Evo Morales siguió también la cartilla cubana al protagonizar mediante un manotazo un fraude abierto, pero la ciudadanía y los militares le impidieron con arrojo consumar el golpe de Estado y lo vimos abandonar en apuros el Palacio Quemado, como llaman en Bolivia el palacio de gobierno.
El 10 de enero de este año tocaba el inicio de un nuevo período presidencial en Venezuela y al no verificarse unas elecciones transparentes con garantías, Maduro se convirtió en usurpador y allí nos encontramos hoy. El diputado Juan Guaidó asumió como presidente interino en acatamiento a la Constitución, pero se le ha impedido mediante el autoritarismo continuista el control de buena parte de las instituciones del Estado fallido.
Cabe destacar en estos tiempos difíciles por los que atraviesa el mundo, el ejemplo de Albert Rivera. Recibió un rechazo significativo del electorado y con gallardía, a sus 39 años, decidió retirarse de la vida pública. Desde enero de 2016 el sobresaliente diputado español había venido construyendo a base de trabajo constante y sacrificado un liderazgo que prometía conducirlo a la Presidencia.
Con sentido de Estado, entrega, audacia, coraje y coherencia con sus valores supo servir, y así lo reflejó en su manera de hacer política. Siempre defendió en su actuación pública los valores patrios de la unidad, la libertad y la igualdad.
Sorprendió a propios y extraños por su decisión de abandonar la vida pública, consciente de sus aciertos y errores; sin embargo afirma que seguirá soñando y que la vida es mucho más que la política. Estupenda lección. Su partido, Ciudadanos, hasta hoy no se le conoce un solo caso de corrupción. Albert se regocija en decir la verdad porque eso merece la colectividad. Deja el campo abierto a su partido al surgimiento de nuevos líderes que marquen el nuevo rumbo.
De otra parte, el ejemplo reciente de la hija predilecta de Bolívar, expresa que la oposición nunca negoció y la caída del usurpador y delincuente electoral Morales fue espontánea, inspirada por valores y causa trascendente.
Aquí la oposición definitivamente mayoritaria es consecuente en observar una gran unidad, pero a la vez enfrenta y padece un cierto liderazgo fallido que no tiene la honra de Albert Rivera, para ponerse de lado y permitir que mediante la ampliación de la base de representatividad surjan otros liderazgos que marquen el nuevo rumbo.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!