilidad de votar por la oposición. “No puedo votar por el Zanu PF”, su partido de siempre que lo había excluido de su presidencia, “¿qué me queda?” dijo. “Solo (Nelson) Chamisa”, líder del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC).

Posteriormente, un alto funcionario del Gobierno aseguró al periódico estatal Sunday Mail que no hizo nada. Pero el ex director general de la presidencia, Isaac Moyo, un pariente cercano de la familia Mugabe, afirmó que el expresidente estaba muy perturbado en vísperas de las elecciones.

La primera en la historia de Zimbabue independiente en la que no participó. “Me han dicho que ha sufrido, que no ha podido dormir”, señaló Moyo, pero “ha votado correctamente”. AFP

Exit mobile version