Es Nicolás Maduro a través de una red de intereses, favores y corrupción que ha tejido en el continente, el principal responsable de la violencia que poco a poco ha penetrado el continente latinoamericano.
Esas imágenes de violencia que estamos viendo en Ecuador, en Chile o Bolivia, no deben verse como hechos aislados ni casuísticos, son inducidos y provocados por una misma mano y mente: Maduro, cuyo único propósito es desviar la atención, hacer girar los focos del mundo hacia otros países e intentar salvarse de la amenaza del TIAR y las sanciones.
Tanto que acusa a otros de injerencistas cuando de Venezuela se trata, pero este usurpador no ha tenido ningún escrúpulo a la hora de intervenir, financiar y planear acciones de desestabilización y violencia en naciones cercanas.
Basta escuchar las intervenciones mediáticas de Maduro y sus secuaces del régimen, de los pronunciamientos y manifiestos públicos de portavoces de la izquierda latinoamericana, de Cuba, del Grupo de Puebla o del Foro de Sao Paulo, para entender que las riquezas de Venezuela han sido desviadas para financiar grupos de choque y a través de ellos levantar un escudo de protección a alrededor del dictador para perpetuarse en el poder a costa de la vida, no solo de los venezolanos, sino también de nuestros hermanos latinoamericanos.
Todas las acciones de violencia tienen un mismo origen, de allí que es lógico y sensato pensar, que sólo acabando con la raíz del mal, retornará la paz, la democracia, la armonía y el progreso al continente.
Cuando la OEA, el Grupo de Lima, el Parlamento Europeo, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, organizaciones y activistas en todo el mundo que defienden los Derechos Humanos y las más de 50 naciones que respaldan el gobierno legítimo de Juan Guaidó, califican a Maduro como un riesgo para toda la región, sin duda, que lo hacen con conocimiento de causa. Están al corriente de toda su red de corrupción, sus oscuros intereses, sus negocios turbios y sus vínculos con el narcotráfico y el terrorismo, y que gracias a estas acciones criminales se han atornillado en el poder y han arrastrado a todo un país a la más profunda crisis humanitaria de todos los tiempos.
Este es el momento de unirnos a nivel continental y contextualizar los conflictos que se han generado en cada una de las naciones de la región para detectar el origen de todos estos males y actuar en consecuencia. La izquierda pretende imponerse a como dé lugar, y como demócratas debemos unirnos para poner fin a este despropósito.
Debemos avanzar con el TIAR, las sanciones contra los desestabilizadores de la región y los que los financian no deben cesar, por el contrario incrementarse, es hora de actuar y hacer todo lo que haya que hacer para acabar con este virus que amenaza la estabilidad y la democracia en el continente.
Tal como lo hemos dicho, si no nos unimos y ponemos fin al usurpador, el mal, la violencia, la corrupción, las falsas ideologías de izquierda, el falso populismo y la anarquía se apoderarán de la región y nada ni nadie podrán detenerlo. El momento es ahora y solo lo lograremos fortaleciendo las alianzas entre las naciones demócratas.
@LesterToledo