El pasado domingo Evo Morales renunció a la Presidencia de Bolivia. Dijo por televisión: «Estoy renunciando. Estoy enviando mi carta de renuncia a la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia». Durante 13 años y 9 meses gobernó a base de mayorías absolutas y sin prácticamente oposición. Asimismo, fue cercano a la “troika tiránica” (Nicaragua, Cuba y Venezuela) e implantó el modelo de Estado del socialismo del siglo XXI.
Desde 2006 hasta noviembre de 2019, la oposición en Bolivia estuvo dividida. Las divisiones internas, el pasado político de varios referentes, la dificultad para plantear una alternativa de país, entre otros, permitieron el triunfo de Evo en tres comicios presidenciales continuos -manipulando la Constitución-. Todos con más del 50% de los votos. Igualmente, desde 2009, la oposición cedió los dos tercios de la Asamblea Legislativa.
La única derrota de Evo en las urnas desde 2005 fue en 2016, cuando los bolivianos votaron por mayoría (51,3%) en contra de la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado (CPE) que buscaba facultar a la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado postularse a ser reelectas o reelectos dos veces de manera continua.
Ante el NO, Evo desconoció la voz del pueblo. Y, en diciembre de ese año, su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), presentó un recurso abstracto de inconstitucionalidad contra la limitante constitucional a los mandatos consecutivos ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) -funcionales al gobierno-. Por lo que el TCP decidió “declarar la aplicación preferente” de “los derechos políticos” de Evo.
El argumento fue que los derechos políticos reconocidos por Bolivia en la Convención Americana sobre Derechos Humanos debían priorizarse por encima de lo establecido en el articulo 168 de la CPE.
Evo, con este fallo, engrosaba la lista de presidentes latinoamericanos (Oscar Arias de Costa Rica, Daniel Ortega de Nicaragua, y Juan Orlando Hernández de Honduras) que alegaron lo mismo, la violación a sus derechos humanos.
Para asegurar la legitimidad de origen, Evo acuerda la observación de la elección presidencial del 20 de octubre con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, quien avala su reelección al considerarlo discriminatorio porque Arias, Ortega y Hernández lo usaron para reelegirse. Además, dijo que la OEA no puede oponerse a la sentencia de un tribunal constitucional legítimo, sin un dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre esta materia. En ese momento, la oposición condenó a Almagro por apoyar la reelección de Evo.
Sin embargo, la observación del proceso electoral y la auditoría de los resultados por parte de la OEA fueron determinantes para establecer el fraude cometido por el régimen de Evo el pasado 20 de octubre. El carácter vinculante del informe de la auditoría entre la OEA y Evo, lo obligó a anunciar unas nuevas elecciones este domingo. Momento en el cual perdía su derecho político a gobernar Bolivia.
Además, durante tres semanas, noche tras noche, la sociedad civil (universitarios y clase media) enfrentó a los “movimientos sociales” (entre ellos mineros y cocaleros) de Evo. Con huelgas y paros por todo el país, Bolivia se convirtió en una gran batalla campal entre los partidarios del régimen y sus detractores. A diferencia de crisis anteriores, en esta ocasión las protestas se hicieron fuertes en la ciudad de La Paz, uno de los bastiones de Evo. Al mismo tiempo, la oposición aumentaba sus demandas con el transcurrir de los días. De una segunda vuelta entre Morales y Mesa en la primera semana, pasó a exigir la renuncia de Evo.
Todos estos factores llevaron a los militares a volteársele a Evo, a pesar de que la cúpula militar era cortejada constantemente por Morales y su Gobierno. Les ayudó financieramente, les cedió espacios de la Administración del Estado, como la aeronáutica, aumentó su presupuesto y mantuvo excelentes relaciones con sus comandantes. Lo consideraban “su presidente favorito”. Evo apoyó a las empresas militares, bajo la concepción nacionalista del Ejército como columna vertebral del desarrollo nacional. Y, la Policía -distanciada de Evo por la crisis interna provocada por el mismo- se declaró en rebeldía uniéndose así a las protestas contra el régimen. Por lo que, sin policía en las calles y sin apoyo de los militares, Evo quedó en una situación de evidente debilidad.
Por lo tanto, los factores concurrentes de la demostración del fraude electoral; la determinación de un pueblo a desafiar el poder opresor (resistencia civil permanente) hasta lograr el objetivo; y el desconocimiento de La Policía y las Fuerzas Armadas al poder ejecutivo, causaron la salida de Evo.
En Venezuela, estos acontecimientos de Bolivia han ocurrido. Sin embargo, los factores han sucedido sin ser concomitante. Se han dado de manera independiente -solo coincidieron en 2002-.
Por ello, renuncia Evo y Maduro no.