En una parada de autobús en la frontera de Hong Kong con China continental, Billy Yiu se prepara para despedirse de su esposa y su bebé, sin saber cuándo volverá a verlos.
Este hongkonés de 40 años trabaja en el centro financiero semiautónomo pero viaja cada día desde la vecina localidad de Shenzhen, en la China continental, donde los alquileres son mucho más baratos.
En los próximos días le resultará casi imposible realizar el trayecto.
En un intento por detener la propagación de un nuevo coronavirus mortal, Hong Kong comenzó a imponer este sábado una cuarentena obligatoria de 14 días a todo aquel que llegue de China continental.
Así que el jueves por la noche Yiu realizó el último viaje de regreso a Shenzhen para ver a su familia antes de regresar a Hong Kong, donde se quedará con sus padres.
“No sé cuánto durará esto, pero ¿qué podemos hacer?”, declara a la AFP.
Su esposa decidió quedarse en Shenzhen con el bebé.
“Para ella no es fácil. Pero tenemos una empleada doméstica y haremos videollamadas”, explicó.
– ‘Un país, dos sistemas’ –
Decenas de miles de personas se ven abocadas a tomar decisiones igual de difíciles.
Bajo el modelo de “un país, dos sistemas”, Hong Kong es parte de China pero mantiene sus libertades civiles y una economía de libre mercado. La frontera actúa como un límite internacional de facto.
Normalmente unas 660.000 personas cruzan a diario de un territorio al otro, el 17% de ellos son hongkoneses que viven en la China continental.
Pero a medida que el virus se propaga, los 14 puntos de control se han reducido gradualmente a solo tres: dos puentes y el aeropuerto.
Ahora, con la cuarentena obligatoria, las autoridades de Hong Kong esperan que los viajes transfronterizos se reduzcan lentamente.
Los que esperaban en la parada del autobús el jueves por la noche eran una muestra de las personas que viven a ambos lados de la frontera.
William Tang, de 61 años, trabaja en la industria financiera de Hong Kong y vive en Shenzhen.
Tang asegura haber hablado con sus jefes sobre posibles soluciones laborales o tomarse unas largas vacaciones. En el peor de los casos podría perder su empleo.
El estudiante de secundaria Sam Yau llegó de Shenzhen con su hermano mayor, su madre y dos maletas.
“Mi hermano y yo vamos al colegio en Hong Kong, así que tendremos que vivir en un hotel hasta que encontremos un apartamento disponible para alquilar”, explica Yau.
Su madre prevé volver a Shenzhen mientras que su padre, quien trabaja en Hong Kong, se quedaría con ellos.
“Echaré de menos a mi madre”, comenta Yau.
– Ganar la batalla –
Los rascacielos de Shenzhen se han iluminado con lemas como “La vida y la salud de las personas son lo primero” o “Estamos determinados a ganar la batalla contra la epidemia”.
Yiu asegura no sentir rencor por la decisión del gobierno de imponer una cuarentena obligatoria.
“El control fronterizo es una decisión muy complicada”, afirma. “Pero creo que aún así las ventajas superan las desventajas en este momento puesto que no tenemos otra forma de detener el virus”.
AFP