Rusia es el aliado estratégico que el régimen de Nicolás Maduro exhibe ante el mundo cuando la escena global le juega en contra, es el espaldarazo necesario frente al cerco de Estados Unidos y el contrapeso en el tablero de la geopolítica. Pero no es todo lo que el chavismo espera y necesita, al menos no con la urgencia que lo demanda. Así lo reseña alnavio.com
Por Zenaida Amador
En los últimos dos meses se han dado reuniones de alto nivel entre funcionarios de ambos países que han implicado viajes a Moscú para tal fin, incluyendo al propio Nicolás Maduro que logró sostener un encuentro personal con Vladímir Putin, y más recientemente la visita a Caracas del viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov. De cada reunión surgen declaraciones que ratifican los lazos binacionales de unión y largas listas de acuerdos, pero no se ven resultados concretos, aunque la sombra rusa no deja de acompañar a Maduro.
En agosto pasado, la vicepresidenta ejecutiva de Maduro, Delcy Rodríguez, al viajar a Moscú aseguró que habían suscrito múltiples acuerdos y que de inmediato llegarían al país “delegaciones en el ámbito económico, de la minería y agricultura”, para seguir desarrollando el plan conjunto de beneficio mutuo, algo que sigue en espera y que ahora depende de la evolución de los acuerdos que se gesten en la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel entre ambos países.
Para la instalación de esa comisión llegó la semana pasada Borisov a Venezuela, ocasión que sirvió para exponer a Tareck El Aissami, vicepresidente de Economía de Maduro, en roles de anfitrión y de negociador, algo que le restringen las sanciones internacionales que pesan en su contra.
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