CORRÍA EL AÑO 1965 y tras gestiones del entonces arzobispo de Barquisimeto, monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel, la Madre Teresa decide instalar sus Misioneras de la Caridad en Venezuela, propiamente en un bucólico pueblito del estado Yaracuy denominado Cocorote, fundado por Juan de Villegas en 1551, después del descubrimiento de la Minas de Buría.
Esta santa confesó al entonces presidente de Venezuela, Luis Herrera Campins, con quien se entrevistó rodeada de periodistas, que su congregación llegó a Cocorote, luego de que el Nuncio de la India planteara la necesidad de enviar unas religiosas a Venezuela y recomendó la congregación de la Madre Teresa de Calcuta. “No fue cosa sencilla. Se necesitó intervención divina”, reveló la madre en su idioma.
Fue entonces cuando de la India los misioneros encabezados por Teresa de Calcuta, fueron a Roma donde recibieron la bendición del Papa Pablo VI y como no tenían visa tuvieron que ir a Francia hasta donde, comisionado por monseñor Benítez, llegó el padre Tomás Mompo, párroco de Cocorote, con los documentos gestionados ante el Ministerio de Relaciones Interiores, en Caracas, sin soslayar los errores en el nombre y la fecha de nacimiento de la misionera.
Abordaron un avión hasta Puerto Rico, donde pasaron la noche, y a la mañana siguiente, un segundo vuelo comercial transportó la comitiva hasta Maiquetía. “Pero no hablaban español, así que fue entre señas y sonrisas que lograron llegar -vía terrestre-, primero a San Felipe y posterior hasta el apacible Cocorote. La santa madre, se deleitó con los frondosos paisajes yaracuyanos, anécdota que relataba en sus múltiples encuentros con las demás congregaciones.
Cuando por fin llegó a Cocorote, lo primero que hizo fue entrar al templo de San Gerónimo y se dirigió con reverencia al altar, al tiempo que insistente repicaban las campanas en gratitud al histórico acontecimiento. Teresa de Calcuta permaneció allí diez días, aunque posterior al evento, efectuó visitas periódicas cada año.
El presidente Luis Herrera Campins en reconocimiento a la labor social y religiosa, otorgó la Orden Libertador Simón Bolívar, máxima condecoración de la República, a la Madre Teresa de Calcuta, -en un acto magistral-, el 23 de septiembre de 1979.
Durante el banquete de agasajo, la madre Teresa degustó un “insípido caldo en un plato muy pequeño”, exigencia personal que le hiciera al jefe de cocina del Palacio de Miraflores, dada la dieta de su voto de pobreza, detalle del que fue consultado el propio mandatario nacional.
Una vida consagrada
De padres albaneses, Agnes Gonxha Bojaxhiu, nombre de bautizo de la madre Teresa, vino al mundo el 26 de agosto de 1910 en la República de Macedonia, en Uskub, y con tan solo 18 años de edad determinó entregar toda su vida a la vocación de misionera y acompañante espiritual de los más necesitados, tomando el nombre de hermana María Teresa, en honor a Santa Teresa de Jesús, fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas. Tres años después de haberse unido a la orden, la religiosa fue enviada a una misión en Calcuta, India, y en 1937, tras haber concluido los votos totales, fue nombrada madre de la congregación.
Su innegable fe católica, su visión apolítica de la pobreza y su infatigable convicción de servir, la impulsó a abrir misiones, para ser exactos fueron 517, con más de 5 mil mujeres que dedican su vida a los más necesitados de las cuales, la mayoría se realizaron en Calcuta.
La serena Madre Teresa recibió el Nobel de la Paz en 1979. Tras una inagotable lucha en pro de los desvalidos, falleció el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India. Trece años después de ser beatificada por Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue canonizada el domingo 4 de septiembre de 2016, por el Papa Francisco.
Fuente: CorreodeLara.com