El nuevo jefe interino de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica es un enviado experimentado que en su día planteó la idea de ir a Chile unilateralmente para atrapar a un poderoso general responsable del asesinato de un político izquierdista en Washington en la década de 1970.
Por Alonso Lugo y Joshua Goodman / AP
El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció el jueves que Michael Kozak asumirá la dirección de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental a un mes de la renuncia de Kimberly Breier.
El nombramiento sugiere que la Casa Blanca seguirá manteniendo una línea conservadora hacia la Venezuela socialista, incluso después de que el presidente Donald Trump destituyó al asesor de Seguridad Nacional John Bolton alegando fuertes discrepancias sobre Irán, Afganistán y otros desafíos de escala global. Kozak fue el segundo de Elliott Abrams, el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, y desempeñó un papel importante en la configuración de la política estadounidense hacia el país este año.
El jueves, Trump tuiteó: “Mis opiniones sobre Venezuela, y especialmente Cuba, eran mucho más fuertes que las de John Bolton. ¡Él me estaba reteniendo!”.
Las declaraciones del presidente se produjeron un día después de que los ministros de Exteriores de los 19 países del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca fueron convocados a una reunión más tarde este mes para valorar las opciones de respuesta a la crisis de venezolana. El tratado contempla la intervención militar como una de las opciones disponibles si la paz del hemisferio se ve amenazada, pero Washington afirmó que el objetivo de la cumbre será abordar la crisis desde un nuevo marco y no una acción de ese tipo.
La propuesta planteada hace décadas por Kozak para al menos considerar la detención del general prófugo en Chile podría envalentonar a quienes quieren una intervención militar estadounidense para derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Considerado un férreo defensor de los derechos humanos, Kozak escribió un cable en 1991 a Bernie Aronson, quien por entonces era el secretario adjunto para Asuntos Interamericanos, con al menos seis opciones para llevar ante la justicia al general Manuel Contreras, director de la policía secreta DINA durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) en Chile. Contreras fue responsable de ordenar el coche bomba que mató al exembajador Orlando Letelier y a un asesor estadounidense en Washington en 1976, en uno de los ataques más sorprendentes de un gobierno extranjero perpetrado nunca en suelo estadounidense.
La más radical de las seis propuestas era viajar en secreto a Chile y apresar a Contreras sin el consentimiento del gobierno democrático que regía en aquel momento el país. Kozak advirtió que esta alternativa era “extremadamente peligrosa” porque incluía un “riesgo de enfrentamiento físico con sus fuerzas de seguridad, el asesinato de gente inocente, etc”. Las opciones figuraban en un mensaje diplomático relacionado con la era de Pinochet que la Casa Blanca desclasificó hace poco como signo de amistad con el pueblo chileno.
La propuesta fue descartada y Contreras terminó siendo condenado en Chile en 2005.
Kozak había fungido antes como jefe de misión en La Habana entre 1996 y 1999. Además formó parte de la negociación y puesta en marcha de un plan para terminar con el conflicto en Nicaragua en la década de 1980 de forma democrática, y fue un actor clave en los esfuerzos para derrocar al general Manuel Noriega en Panamá.