Oficialmente y de muerte “natural”, hace dos décadas, 20 años, exactamente en el dos mil. El drama es que los dolientes y herederos no lo quieren aceptar y siguen viviendo de los odios y rencores, pleitos y nostalgias del pasado. No lo superan ni quieren. Efectivamente, en términos históricos y geo-políticos, en el siglo 20 terminó una época, la llamada modernidad, que agotó casi cinco siglos haciéndose. En el siglo 20 Europa sigue siendo importante, pero ya no dirige las dinámicas del mundo. Europa se auto-liquidó en sus discordias de poder y supremacías, y lo sigue haciendo, a pesar de la Unión Europea, que no ha logrado superar y menos resolver los diversos nacionalismos presentes. La Unión Soviética implosionó y el fin de la historia fue simple especulación interesada. Con el siglo 20 también terminó la hegemonía norteamericana, no obstante, de seguir siendo “primera potencia” de una hegemonía bipolar, se pasó a una “multipolaridad” en pleno desarrollo, de poderes en competencia que no pueden resolver en una guerra “final y decisiva” como siempre ocurrió.
Por Ángel Lombardi
La razón es simple, desde 1945, con la energía atómica y su uso militar, una guerra total no la gana nadie y pierde la humanidad en todo sentido, comprometiendo gravemente la habitalidad de nuestra pequeña morada Tierra, apenas un pequeño “punto azul” en el cosmos. El que no entienda esto podrá vivir en el siglo 21 y hasta divertirse, pasarla bien y disfrutar de nuevas modas y tecnologías, pero su mentalidad será cada vez más anacrónica, más desfasada y menos adecuada y conveniente. En términos históricos, no hay “paraísos perdidos” ni “paraísos prometidos”, sino oportunidades perdidas y oportunidades aprovechadas. Y la responsabilidad es nuestra.
Historia-Vida o Historia-Muerte, es la única dialéctica real de la historia. En términos políticos: opresión o libertad y, en nuestros tiempos, dictadura o democracia.