Tres altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) están siendo tratados con máxima brutalidad en la cárcel acondicionada hace unos meses en Fuerte Tiuna y a cargo de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Es una operación que tiene como estrategia lograr el desequilibrio psicológico y emocional de los generales, que incluye ninguna interacción con otros presos y ni siquiera un abrazo o gestos de afecto con sus familiares.
Por Sebastiana Barráez / infobae.com
Uno de ellos es el General en Jefe Raúl Isaías Baduel, quien fuera amigo personal de Hugo Chávez, comandante del Ejército y Ministro de la Defensa. Fue considerado un héroe por la revolución bolivariana cuando durante el golpe del 11 de abril, que sacó al caudillo bolivariano del poder. Como comandante de la Brigada de Paracaidistas del Ejército, lideró la “Operación: Restitución de la Dignidad Nacional” que regresó a Chávez al Palacio de Miraflores.
El otro es el Mayor General del Ejército Miguel Rodríguez Torres, quien tuvo una actuación decisiva el 4 de Febrero, en el marco de la intentona golpista para derrocar al entonces Presidente de la República Carlos Andrés Pérez, fue jefe de inteligencia de la policía Política (Disip/Sebin) por casi nueve años y ministro del Interior y Justicia. Y el general Brigada de la Guardia Nacional Héctor Armando Hernández Da Costa, alférez mayor de su promoción, quien fue un destacado jefe del Comando Antidrogas de la GNB y un oficial profundamente respetado en la institución castrense. Es de los tres generales el único que es oficial activo, no participó con los febreristas ni ayudó a la construcción de la revolución, no tuvo amistad con Hugo Chávez y tampoco ocupó cargos cercanos a ningún presidente, más allá de los de comando o profesionales propios de su carrera militar.
Fuerte Tiuna
Es una inmensa instalación militar y es la de mayor relevancia en Venezuela. Ahí funciona la mayoría de las dependencias más importantes de la Fuerza Armada, tales como el Ministerio de la Defensa, la comandancia del Ejército y el Comando Estratégico Operacional. Además, viven varios dirigentes políticos del partido de Gobierno. En ese lugar está la Policía Militar (PM), dependiente del Ejército, donde ya hace unos años mantienen detenidos a militares con imputaciones por conspiración.
Hace unos meses acondicionaron, como un anexo de PM, unas celdas de máxima seguridad, a orden de la DGCIM. Ahí están los tres generales. El lugar tiene vestigios de casa vieja, con signos de abandono y no es un centro apto para recluir a presos. Para llegar a ese lugar, que está lejos de la entrada del Fuerte Tiuna, uno entra por la alcabala 3, pasa el interrogatorio en un puesto de control, cuyos soldados presentan graves deficiencias de comprensión y educación.
Muchos soldados ni siquiera saben que es “oficial de día”. Si corre con suerte y aparece ese oficial, lo máximo que responde es que ellos nada tienen que ver con ese anexo carcelario. “Yo soy del Ejército, mientras ellos están ahí prestados, porque están a órdenes de la DGCIM”. Eso ocurre, semana tras semana, cada vez que hay nuevo personal.
Si el oficial de día quiere ayudar llama a un soldado para que vaya hasta Policía Militar y le avise a un funcionario de la DGCIM, que casi siempre llega con actitud déspota porque casi ninguno está ahí con agrado. Esos funcionarios son como el último escalón de la DGCIM y nadie quiere ir a trabajar ahí.
El viaje que sufren los alimentos, que llevan los familiares de los tres generales, empieza desde que diariamente van a la sede de la Dgcim, dejan ahí los recipientes con la comida y el agua, los funcionarios la llevan a Fuerte Tiuna, que está a unos 15 kilómetros, después de las 2 o 3 de la tarde.
Los militares de Fuerte Tiuna no dan información sobre los detenidos ni sobre nada porque desconocen qué pasa en ese lugar. Los custodios de la Dgcim lo que repiten como letanía es que no pueden decir nada porque pueden terminar despedidos e incluso encarcelados.
A un detenido le pueden suspender la visita sin avisar. Les permiten un libro a la vez, después que en la Dgcim alguien, quien sabe en base a qué criterio, decide si es apropiado para dejarlo pasar. Es un poco difícil entender si al censurador le parezca que la Montaña Mágica de Thomas Mann es subversiva por la profundidad de lo que plantea o que La Cabaña del Tío Tom de Harriet Beecher Stowe, esconda algún subterfugio para tumbar a Nicolás Maduro, porque habla de la lucha contra la esclavitud.
Las únicas reglas claras que hay en ese sitio es que no se puede abrazar al detenido, no puede tocarlo, solo puede verlo a través de un vidrio y oírlo por un teléfono, cuyas conversaciones son espiadas, por lo que cada cierto tiempo se oye un pitido estruendoso que ni siquiera permite la fluidez en el diálogo. Hay un rompimiento total con la intimidad, con ese necesario compartir, con abrir el corazón ante los seres queridos. Nada de eso está ahí permitido.
Las celdas
Los presos políticos militares son a quienes peor les va porque no tienen solidaridad alguna por parte de la institución castrense, menos por sus compañeros, no hay un solo oficial que levante la voz para reclamar por mínimas condiciones humanas para ellos, pero además, Hugo Chávez logró que en la población civil hubiese un altísimo margen de rechazo contra los militares.
Las celdas en las que están los tres generales están invadidas de zancudos. Debió morir un custodio de dengue hemorrágico el viernes pasado, para que se decidieran a trasladar al general Rodríguez Torres, con la misma enfermedad, hasta el hospitalito de Fuerte Tiuna, porque en la cárcel están en un total aislamiento, sin atención médica ni odontológica.
En las celdas de la cárcel de alta seguridad en Fuerte Tiuna no les permiten ventiladores, a pesar de la nube de zancudos y del calor infernal. Son cuartos de 3 por 2 sin ningún tipo de ventilación.
Pero lo peor no son las condiciones físicas. Es el aislamiento, la soledad, la falta de contacto físico, la estrategia para reducir a esos tres hombres al nivel de cosa, para someterlos, para destruirlos.