Tyson Fury aspira a consagrarse como el mejor boxeador del planeta y para esto ha iniciado una dura preparación que lleva meses. Una estricta dieta y constante ejercicio han llevado al británico a cambiar radicalmente su físico, el cual llegó a superar los 180 kilos (65 kilos más que hoy en día).
Este lunes el boxeador de 31 años realizó la primera conferencia de prensa previa al esperado duelo ante Deontay Wilderel que se celebrará el 22 de febrero en Las Vegas. El primer combate entre ambos, realizado en diciembre de 2018 había sido empate, por lo que el estadounidense se quedó con sus cinturones de campeón.
Fue ante la prensa en donde Fury dio detalles de su nuevo régimen: “Estoy haciendo muchas cosas que antes no hacía. Estoy comiendo cinco / seis comidas al día, bebo ocho litros de agua”. Pero lo llamativo fue lo que contó inmediatamente después: “Me masturbo siete veces al día para mantener mi testosterona bombeando”.
“Tengo que mantenerme activo y la testosterona fluyendo para la pelea. No quiero que bajen los niveles”, insistió entre risas.
Sin embargo, diversos estudios, como el realizado por la Universidad de Zhejiang en 2018, han determinado que la abstinencia dispara los niveles de testosteronas y no los constantes orgasmos, los cuales provocan un nivel de relajación que sí sirve para evitar lesiones musculares, entre otros aspectos. Aunque las investigaciones de otros institutos difieren en sus resultados.
Fury supo ser campeón del mundo a finales de noviembre del 2015 cuando derrotó por decisión unánime a Vladimir Klichko en la categoría de los pesados. Sin embargo, al año siguiente, cuando planeaba disputar la revancha contra el ruso, un doping positivo por cocaína arruinó su carrera.
Fue entonces cuando cayó en la depresión tras ser despojado de sus cinturones y su licencia de boxeo: “Bebí, me drogué y estuve afuera toda la noche con distintas mujeres (…) pero cuando la bebida desaparece, te deja con una mala resaca y una depresión aún peor”. Incluso llegó a pensar en el suicidio hasta que una voz le dijo: “No hagas esto, Tyson; piensa en tus hijos, tu familia, tus hijos y tu hija creciendo sin papá”.
Tras perder los títulos IBF, IBO,WBO y WBA el boxeador aseguró que su peso se incrementó “por el consumo excesivo de cerveza. Hay 500 calorías en una pinta y yo tomaba 18 de ellas seguidas, whisky y vodka”.
Tyson Fury pudo resurgir de sus cenizas y volver al ruedo. Fueron meses de rehabilitación por los que pasó para subirse nuevamente a un ring en el que sumó cuatro victorias y un empate frente al campeón mundial de los pesos pesados del CMB, Deontay Wilder. Ahora, buscará revancha en Las Vegas.