Los elefantes asiáticos son animales que necesitan compañía. Viajan siempre en manada y cada día recorren decenas de kilómetros. Cuando muere uno de sus miembros, lloran su pérdida y atraviesan un largo duelo. Así que cuando a Ramba la arrancaron sin piedad del amparo de su madre para encerrarla en una jaula, hace ya más de 50 años, la privaron de una libertad que debió haber conocido y la condenaron a una vida de inmensa soledad.
Desde muy pequeña, Ramba aprendió a obedecer. Sabía que si no cumplía las órdenes, los domadores del circo le clavarían el bullhook bajo la trompa. Era tal el miedo que sentía al ver la punta afilada de aquella vara, que terminó por aprender a hacer equilibrios imposibles para subirse a la ridícula tarima sobre sus dos patas traseras. Una y otra vez. Era el gran espectáculo.
Cuando terminaba la función, volvían a atarle las patas y viajaba hacinada en un camión minúsculo hacia el siguiente destino del terror. Nunca caminaba. Siempre estaba sola, y siempre tenía miedo. Así vivió 14 años esclavos: de circo en circo; de carretera, en carretera; de jaula en jaula.
A ese tiempo de trabajos forzados y reclusión le siguieron casi 10 años de cautiverio en el Parque Safari la Rancagua, en un espacio que no le permitía caminar los 50 kilómetros diarios que necesita un elefante. Pero todo esa vida de sufrimiento llegó a su fin. Acabó este martes 15 de octubre, cuando comenzó el que será su último trayecto por carretera, y el primero que la llevará a su libertad.
Ayer Ramba entró por voluntad propia en la caja que la transportará 93 kilómetros hasta el aeropuerto de Santiago de Chile. Nada de varas metálicas o sedantes para forzarla. Fueron dos primeros pasos que muchas personas llevaban tiempo esperando, desde que Scott y Kat Blais, directores del Santuario Elefantes Brasil (SEB), se presentaron en Chile para pedir al Parque Safari la Rancagua el traslado de Ramba. Al recibir el “ok”, comenzaron todos los esfuerzos para completar el viaje con éxito.
También esperaban con ansia esos dos primeros pasos los documentalistas de Posibl., la compañía audiovisual que registrará el viaje de Ramba en la película “Caravana”. En realidad, esta aventura era la que que esperaban vivir junto a Pelusa, la emblemática elefanta argentina del Zoológico de la Plata. Pero cuando todo estaba listo para partir, “Pelu” murió por los estragos que sufrió durante sus 50 años de cautiverio, sin saborear un sólo día de libertad.
El equipo de Posibl. quedó destrozado, y se hizo una promesa: “Herir de muerte al negocio del cautiverio”. El creador de la compañía, Martín Parlato, habló con Infobae antes de partir ayer a Chile, y contó que “Caravana” contará la historia de elefantes en cautiverio de la región para “abrir las jaulas en las que viven hoy millones de animales del mundo”.
“Los que siguen van a ser unos días de mucha emoción para todos. Muchas ansiedades. Pero los que formamos parte de este convoy las tenemos que controlar, porque los elefantes realmente entienden todo y es muy importante que la prioridad sea su salud”, expresó Parlato.
Un viaje que conlleva riesgos
Desde el 15 y hasta el 20 de octubre, Ramba viajará por tierra y aire para llegar a su nuevo hogar en Brasil. Es la primera vez en América Latina que un elefante cruza una frontera para ser liberado. Un hito histórico en la lucha contra el cautiverio.
“Es la primera elefanta que va a cruzar dos fronteras en la región, con lo cual es todo un hito y una señal muy positiva. En el siglo XXI no tiene mucho sentido que un animal tenga que estar encerrado toda su vida para que el ser humano esté 30 segundos sacando una foto. Realmente es un cambio de paradigma muy grande”, contó emocionado el fundador de Posibl.
El viaje se divide en distintas etapas, y Ramba ya superó la primera, que incluía un período de cuarentena obligatorio y la aclimatación a la caja en la que viaja hasta Brasil.
En la segunda parte del viaje, una grúa izó el arcón de Ramba y lo colocó sobre un camión que ya recorrió 97 kilómetros hasta el aeropuerto de Santiago, donde el convoy embarcará rumbo a Brasil. Después aterrizarán en suelo brasileño y la elefanta volverá a viajar por carretera hasta el SEB, en el Río de la Casca, escoltada por el convoy y por la policía Rodoviária Federal. Un viaje largo y pesado que por supuesto, conlleva riesgos.
“Obviamente, el traslado tiene su componente de riesgo”, apuntó Parlato. “Se la va a hidratar cuatro veces al día, se le va a dar heno, fruta, verduras, y todo lo que vaya necesitando. Solamente vamos a poder dormir y descansar unas cuatro o cinco horas por día, porque los elefantes caminan mucho durante la noche. Entonces, durante la mayor cantidad del tiempo hay que avanzar para que no se sienta retenida en ese lugar si necesita caminar”.
“Así que obviamente el riesgo de que pueda aparecer alguna complicación existe. Por eso, la prioridad va a ser su salud. Se le va a respetar mucho y todo va a ser al ritmo que ella imponga. Si toda la experiencia tiene que ser cambiada o tiene que adaptarse en función de sus tiempos, se va a hacer”, añadió.
Según explicó Parlato, Ramba se encuentra “realmente bien” para afrontar el viaje.
“Nosotros decimos que es una rock-star porque se deja mimar, y al mismo tiempo toma sus propias decisiones. Y la verdad es que está muy cuidada. Está bien de salud”.
Unas 20 personas, entre las que se encuentran los directores del santuario, Scott y Kat Blais, cuatro documentalistas de Posibl., cuidadores y veterinarios, acompañarán a Ramba en esta aventura, que aún está a medio camino de completarse.
Aunque la experiencia con la muerte de Pelusa aumenta sus temores en este viaje, es ese miedo lo que empuja al equipo de Martín Parleto a honrar su memoria, y a hacer que Ramba llegue a su destino. Ser testigos de sus primeros días de libertad, o imaginarla interactuando por primera vez con un miembro de su especie en el santuario, hace que todo el sufrimiento y el esfuerzo merezca la pena.
“Es una mezcla de muchas emociones por lo que pasó con Pelusa, y al mismo tiempo porque de alguna manera la liberación de Ramba está honrando la vida de Pelusa también”.
El viaje de Ramba termina el 20 de octubre, pero la “Caravana” de Posibl. no acaba ese día. Aún quedan más de 40 elefantes en cautiverio en la región, y la película, que se estrenará a finales de 2020, espera contar algunas de sus historias y exterminar el encarcelamiento de cualquier especie.
“Después de Ramba tenemos que ir por el resto de los animales que están sufriendo un cautiverio absurdo producto del egoísmo, porque la cautividad es el perfecto egoísmo del ser humano, en donde a veces por mirar a un animal 30 segundos, les hacemos pasar una vida de infierno”.