“Cuando solo era dueño de mi próxima respiración, o cuando no, sabía que no estaba solo”.
La oscuridad reinó en Venezuela en marzo de este año. No solo por el apagón nacional -que se extendió por más de dos semanas en algunos estados del país caribeño-, sino porque además, cuando la desinformación imperaba, desapareció Luis Carlos Díaz, periodista y activista por los Derechos Humanos digitales.
Por María Emilia Jorge M / infobae.com
Su red de amigos, colegas y conocidos se activaron en cuanto su esposa, Naky Soto, se dio cuenta de que Luis Carlos no estaba ni en la radio donde trabaja ni había llegado a casa. Durante casi 30 horas estuvo desaparecido y ninguna autoridad daba razón de él, aunque siempre estuvo en manos del chavismo.
Sus abogados declararon que durante la detención le robaron la mochila, su billetera con toda su documentación, el celular y su bicicleta. Cuando allanaron su casa, además, se robaron los dólares que tenían reservados para el tratamiento de cáncer de su esposa.
Las razones de la detención solo se supieron cuando en las redes del programa de Diosdado Cabello, la segunda cabeza del gobierno chavista, se publicó un video alterado en el que parecía que Luis Carlos hablaba de un apagón (aunque realmente hablaba de un blackout informativo).
Finalmente, lo dejaron volver a la calle, pero tiene prohibido salir del país sin permiso de un tribunal, prohibición de dar declaraciones, entre muchas otras restricciones, por lo que aún no puede contar lo que vivió. Los morados que se asomaban en sus brazos la noche en que lo devolvieron a la calle hacen presumir que fue una víctima más de lo que ya hasta la Organización de Naciones Unidas admite: el chavismo tortura.
Y aunque no puede hablar, se rehúsa a dejar de denunciar la crisis que atraviesa Venezuela con Nicolás Maduro al mando, incluyendo la crisis a nivel digital. Ha dado clases y conferencias en más de 22 países y sostiene: “En Venezuela se bloquea Twitter, Youtube e Instagram, cada vez que la oposición hace streaming. Es una cosa absolutamente ridícula. Se han bloqueado y perseguido páginas de todo tipo y no hay ningún tipo de sanción, contrapeso ni rendición de cuenta porque son decisiones burocráticas, administrativas y discrecionales”.
– ¿Cómo se logra ser un activista/influencer digital en uno de los países con el peor internet y con páginas web bloqueadas, como la de Infobae, por ejemplo?
– Venezuela no siempre tuvo un mal internet, de hecho fue vanguardia no solo en conectividad, penetración, velocidad, incluso algunas políticas públicas para lograr la digitalización de algunos procesos. Yo soy hijo de una escuela pública en el interior del país que ya en el año 94, 95, tenía internet, y eso lo hizo el sistema público. Cuando hablamos del mal internet en Venezuela hablamos del 2012 para acá. Hoy tenemos menos gente conectada que antes, tenemos una lentitud terrible, a las empresas les está costando invertir y además la nacionalización en 2007 de las telefónicas Cantv y Movilnet ha sido un fracaso.
– ¿Puede considerarse una violación a los Derechos Humanos tener el peor internet de la región?
– Las decisiones políticas para hacer que el internet sea más lento, para que las empresas privadas tengan tarifas congeladas que las condenan a ir a la quiebra, la falta de divisas para el sector telecomunicaciones desde hace años van configurando una violación a los derechos humanos porque le impiden a la mayor parte de la población ejercer el derecho a la libertad de expresión en línea. A eso súmale que Venezuela es el país con más personas detenidas por contenidos en línea, inclúyeme. En Venezuela ha habido desapariciones arbitrarias, torturas, exilios de personas por publicar contenidos en redes sociales. Es un récord triste. Por ejemplo, Pedro Jaimes, @aerometeo en Twitter, está preso en este momento por publicar la ruta del avión presidencial, una ruta que es pública, que es visible para todos. Más conexión significa más poder para la gente, más autonomía, más posibilidades de ser independientes al poder y eso no lo tolera el chavismo.
– ¿Cuán avanzada está Latinoamérica en el internet libre? ¿Qué falta por hacer?
– Hace falta una medición regional que pueda estandarizar algunos procesos. Hay un problema y es que pocas veces América Latina se ve a sí misma como región para pensar en común algunas de estas cosas. Hay casos muy buenos, como Colombia, que tiene un Ministerio de Telecomunicaciones que funciona de manera neutral y que favorece que haya negocios, empresas, competencias. Brasil, Chile y Uruguay tienen avances interesantes. Venezuela es el único que trabaja en dirección contraria. Hay otros como Bolivia, Paraguay, que dan pasos más lentos. Pero estamos más dispersos de lo que creemos. Un internet libre implica que no haya censura ni persecución a contenidos, que haya parámetros judiciales y no administrativos para los bloqueos, que haya un juicio, que sea el último recurso disponible antes de agotar otros.
– ¿Twitter morirá, como My Space, por ejemplo?
– Twitter no ha muerto en circunstancias que pudiesen ser similares a las de MySpace: no ha muerto en momentos en los que no ha tenido financiamiento ni cuando ha bajado la cantidad de usuarios. Twitter cumple un servicio que es la función de socializar contenidos con una velocidad y una dispersión que es importantísimo para el mundo. Te permite conectar al mundo en tiempo real, cosa que otras redes no permiten hacerlo de manera tan eficiente y tan fácil.
– Has asistido a eventos en todo el mundo para hablar sobre periodismo ciudadano, internet libre y derechos humanos y digitales. ¿Qué apreciación tienen sobre Venezuela los representantes de otros países conocidos por largos períodos de inestabilidad económica, social y política? ¿Les sorprende lo que nos pasa o es un contraste de desgracias?
En Venezuela hablamos antes que en otros países de voto electrónico, de contactos con el Estado vía electrónica como la solicitud del pasaporte, había una suerte de desarrollo digital que podía ser compartido, pero desde 2013 en adelante la cosa fue horrorosa. A mí me ha tocado ser expositor con gente de Cuba, Turquía, China, Rusia, Bielorrusia, Túnez y es terrible porque lo que relatan todos es que han vivido en mala situación durante mucho tiempo. La diferencia con Venezuela es la velocidad de la debacle, la caída. Hay otros temas que ya no se incluyen en las agendas y que para nosotros son fundamentales, hay países en las que el ancho de banda ya no se discute, el consumo básico de un usuario está cubierto, pero en Venezuela la conexión con Cantv (el operador del gobierno) está en menos de 2 megas, entonces la gente no puede acceder a televisión en HD, juegos en línea, emisión en streaming, intercambio de ficheros o bases de datos complejas. A eso hay que sumarle temas de quinto mundo, como los cortes eléctricos prolongados, la pérdida de la prensa impresa, la censura de la radio y la televisión hace que el resto de los países ni siquiera comprenda lo que estás diciendo. Pasé de compartir espacios con peruanos, colombianos, chilenos con los que quizás teníamos problemas comunes, a estar discutiendo problemas cotidianos para los venezolanos pero que en otros países no ocurren.
– Sobre tu detención: Cuando saliste del encierro, muchos asumieron que habías sido torturado por las marcas que tenías en las manos y los brazos. ¿Son correctas esas conclusiones?
– El Tribunal me prohíbe hablar de lo que ocurrió.
-Durante unas horas estuviste desaparecido. Tu esposa y tus abogados te buscaban en las sedes de la policía de inteligencia y en todas decían que no estabas ahí. ¿Es cierto que te llevaron a un centro de detención clandestino?
– El Tribunal me prohíbe hablar de lo que ocurrió.
– ¿Qué sí puedes decir sobre tu caso ante la justicia venezolana?
– Me impiden decir muchas cosas. Lo que puedo decir es lo público. Soy un periodista, defensor de Derechos Humanos, que fue detenido yendo a su casa cuando estaba en bicicleta al que le inventaron videos que fueron emitidos por el canal del Estado en los que se manipularon videos en los que yo hablaba de cortes de internet, de blackouts informativos, y los manipularon para hacer parecer que yo estaba hablando de blackouts eléctricos y que después de muchas horas de desaparición y de que se robaran el dinero del tratamiento médico de mi esposa, me presentaron ante un juez y me impiden salir del país presentándome en tribunales cada semana. El Estado usado contra un individuo que es público.
– ¿Qué opinas de que en pleno siglo XXI en Venezuela se repitan episodios similares a los de dictaduras latinoamericanas pasadas, como la existencia de centros clandestinos de detención y tortura?
– Es una vergüenza y un horror que haya gente en América Latina, sobre todo de movimientos de izquierda, capaces de apoyar las torturas, desapariciones, exilios, destierros, ejecuciones extrajudiciales que comete el chavismo en Venezuela. Son hechos verificados hasta en el informe de la ONU y es absurdo que en Argentina, Uruguay o Chile haya gente capaz de apoyar eso como práctica política. Y no lo digo por mi caso, sino por los casos que han sido verificados, denunciados y aún siguen esperando por justicia.
– Sueles hablar sobre la importancia de tejer redes. Cuando estuviste desaparecido se activaron las redes sociales para exigir que aparecieras. ¿Las redes te salvaron?
– Las redes fueron fundamentales en mi liberación. Todos los días me consigo gente que me cuenta lo que hizo ese día. Se recuerda porque el apagón fue prolongado y la situación de la gente era bastante precaria y ocurrió un hecho de absoluta injusticia, que generó rabia, que generó dolor, que generó una solidaridad enorme conmigo y con mi esposa. Desde la gente que rezó hasta la gente que llamó a amigos, compartió cadenas, participó en las campañas de las redes sociales, que se activó a acompañar a Naky a la Fiscalía, hubo protestas en muchas partes, autoridades que se pronunciaron dentro y fuera del país. La fortaleza de la red que se movió fue fundamental para que los civiles sintieran que por un día le ganaron una al poder y para que esa indignación por la injusticia que se había cometido se aliviara lo antes posible. Mi caso fue tendencia en 12 países distintos en Twitter.
– Cuando se emitieron tus medidas cautelares que incluyen la prohibición de salida del país, el juez aseguró que podrías pedir permiso para asistir a tus compromisos laborales en el extranjero. Lo cierto es que o no te han respondido o te los han negado. Hay varios derechos violados ahí, pero ¿qué es lo más grave de esta negativa?
– Han negado 4 solicitudes de salida. Están afectando mi trabajo, mi capacidad de ejercer mis derechos humanos, están cercenándome oportunidades laborales, me están impidiendo recuperar el dinero que me robaron que es importante para el tratamiento médico de mi esposa, además están acabando con el capital de relaciones que tengo en el exterior, pierdo fiabilidad como facilitador de contenido y me impiden ejercer derechos fundamentales. Yo solamente sé trabajar, y si me impides trabajar ¿cómo vivo, cómo protejo a los míos?
– No te dejan viajar, sacaron del aire el programa de radio que hacías con el locutor César Miguel Rondón, ¿de qué vives?
– Sigo trabajando como asesor y consultor, sigo escribiendo, pero además en Patreon.com/NakyLuisCarlos nos permite a Naky y a mí generar contenidos y la gente se suscribe a ellos. Somos de los poquísimos proyectos de comunicación en Venezuela que se sostiene con Patreon. Trabajo para empresas, para marcas, puedo hacer estrategias digitales; mi esposa es experta en comunicación y vocería, y con eso vamos trabajando. Lo que me está afectando mucho es no poder viajar, porque viajar me permite producir en una moneda de verdad y no en bolívares que son papelillos.
– ¿Sigue vendiendo hablar de política en Venezuela?
– En ocasiones no. En ocasiones el conflicto está tan paralizado que deja de ser relevante. La gente se dedica a otras cosas, a vivir. Entonces variamos nuestro contenido. Hay dificultades al hacer periodismo en dictadura y hay dificultades al hacerlo en transiciones hacia la democracia, y en Venezuela estamos en el peor de los dos casos porque ocurren simultáneamente y ninguno termina o empieza.
– Tienes un proyecto que se llama la Cátedra del Pop que nació si se quiere de tus intereses en cuanto consumo de series, películas, libros. ¿De qué se trata? ¿Te ha sorprendido la respuesta del público?
– La Cátedra del Pop me hace feliz. Mi proyecto es poder profundizar en temas de actualidad, política, economía, sociedad, filosofía, pero utilizando los códigos de la cultura pop como vehículo. Yo creo que si analizamos El Señor de los Anillos o Harry Potter o la Guerra de las Galaxias y, a partir de ahí, analizamos el bien y el mal o los distintos sistemas de gobierno, o la metáfora sobre la resistencia o la rebeldía. Si hago un foro sobre totalitarismo, me van a llegar tres personas nada más, si hago uno sobre Voldemort o Thanos viene gente con la que podemos hablar en códigos y en metáforas sobre lo que nos ocurre. Todos apreciamos las cosas que nos gustan, pero la Cátedra quiere que expertos de otras áreas te hablen de eso, un economista te puede dar un punto de vista distinto de Juego de Tronos.
– Como periodista has visto las consecuencias de la crisis humanitaria. ¿Pero con Naky enfrentando al cáncer, las padecieron en primera persona?
– Sí, haber padecido el cáncer en casa implicó encontrarme de primerísima primera mano la escasez de medicamentos, la decisión oficial de que faltaran medicamentos. Me tocó ir al Seguro Social y ver a gente muy pobre que venía desde muy lejos a pedir medicamentos y no había. Me tocó ver gente morir; conocer la “economía de la salud”, las cosas cuestan miles de dólares. Vivirlo es duro, porque para Venezuela, cuyo salario mínimo son 2 dólares al mes y que una operación te cueste miles de dólares, es duro. Tener cáncer es algo que le pasa a la gente en todo el mundo, pero vivirlo en un sistema diseñado para dejar desasistida a la gente es muy difícil. Había momentos en los que teníamos la plata y no había el insumo. Nos costó conseguir unas inyectadoras que necesitaba Naky y nos las donó un grupo de personas que trabaja con niños diabéticos, y yo me sentía tan cruel. La precariedad es tremenda, nosotros contábamos con recursos, pero la mayoría no. El sistema de salud que el chavismo ha montado mata a la gente.
– Después de haber estado preso, muchos pensaron que el susto habría sido suficiente para callarte. Pero sigues igual de crítico con el gobierno. ¿Tienes miedo?
– El miedo te ayuda también a preservarte, a tener límites. El asunto es que yo siento que las cosas que digo son comprobables, entonces ¿cuál es el problema en decirlo? Al final es malo que el gobierno detenga, torture y desaparezca gente. Eso lo voy a decir. El riesgo es que eso vuelva a ocurrir, pero eso no va a hablar mal de mí sino del perpetrador. Yo no sé hacer otra cosa sino esto que hago. Siento que tengo una responsabilidad con las víctimas de violaciones de derechos humanos que no pueden hablar, por todos ellos trato de dejar constancia de los horrores que se viven.
– ¿Qué le dirías a Maduro si pudieras darle un mensaje?
– Nicolás Maduro es una persona que ha naturalizado la maldad para poder mantenerse en el poder. Eso nos pone en planos completamente alejados de la vida, por lo tanto no tendría nada que decirle. Debe ser juzgado por autoridades independientes y tienen que revisarse muy bien sus acciones y todas las consecuencias que ha generado. Eso se llama justicia. Por mi edad no conozco un sistema distinto al chavismo y me gustaría en algún momento conocer la normalidad, la democracia de una forma más vigorosa. Acotaría mi intervención ante él solo si pudiera ejercer mi rol de periodista y en ese caso por supuesto que tendría varias preguntas preparadas.