Luis Alberto Buttó: Derechos Humanos, ONU y Venezuela

Luis Alberto Buttó: Derechos Humanos, ONU y Venezuela

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

El memorial de agravios causado por la autodenominada revolución bolivariana es inconmensurable. La imprescindible tarea de dejar constancia de todos los desmanes por ella infligidos (acción deliberada de sus líderes, ideólogos, ejecutores y adláteres, huelga decir) al pueblo venezolano en esta infeliz y espantosa hora de la historia nacional difícilmente encontrará término y descanso, aun en el tiempo por venir cuando haya cesado la permanencia en el poder de esta desgraciada conjunción de todos los elementos perniciosos (pretorianismo, patrimonialismo, personalismo político, populismo, corrupción, irrespeto a la ley, etc.) de nuestra sociedad que no supimos, no pudimos o no quisimos corregir en su momento y que, con el revanchismo propio de todos los enemigos de la democracia, siempre agazapados en espera de su asalto al progreso, se coló con la astucia propia de la serpiente en condiciones que, de avizorarse con inteligencia el verdadero trasfondo de lo que estaba en juego, debieron haberse evitado con firmeza. Página escrita: lo que había que hacer no se hizo y, por consiguiente, se desencadenaron las consecuencias.

En esta especie de libro Guinness del horror una nueva entrada tiene cabida. Venezuela pasa a ser el primer país latinoamericano investigado por el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, al este organismo adoptar una resolución que, según las propias palabras del órgano en cuestión, contempla el establecimiento de …”una misión internacional independiente de determinación de los hechos (…) y enviar urgentemente esa misión a la República Bolivariana de Venezuela para que investigue las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias y las torturas y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes cometidos desde 2014, con miras a asegurar la plena rendición de cuentas de los autores y la justicia para las víctimas”… Todo ello con base en la preocupación del ente señalado por la información aportada por la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos a raíz de su visita al país.

Frente a este tema, el asunto es de principios éticos insoslayables y en nada importa la cuantía de la tropelía cometida: los Derechos Humanos se violan o no se violan; fin de la discusión. Todo acto cometido en desmedro de cualquiera de ellos es injustificable, innecesario, imperdonable, excesivo, repudiable, condenable, castigable. Quien los viola y avala tal violación demuestra impiedad y sobre ésta no puede construirse ningún sistema político válido ya que lo único que valida la existencia de estos es su apego irrestricto a la justicia que garantiza el pleno ejercicio de la dignidad humana, indisolublemente ligada como está a la libertad del hombre. Sea cual sea la ideología, postura, militancia o simpatía política que anime el comportamiento de cualquier persona, callar o hacerse la vista gorda ante la violación de los Derechos Humanos es sencillamente inmoral. En este terreno, el silencio es complicidad, tanto como lo espretender minimizar, justificar y/o relativizar la violación de dichos Derechos con argumentaciones ignominiosas del tenor: “sí, pero nadie dice nada de los Derechos Humanos en…”, por ejemplo. La ruindad de alma se hace presente en quien así opina y en quien así se escuda para encubrir el desprecio que siente por sus semejantes.

Toda práctica despreciable en el sentido descrito es sólo eso: despreciable. Heridas de este tipo jamás deben ni pueden olvidarse. El hombre cuenta por sí mismo y no se necesita elucubración alguna para entenderlo. El maltrato, el sufrimiento, la vejación, no se experimenta en abstracto. Detrás de cada violación de Derechos Humanos hay identidades, rostros, nombres y apellidos: identidad de la víctima; identidad del victimario. No se puede imaginar el futuro ignorando las lacras del presente y sin hacer lo conducente para evitar su recurrencia. No es cuestión de narrativas. Es cuestión de humanidad y del compromiso que nace al compartirla.

Aunque sea de a poco siempre se avanza. La memoria histórica y la justicia prevalecerán.

@luisbutto3

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