Los incendios se propagan de manera alarmante en el Pantanal brasileño, una vasta llanura aluvial, al tiempo que se reducen rápidamente en la región amazónica, según informes oficiales.
El número de hectáreas devoradas por las llamas en cuatro municipios del Pantanal de Mato Grosso do Sul pasó de 50.000 la semana pasada a 122.00 (+144%) este lunes, indicó a la AFP la asesoría de prensa de ese estado limítrofe con Bolivia y Paraguay.
Las autoridades movilizaron tres helicópteros y tres aviones para combatir las llamas, agregó.
En lo que va del año, 8.875 focos de incendio (+486% respecto al mismo periodo del año pasado) se declararon en esa región de gran diversidad de flora y fauna, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de estudios espaciales (INPE).
En octubre hubo 2.430 focos de incendio en esa región, un récord desde 2002.
En la Amazonía, donde hasta agosto la deforestación parecía fuera de control, la situación se revirtió en los últimos meses.
El número de focos cayó de 30.901 en agosto (un récord desde 2010) a 19.925 en septiembre y 7.855 en octubre, un mínimo desde el inicio de la serie histórica en 1998, según los datos del INPE.
Esa disminución se reflejó en la superficie desmatada: 2.255 km2 en julio, 1.702 km2 en agosto, 1.447 km2 en septiembre y 405 km2 en octubre.
La reducción se debió a dos razones: las lluvias caídas en algunas regiones y “la acción del ejército”, movilizado tras las campañas de sensibilización dentro y fuera de Brasil que cuestionaron la política del gobierno de Jair Bolsonaro en la picota, explica Paulo Moutinho, especialista del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM), una organización científica no gubernamental.
El presidente brasileño se declaró en varias ocasiones favorable a la apertura de la selva, incluso de reservas indígenas, a las actividades mineras y agropecuarias.
Según Moutinho, tanto en la Amazonía como en el Pantanal los incendios “están muy vinculados a la acción humana y raramente se producen por causas naturales. Muchas veces son para limpiar el área y otras por accidente”.
“Las quemas [en la Amazonía] se han reducido, pero la deforestación no paró” y en muchas zonas deforestadas las quemas que preceden la utilización de tierras para actividades agropecuarias se llevarán a cabo “en los próximos años”, prevé el investigador.
“Y los datos de deforestación de este año serán muy malos”, agrega.
De enero a octubre, 8.259 km2 de selva amazónica fueron deforestados, un alza de 66% respecto al mismo periodo de 2018, según datos del INPE.
AFP