En la comunidad cristiana, la Navidad se asocia al nacimiento de un niño Dios de parte de una dama virgen hebrea, quien por obra y gracia del Espíritu Santo quedó encinta, dando a luz al “Salvador del Mundo”, que de acuerdo a instrucciones del Ángel, debía ponerle por nombre Jesús, por cuanto salvaría al pueblo de sus pecados.
Mientras otras versiones no consideran viable el alumbramiento del Hijo de Dios en tales condiciones y en esa fecha del año, atribuyendo más bien esta tradición a manipulación religiosa e intereses comerciales.
No obstante, es una época de muchas luces, colorido, alegría, fiestas regalos, comidas, bebidas abundantes y diversas. Es momento para estrenos, bailes.
Arreglar algún impase o enemistad, hacer un balance de la gestión del año; y sobre todo, una excelente ocasión para el reencuentro familiar.
Reencuentro difícilmente realizable en Venezuela en estos momentos, por cuanto en millones de hogares existen familiares en el exterior; en la diáspora. El exilio involuntario de casi cinco millones de compatriotas buscando oportunidades de empleo y desarrollo. Huyendo del hambre, todo tipo de necesidades y la esperanza de poder enviar dinero a familiares para que obtengan mejores condiciones de vida.
En estas circunstancias vamos a celebrar la Navidad del año 2019. Esperando una remesa, caja o bolsa de alimentos Clap; un bono, medio Petro, un pedazo de pernil o cualquier otra dádiva del gobierno socialista que cambió diametralmente la vida del venezolano, llevándolo a la más grande ruina tanto de su persona, como del país en general.
A diferencia de otros tiempos –antes del año 1999- cuando era común y normal en las zonas rurales empezar el engorde del cochino desde el mes de enero, de tal forma que al llegar diciembre hubiese suficiente carne para confeccionar las delicias culinarias de la Navidad, vender o compartir con vecinos.
En el día de hoy, la delincuencia no permite realizar tal actividad. Delincuencia promocionada y protegida por el mismo gobierno para mantener la población en un estado de zozobra, angustia, desesperación. Situación inhumana e innoble complementada además por la carestía y deficiencia de servicios públicos como gas, gasolina, agua, deterioro de las comunicaciones; electricidad, vialidad en mal estado, y lo más pernicioso, que neutraliza totalmente la población: carestía de dinero en efectivo dando origen a la imposición obligada del dólar.
Por otra parte, desde Cumaná capital del estado Sucre donde se origina esta narrativa y ciudad sede del Rectorado de la Universidad de Oriente, (UDO), denunciamos ante Venezuela, la OEA, ONU, Unesco, Unión Europea, Mercosur, el Parlamento Latinoamericano, otros Organismos Multilaterales y todos los países libres, soberanos y democráticos del mundo, el intento de ultraje, desmantelamiento, destrucción y desaparición de las Universidades Autónomas de nuestro país.
Se intenta desaparecer una sólida formación académica-intelectual para el avance de la ciencia, tecnología, ciencias sociales y sustituirla por una educación marginal, de bajísima calidad, ideologizada y subyugada a este régimen que viola todo tipo de derechos humanos y está terminando con una de las reservas biodiversas más importantes del mundo, como lo es la extensa zona geográfica conocida como “El Arco Minero del Orinoco”.
Se quedarán agazapados, con ganas y sin poder; porque la alegría del pueblo de Venezuela, sus fiestas, sus hallacas, sus esperanzas, sus amores y su democracia, no será suplantada por ninguna ideología trasnochada y sin futuro.