“Todas tus paisanas vienen a prostituirse. Ninguna tiene trabajo decente”, escuchaba por segunda vez Ana Luisanyeliz Bazán en su primer día de prueba en una tienda veterinaria en el Distrito de San Luis, Perú. La mujer a cargo del local se lo repetía en tono burlista esperando una reacción de la joven venezolana de 21 años de edad.
Raylí Luján / La Patilla
En el segundo intento, Ana respondió: “¿Sabe qué pasa, señora? Que tal vez los peruanos pagan más por una venezolana que por una peruana porque les gustan más”. Esas palabras le dieron un respiro momentáneo sin imaginar el daño que causarían tres días después.
Cuando la joven proveniente de Yaracuy salió de su casa el 12 de julio no se había percatado aún de todos los mensajes que colapsaban su Whatsapp. La mayoría eran de familiares y amigos en Venezuela que le preguntaban sorprendidos por una alarmante noticia que habían leído sobre ella.
“Venezolana roba 18 mil soles (5.340 dólares) de una tienda veterinaria”, era el titular acompañado de la foto de Ana. Su familia no podía creerlo y ella tampoco. Isabel Rodríguez, la encargada de la veterinaria la había acusado de haber extraído esa suma de dinero de uno de los escritorios.
Ana, desesperada y aterrada, solo recordaba la discusión que sostuvo con la mujer aquel día en el que solo se dedicó a limpiar el excremento que dejaban los animales además de una oficina donde una cámara de seguridad siempre registró sus movimientos.
“Mis familiares me llamaban asustados. Yo había salido de la casa porque no había visto nada hasta que me encontré con todas las noticias. Me quedé impactada, porque la realidad fue que no tomé nada de dinero de allí”, cuenta Bazán.
La estudiante de contaduría pública que había dejado sus estudios a la mitad al emigrar de Venezuela solo pensaba en regresar a su hogar. Fue expulsada de la residencia donde vivía a raíz de la denuncia en su contra y su mayor temor era salir a la calle y ser reconocida luego de que Rodríguez difundiera un video manipulado en todos los medios de comunicación.
Ana solicitó carta de refugio luego de un debate personal sobre continuar o irse del lugar. Pasaron dos meses y medio cuando la joven recibió una llamada del dueño de la veterinaria. Quería reunirse con ella para solicitarle apoyo en torno a una denuncia contra Rodríguez.
La misma mujer de la veterinaria que había acusado a Ana enfrentaba ahora un proceso de demanda por estafa y falsificación de identidad. La justicia parecía haber llegado pero Ana prefirió seguir su camino y dejar el capítulo atrás. No pudo hacer los mismo con el temor, todavía le quedan secuelas.
“Me da un poco de miedo todavía porque empezaron a repartir volantes donde aparecen varios venezolanos acusados. Aparece mi cara y dice que me robé 18 mil soles, algo que no es cierto. Siento temor de que me vean y me reconozcan por esa noticia”, explica la joven quien se refugia en las personas que creyeron en ella y su inocencia.
Ana no planea regresar a Venezuela luego de esta mala experiencia. Cree que las altas y bajas son parte del emigrante. Confía en volver a su país cuando la situación sea más estable. Por ahora, se concentra en su trabajo y recomienda a venezolanos que quieran emigrar que recuerden tener siempre sus objetivos claros.
“Perú no es un mal país, al contrario Perú es un país lleno de oportunidades, lleno de riquezas naturales, tiene una gastronomía muy variada y tiene una cultura muy diferente a la de nosotros, y así mismo como hay personas buenas también hay malas, eso se ve en todos los países del mundo y no por culpa de unos cuantos debemos generalizar y tachar a un país”, agrega.