Como suele sucedernos en espacios reducidos y cerrados donde se apiñan personas hablando normalmente, me fue inevitable oír la breve conversación de unos desconocidos en el ascensor de un centro comercial al suroeste de Caracas al filo del mediodía del pasado miércoles 20 de noviembre.
En menos de un minuto tres personas comunes, dos hombres en braga beige que trasladaban presurosos unas cajas en carretilla de carga y una señora que terció en el diálogo, resumieron el drama de la turbulencia de los últimos dos meses en varias naciones latinoamericanas.
Sí, aunque no lo crea amigo lector, la crisis política enseñoreada en Ecuador, Chile, Bolivia, y ahora en Colombia, que amenaza con extenderse a otros países fue el tema de interés para ellos el día previo al paro nacional en la hermana república.
Aquellos modestos seres con sencillez pasmosa dejaron caer con contundencia su visión de los hechos, sus verdades, tan solo en el bajar de un piso en aquel elevador.
-“América Latina está encendida”, sentenció el mayor de los dos luego de oír a su compañero afirmar que “mañana va a haber peo en Colombia”.
-“Eso no va a parar. Hay mucha hambre y corrupción en todas partes, señor. El pueblo está cansado porque es quien paga los platos rotos”, fue el comentario de la dama, quien por si faltaba algo puso lo suyo para darle razón y sazón a las afirmaciones de ambos.
Desprovistos de conceptos académicos, más no de nociones sencillas de la política, ni mucho menos de información, esas personas resumieron todo de un modo en que cualquiera pudo entenderlo.
No nos gastaron en largas y confusas explicaciones de analistas para entenderlos, ni en los tediosos razonamientos de políticos para llevarnos cada cual hacia su óptica ideológica, que si el Imperio que si el Foro de Sao Paulo.
Sus expresiones simplemente mostraron saber de la crisis que azota Latinoamérica, manejo de la información con suficiente criterio para entender la crispación existente, no como de un hecho aislado sino continental, capacidad para pronosticar la extensión del fenómeno por haber causas para ello y agudeza para develar en la corrupción, la inmoralidad y la incapacidad la principal fuente de los males.
Las noticias de los días siguientes sobre la violencia del paro en Colombia confirmaron con prolijidad la percepción del joven. En efecto hubo “peo” en el vecino país y ¡que clase de peo!
La gravedad de los hechos revelada en las medidas de fuerza tomadas por el gobierno nacional de Colombia echando el ejército a la calle y en las decisiones de los alcaldes de Bogotá y Cali de dictar toque de queda en sus ciudades, también confirmaron el énfasis del tono de las palabras del mozo y la preocupación dibujada en su rostro por lo que iba a suceder.
Por esas casualidades de la vida, ese mismo 20 de noviembre el diario ABC de España publicó una nota de prensa en la que daba cuenta de la presentación pública del informe mundial “El estado global de la democracia 2019”, cuya lectura en horas de la tarde trajo de inmediato a mi mente el recuerdo del referido diálogo en el elevador y me puso a buscar el informe en busca de respuestas a las llamas extendidas en el continente.
El enjundioso estudio anual, de un amplio contenido que examina en términos académicos la crisis actual de la democracia, constituye un material de gran valor para comprender la sencilla pero contundente afirmación: “América Latina está encendida”.
Destaca el informe en sus primeras líneas la erosión democrática en el mundo: “La democracia sufre de desafíos y es necesario revivir su promesa. De hecho, no ha habido un momento en la historia moderna, o por lo menos desde la década de 1930, en que se haya cuestionado más el valor, la viabilidad y el futuro de la democracia”.
La nota periodística resalta del texto una noticia de interés para nosotros al reseñar que Venezuela es «el caso de retroceso democrático más grave en las últimas cuatro décadas» «por ser el único país del mundo que ha pasado de ser una democracia con altos niveles de gobierno representativo en 1975 a ser un régimen no democrático», en tanto que el informe también arroja datos y consideraciones que sirven de base para comprender la crisis latinoamericana motivo de la conversación del ascensor. Veamos
El texto contiene importante datos a los cuales la dama del ascensor se acercó con su intuición popular cuando nos dijo: “hay mucha hambre y corrupción” desdeñados por algunos políticos y analistas:
“La región registra los niveles más altos de desigualdad socioeconómica del mundo, lo que se ha traducido en un acceso muy desigual al poder político. Eso también ha conducido a que las tasas de delincuencia y violencia en América Latina y el Caribe sean las más elevadas del mundo. Combinado con el alto grado de corrupción, esto socava la confianza en la democracia y alimenta el descontento cívico”
Y para dejar el cuento hasta aquí, voy con un poco de lo dicho por Manuel Castells a los chilenos:
“Los ciudadanos no tienen confianza ni en sus parlamentarios, ni en sus gobiernos ni en sus presidentes, ni sobre todo en sus partidos políticos. Hay un rechazo de todos los partidos, hay un rechazo unánime de todos los partidos políticos, no son considerados legítimos ni viables.
Más concretamente piensan que la clase política se ha encerrado en sí misma, que solo hablan entre ellos y no se preocupan de los intereses de los ciudadanos más que para vender una opción en un mercado electoral cada cuatro años.
Primera consecuencia de esa crisis de legitimidad política: transformación fragmentada y caótica de los sistemas políticos.
Segunda, emergencia de los movimientos sociales (…)
Tercera, (…) explosiones sociales. Es decir, no movimientos articulados y en torno a proyectos de que intentan cambiar ciertas formas de las instituciones sino simplemente la gente no puede más y explota. Y explota en algunos lugares con violencia limitada, en otros con violencia más extrema.
Esta violencia no son provocadores profesionales. Los hay, y hay infiltrados, y hay vándalos. Pero no es lo esencial. Lo esencial es cuando una fracción de un movimiento mucho más amplio democrático, pacífico, etc., no puede más y entonces de enfrentan a la policía.
No piensen que esto va a pasar. No piensen que cierran los ojos y esto es un mal sueño y desaparece y ya está. No va a pasar (…) no pasen de puntillas sobre esto y que no piense nadie que con cuatro medidas de algún tipo esto ya está”.