Cuando el hijo menor de Lady Di le confesó a su abuela, la reina Isabel II que estaba enamorado, la longeva monarca seguramente lo miró orgullosa y algo desconfiada. Orgullosa, porque se sabe que Harry es uno de sus nietos favoritos. Desconfiada, porque el muchacho era conocido por sus escasas o nulas ganas de comprometerse.
Pero como toda abuela, seguramente, también quiso saber todo acerca de la candidata. Invitamos al lector a imaginar esa escena. Una abuela que también es la reina de uno de los países más poderosos del mundo escucha que su nieto le cuenta que se casará con una hermosa joven.
Hasta ahí todo bien, pero luego el muchacho agrega que la dueña de su corazón es estadounidense, plebeya, trabaja de actriz, es mestiza y además estuvo casada. Si en ese momento la reina no llamó a su médico personal fue otra muestra de su legendaria fortaleza.
Al trascender la noticia de que el príncipe Harry estaba enamorado y quién era la elegida, los medios comenzaron a averiguar de su pasado. Fue entonces que surgió el nombre de Trevor Engelson, el hombre que le entregó su corazón a Meghan Markle y según se cuenta, ella se lo devolvió en pedacitos.
La relación entre la entonces actriz y el productor de cine no fue un amor fugaz ni un romance de verano. Estuvieron de novios más de seis años y dos de casados. Cuando se conocieron ella era una actriz en ascenso dueña de una rara belleza. Él era un productor bastante conocido y tenía estilo.
La amor comenzó en el año 2004, Meghan todavía no había alcanzado el éxito que conseguiría en Suits. Trevor transitaba una interesante carrera pero detrás de cámaras. Aunque estudió periodismo en la Universidad de California, sus primeros trabajos fueron como asistente de producción y con el tiempo se especializó en la búsqueda de talentos. Antes de conocer a Markle ya tenía su propia productora, Underground con la que había incursionado con bastante éxito en cine y televisión.
Meghan y Trevor decidieron casarse en Jamaica. Lejos del protocolo que debería respetar muchos años después cuando se casara con Harry, en esta boda la novia se mostró original y descontracturada. La ceremonia se celebró en la playa y estaban invitadas más de 100 personas entre familiares y amigos. Los días previos invitados y novios coparon un hotel y se divirtieron entre tragos, bailes y juegos en la arena. Años después las revistas mostraron fotos de la boda con Meghan en un diminuto bikini.
El día de la ceremonia, el 10 de septiembre de 2011, Meghan lució un simple vestido blanco de estilo bohemio y sin tirantes. Mostró su cabello suelto y sin ningún accesorio, muy lejos todavía de la conflictiva tiara que se pondría muchos años después. La ceremonia duró apenas 15 minutos y la fiesta horas. No se sirvieron platos refinados y elaborados sino una mega barbacoa en la playa y entre bailes. Como toda novia, en un momento a Meghan le dolieron los pies y se descalzó para moverse cómoda y feliz. La fiesta terminó con el baile de la silla. Trevor es judío y respetó ese tradicional baile de las bodas de la comunidad donde los novios son sentados en sillas que alzan los invitados mientras intentan darse un beso. Como Meghan y Engelson no se unieron con una ceremonia religiosa, la novia no tuvo que convertirse al judaísmo.
Pero faltaba un detalle. Cuando después de cuatro días los festejos terminaron, la novia le entregó a cada asistente un pequeño souvenir: una bolsita con la mejor marihuana de la isla. La futura duquesa eligió personalmente las bolsitas de regalo aunque aseguran que no se encargó de catar la calidad del contenido.
Apenas dos años después, Trevor se encontraba en su casa de Los Ángeles cuando le entregaron un pequeño paquete que llegó por correo desde Canadá. Lo recibió y firmó el formulario que certificaba que ya había sido entregado. Al abrirlo, su sorpresa fue enorme: en su interior estaba el anillo de compromiso que dos años antes le había regalado a su amada novia y con el cual se habían jurado amor eterno. De este modo, Meghan daba fin a su matrimonio.
Según Andrew Morton, el biógrafo de Diana Spencer, ella radicada en Toronto y él en Los Ángeles, no pudieron mantener vivo el amor a la distancia. Las ocupaciones de uno y otro los obligaban a estar separados e intentar que la pareja sobreviva a pesar del poco contacto que tenían. Y, como era de esperar, ese vínculo frágil no perduró.
Engelson quedó devastado por la decisión de su ahora ex esposa. No entendía qué había ocurrido, ya que pensaba que a pesar de la distancia las cosas marchaban y que finalmente se reencontrarían. Fue él quien la elevó a la categoría de gran actriz de series y quien la promocionó para que fuera estrella en Suits.
Pero no fue la única humillación que Morton describió. Cuando todavía luchaban -o eso parecía- para mantener vivo su amor y ella se mudó a Canadá, un simple gesto “doméstico” también cayó como una bomba en la dignidad de Engelson. Meghan decidió llevarse una multiprocesadora para cocinar. Fue un gesto que impactó al productor y que le hizo sospechar lo peor.
Meghan le hizo sentir a Engelson, según sus amigos entrevistados por Morton, que era “una piedra en su zapato” durante sus últimos meses. Ya tenía independencia económica y era famosa y no necesitaba del productor, según el autor inglés.
El 19 de mayo de 2018, luego de un romance de apenas un año Meghan Markle se casó con con el príncipe Harry. A su nueva boda asistieron 800 invitados, entre ellos las dos ex novias de Harry: Cressida Bonas y Chelsy Davy pero Trevor no fue de la partida.
En mayo del año pasado mientras la duquesa de Sussex celebraba su maternidad con la llegada de Archie Harrison Mountbatten-Windsor, su primer esposo disfrutó del amor con una ostentosa segunda boda en Estados Unidos. Bajo una cortina de 32.800 fotos, se casó con Tracey Kurland en Montecito, California. El productor de cine le había propuesto matrimonio a su amada en junio de 2018, dos semanas después del casamiento de su ex con el príncipe Harry.
Si con Markle la boda duró cuatro días con Tracey tuvo dos eventos. Trevor primero se casó en una sencilla ceremonia en su mansión de Los Ángeles en octubre de 2018 y al año siguiente organizó una segunda y ostentosa boda. Para muchos no quedó claro si lo suyo fue una gran muestra de amor a Tracey o un tiro por elevación a su ex.
A pesar de todo, con su Meghan lejos y con un nuevo matrimonio, Egelson no puede escaparse de su pasado. Hace pocas semanas soportó una guardia periodística mientras se cortaba el pelo. Al salir de la barbería le preguntaron qué opinaba acerca de la decisión de Harry y Meghan de dejar sus deberes reales. El hombre miró entre asombrado y fastidiado y solo respondió que no tenía nada que comentar. A diferencia de los parientes de Meghan que no pierden oportunidad de hablar frente a la prensa pestes de la esposa de Harry, desde que se supo su compromiso con el príncipe, Trevor jamás habló de su ex ni mal, ni bien. Lo que se dice un verdadero caballero.
Pero siempre hay un pero y trascendió que está produciendo una comedia junto con el equipo de Modern family. La serie tiene como protagonista a un padre divorciado que comparte la custodia de sus hijos con su ex. Hasta ahí nada original excepto porque esa ex acaba de casarse con un miembro de la realeza… británica y se convierte en el centro de atención de los medios sensacionalistas londinenses. La serie sería emitida por Fox y en este caso se sabe que algunos hechos no serán pura coincidencia.
Lo que no se sabe es si Engelson trató su ruptura con Markle en terapia pero en esta serie seguramente podrá hacer la tan mentada y famosa catarsis o simplemente se tomará su pequeña gran revancha contra esa mujer que le mandó el anillo de compromiso por correo.