Mi buen amigo y compañero José Pravia, dirigente de AD en la parroquia San José (Valencia), me hizo darme cuenta de cuánto esfuerzo gastan en Twitter e Instagram en atacar a Juan Guaido y a la AN. Supuestamente son opositores, pero su bandera es la inacción. Usan la palabra “coherencia” como un mantra pero veamos si la prédica se acompaña con los hechos.
Ese segmento de la opinión pública, “la oposición de la oposición”, los mánager de tribuna y los expertos de twitter coinciden en atacar a Juan Guaido y a la Asamblea Nacional por considerar que la solución a nuestra crisis no es electoral (dado que un régimen narco, criminal y mafioso “no sale con votos”), al contrario, que debe apelarse a la invasión militar. Dicen eso en la comodidad de su mejor colchón, con las pantuflas puestas y con los dedos en las teclas de su teléfono inteligente.
Ese mismo grupo, además, por lo general, tiene el atrevimiento de criticar duramente a quien recibe una caja CLAP, porque es un “arrastrado”, “indigno” y “vende su libertad por una limosna”. Se olvidan que de otro modo muchos morirían de hambre. La consecuencia de ese razonamiento es que la gente con hambre debe morir dignamente de inanición. (Algo tan ajeno a la naturaleza humana que existen muchos documentados casos en los cuales las personas prefirieron recurrir al canibalismo antes que morir de hambre en circunstancias extremas)
Esa argumentación sería coherente si hubiese sido acompañada por la renuencia de esos lúcidos expertos 2.0 a “raspar los cupos” en tiempos de la fiesta de CADIVI. Pero los hechos fueron distintos. Viajaron, compraron, gozaron, a costa de dinero público sin sentirse como un ciudadano “arrastrado”, “indigno” o que “vendía su libertad por una limosna”. Algunos incluso hicieron sus pequeñas fortunas allí y ofendían al resto diciendo que ellos eran “vivos” frente a la “pendejera” que mostraban los demás.
La misma “coherencia” se deja ver con la persistencia de matrices de opinión dirigidas a atacar a los dirigentes y activistas políticos de los partidos democráticos que hacen esfuerzos denodados por motivar la protesta y la presión interna contra el régimen militar con miras a lograr una elección presidencial libre y competitiva. Afirman, los expertos 2.0 en twitter o en WhatsApp, “que eso es perder el tiempo”, “que Guaido y la AN son colaboracionistas” porque tal cosa “oxigena al régimen”. Es decir, bajo esa lógica, todos debemos sentarnos a ver por la TV la “invasión salvadora” que ocurrirá en cualquier momento y, al triunfar, los marines procederán a buscar inmediatamente al usuario de Twitter más corrosivo para colocarle la banda presidencial. ¡Oh, que sabiduría!.
En ambos razonamientos se deja ver una inconsistencia fatal. Se crítica la falta de acción del otro sin percibir el propio empantuflamiento. El ciudadano hambriento que recibe la limosna es malo pero es bueno el nuevo rico que ayer le dio la vuelta al continente con CADIVI y hoy se traga todas las Dracucervezas que puede en medio de la crisis humanitaria compleja. Es malo el activista que pone su integridad en juego, en la calle, frenteando la represión gubernamental, porque se presta al “circo electoral” pero es bueno el que se queda en casa esperando la fantasiosa invasión militar que nunca llega.
Lo peor, le dicen a Juan Guaido y a la AN que son incoherentes e inconsecuentes. Y, para colmo, son docentes universitarios, periodistas, abogados, economistas…. Tanta estupidez ilustrada asombra. No hay que creer en pajaritos preñados, o salimos a protestar o nos calamos la dictadura. Este 16 de Noviembre tenemos una nueva oportunidad, no la desaproveches escuchando a los empantuflados, nos vemos en la calle.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica