Desde que en mayo de 2018 el príncipe Harry contrajo matrimonio con Meghan Markle tras un breve romance, en más de una ocasión la prensa británica comparó a la duquesa de Sussex con la de Windsor, Wallis Simpson (1896-1986), otra famosa estadounidense y divorciada que entró a formar parte de la familia real al casarse con el que hasta entonces había sido el rey de Inglaterra, Eduardo VIII.
Por infobae.com
Este fue uno de los mayores escándalos de la primera mitad del siglo XX. Era el año de 1936, y a 325 días de haber ascendido al trono del Reino Unido (antes de ser coronado), el rey Eduardo VIII leyó su renuncia en directo en la BBC de Londres.
Y es que, Eduardo VIII se enamoró de Wallis Simpson, una socialité de Pensilvania, Estados Unidos, dos veces divorciada. La decisión de proponerle matrimonio provocó una profunda crisis. Incluso, el Parlamento no aceptó su matrimonio.
Pero Eduardo VIII decidió seguir el camino del amor, y al elegir a Wallis Simpson, abdicó al trono y fue sucedido por su hermano menor, Jorge VI, quien fue padre de la reina Isabel II.
La polémica pareja se casó el 3 de junio de 1937 en el Chateaux de Tours, en Francia, sin la presencia de la demás familia real británica. La prensa indicó que la influencia nociva de Wallis Simpson logró que su marido renunciara al trono y se creará otra especie de corte paralela. Al menos, en los circuitos internacionales de la jet set eran tratados como los “duques de Windsor”, aunque tiempo después se exiliaron a París, en su casa de Bois de Boulogne.
Ahora, la historia con Meghan Markle se repite en cierto sentido. Curiosamente los duques de Sussex se mudaron el año pasado en Frogmore House, a 35 kilómetros de Londres, la casa donde precisamente está enterrada la polémica duquesa de Windsor y en la cual gastaron 2,4 millones de libras del dinero de los contribuyentes para renovarla, aunque ahora parece que no van a habitarla.
Incluso, se culpa a Meghan Markle de lo mismo que un su día se achacó a Wallis Simpson: de estar minando con sus polémicas a la casa real.
Cuando Meghan apareció en escena con el príncipe Harry, diversas voces en lo medios aseguraron que la joven actriz estadounidense aportaría un aire fresco a la corona británica. Sin embargo, ese aparente aire fresco se ha transformado en un huracán mediático que ha hecho tambalear la relación entre la monarquía.
Tras la muerte de Lady Di en 1997, Harry y el príncipe William, duque de Cambridge, siempre fueron muy unidos. Pero en el último año, el distanciamiento emocional con su hermano mayor no solo ha provocado disputas familiares, especialmente entre Meghan y Kate Middleton, duquesa de Cambridge, sino que también se han creado equipos de marketing y comunicación independientes para las dos familias que viven en residencias diferentes. De hecho, la mayoría de sus actividades sociales y filantrópicas ya se realizan por separado.
El peculiar carácter de la ex protagonista de la serie Suits ha hecho mella en ciertos hábitos de su marido. Mientras Harry se regía por el código conservador de la familia real, Meghan se rige con una ideología más izquierdista y liberal.
Si en los Windsor la caza es una tradición milenaria, a la duquesa de Sussex sólo le ha bastado un par de años para que su esposo bajara la cabeza, y no precisamente como señal de cortesía, sino de forma amilanada para complacerla. De hecho, en el 2018, el príncipe ya no acudió a la tradicional caza del urogallo (un ave de hermoso plumaje con forma de pavo) en el castillo de Balmoral, en Escocia.
Además, de acuerdo al tabloide Express, la reina Isabel II se disgustó mucho con Meghan al enterarse que quiere alimentar a su hijo Archie a base de una dieta vegana, en vez de hacerlo con la cocina tradicional inglesa. Tampoco vio con buenos ojos sus desplazamientos en aviones privados que suponen un aumento de la contaminación atmosférica cuando los Windsor se catalogan a sí mismos como ecologistas. Así como los diferentes desplantes que la joven ha profesado a su figura real.
Uno de ellos a principios de septiembre pasado, cuando Meghan no asistió a los Juegos de las Highlands en Balmoral por viajar a Nueva York para ver jugar a su amiga, la tenista multicampeona Serena Williams, en la final del US Open. Y el último de ellos, a finales de 2019, cuando Meghan y Harry decidieron no pasar las fiestas de navidad y año nuevo junto a la familia real, con el propósito de alejarse una temporada del foco mediático tras confesar en un documental, rodado durante un viaje oficial por el sur de África, su tensa relación con algunos medios de comunicación a los que acusó de “acosadores” y tener “propaganda implacable”.
Este tipo de acciones han mermado la relación entre la reina y la duquesa de Sussex; a pesar de las numerosas imágenes existentes de la complicidad pública entre abuela y nieta política, tras las puertas del Palacio parece ser diferente.
Si bien, a diferencia del rey Eduardo VIII, el príncipe Harry ocupa el sexto puesto en la línea de sucesión, la noticia de la retirada de los duques de Sussex a Estados Unidos no ha sentado nada bien en Palacio de Buckingham, según la BBC. Al parecer, una vez más Harry y Meghan han actuado por la libre sin consultar primero con la soberana Isabel II.
A partir de esto, se han planteado varias preguntas en la prensa. Primero a nivel de seguridad: ¿Van a seguir necesitando escolta? Segundo a nivel económico: ¿Un trabajo en una ONG les va a dar suficiente recursos para mantener una familia y vivir entre dos países de diferentes continentes?
Según Celia Meza, periodista española del diario La Razón y especialista en política del Reino Unido, Harry y Meghan tienen unos “ahorros” de los que podrían vivir. El patrimonio neto del príncipe se estima en alrededor de 30 millones de libras, de los cuales 20 millones heredó de su madre Lady Di y 7 millones de su bisabuela, la “Reina Madre”.
Mientras que Meghan tiene un patrimonio neto de alrededor de 4 millones de libras, habiendo ganado 40,000 por episodio en serie Suits. Ganando 150,000 libras por aparición en películas y colaboraciones de moda. Además, su blog Tig tiene un valor de 60,000 libras al año.
Otra gran pregunta: ¿van a seguir conservando el título de Duques de Sussex? Si se renuncian, no tendrán ya que seguir un protocolo.
Por lo pronto, los británicos ya han puesto nombre a la retirada de Harry y Meghan de la familia real: “El Megxit”.