“La dramática situación que experimentan los profesores universitarios en Venezuela rebasó hace tiempo los límites de lo tolerable. El asunto es insostenible. No hay palabras lo suficientemente fuertes para expresar lo que ocurre en las universidades venezolanas y en particular con sus trabajadores, sean estos profesores, administrativos u obreros. Todos, conjuntamente con sus familias, se encuentran en la más absoluta desprotección social. Son condiciones ya no sólo de indignidad sino verdaderamente infrahumanas las que estamos padeciendo ante la indolencia de un régimen al cual le importa muy poco el destino de los venezolanos. Con estas miserables condiciones de vida laboral y personal que se nos han impuesto cual tortura sistemática se violentan tanto la Constitución Nacional como los Derechos Humanos. Hay que ponerle coto pronto a la situación extrema que se padece en las universidades”, indicó hoy el profesor William Anseume, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (APUSB).
Nota de prensa
Agregó Anseume: “En el caso particular de la Universidad Simón Bolívar la falla de los servicios es generalizada. El transporte es una calamidad y cuando no falta el agua hay cortes de electricidad. La biblioteca está cerrada. Los comedores, que quedaron confinados a la atención de estudiantes nada más, prácticamente no reciben atención gubernamental. Esta semana, por ejemplo, las proteínas fueron sólo sardinas. Con hambre no es posible hacer de ningún modo vida académica. Con razón el Consejo Directivo de nuestra universidad acaba de declarar, de manera unánime, la emergencia académica y administrativa. Hasta el rector encargado, impuesto por el Consejo Nacional de Universidades como vicerrector académico, votó esa resolución porque no puede ocultar la dramática situación de funcionamiento de la universidad, su deterioro indetenible. Así están las cosas. Es un vía crucis cotidiano que debe ser conocido tanto por la comunidad nacional como por la comunidad internacional”.
Por su parte, el Secretario General de la APUSB, profesor Luis Buttó, acotó: “El problema de las extremadamente deplorables condiciones de vida de los universitarios venezolanos debe entenderse en el contexto de la prevalencia de un modelo económico incapaz de superar las insuficiencias estructurales de la economía nacional y de un modelo político que niega las libertades ciudadanas. En ese clima que va a contracorriente de la modernidad es imposible generar la riqueza que el país necesita, razón por la cual, hágase lo que se haga, invéntese lo que se invente, no podrán superarse las angustiantes carencias del grueso de la población, obligada como está o a lanzarse a la diáspora en procura de algún tipo de esperanza o a vivir de sobresalto en sobresalto, sumida en la angustia, buscando cómo resolver el día a día en términos de requerimientos básicos. En otras palabras, sin el cambio de ese modelo económico y de ese modelo político los venezolanos continuaremos sumidos en la inopia por recibir sueldos y salarios que, en su aplastante mayoría, están por debajo de los estándares internacionales de pobreza extrema. En este sentido, la lucha es reivindicativa, pero es también política”.
Concluyó Buttó: “De persistir esta situación, el abandono de las aulas no se va a detener y, por el contrario, se va a profundizar en el tiempo venidero. No hay seguridad social alguna que proteja a los profesores universitarios y al resto del personal, administrativo y obrero, que labora en nuestras instituciones. A los profesores universitarios se nos aplaude, se nos llama héroes, porque mantenemos la universidad abierta y resistimos con estoicismo los embates de las políticas de asfixia económica impuestas por el gobierno. Yo creo que ya es tiempo de ver hasta donde esos aplausos cohonestan el deterioro al que se nos ha empujado deliberadamente. Hoy en la USB, por ejemplo, se nos pagó apenas 53% de la quincena porque el gobierno no honró su obligación de aportar la totalidad de los recursos necesarios para cubrir la nómina; es decir, la nada reducida a la mitad, dicho esto con todo el sarcasmo posible. La verdad es que esa heroicidad tiene límites y ninguno de nosotros, familias incluidas, puede ir más allá de lo físicamente aceptable. Traspasamos el borde. El problema es que el aplaudir per se dicha resistencia, y hacer de ella una bandera, puede estarse traduciendo en aceptación sumisa del maltrato recibido y en abandono de la lucha reivindicativa que debemos sostener. Una especie de rendición a plazos. Es tiempo de que los universitarios repensemos con franqueza la estrategia para enfrentar esta persistente violación del Derecho Humano más esencial: la subsistencia”.