Haciendo un símil, los venezolanos estamos viviendo una situación similar a los romanos. Nos pretenden imponer unas elecciones con el dictador Nicolás Maduro, con un Consejo Nacional Electoral compuesto por personajes chavismo (descubiertos y encubiertos), con un Registro Electoral controlado por las mafias cubanas, con los paramilitares del régimen amedrentando a la ciudadanía y los grupos de exterminio liderado por la FAES asesinado a mansalva en nuestros barrios. Aunado a ello, todavía en Venezuela existen trescientos cuarenta y seis presos políticos languideciendo en las mazmorras del régimen, según cifras del Foro Penal Venezolano, treinta y tres diputados perseguidos y acusados írritamente frente a un poder judicial genuflexo al narcorégimen. Y si a ello le sumamos la crisis humanitaria, el abandono de los hospitales, el cierre técnico de las universidades, la inflación exacerbada por una economía que se nutre de dólares americanos de dudosa procedencia, nos hallamos en una situación desalentadora.
Aún así, ¿pretende hacernos creer que son posibles unas elecciones limpias y trasparentes? ¿Qué el régimen entregará el poder sin mayor escándalo? ¿Qué el Cartel de los Soles abandonará sus pingües ganancias proveniente del narcotráfico sin apenas parpadear? ¿Qué la dictadura cubana renunciará al petróleo venezolano con una sardónica sonrisa? ¿Qué los grupos paramilitares entregaran las armas a cambio de unas palmaditas en la espalda? Hay que tener alguna especie de oligofrenia, o ser demasiado hipócrita, para hacernos creer ese cuento.
La ruta está bien clara. Cese de la usurpación primero. Gobierno y transición y, solamente después de esto, elecciones libres. Hasta que no salga el usurpador de Miraflores, jamás habrán elecciones libres y democráticas en Venezuela. Mientras los bárbaros sigan enquistados en el poder, nos impondrán sus inicuas condiciones con la fuerza de las armas. Sin cese de la usurpación, cualquier esfuerzo por un proceso electoral será vano o, cuando menos, colaboracionista con el régimen.
Quisiera cerrar esta reflexión con la respuesta del General romano Camilo, cuando iba al rescate de Roma: Non auro, sed ferro, recuperanda est patria (No es con oro, sino con hierro, con lo que será recuperada la patria). El que entendió, entendió.
Lenin Eduardo Guerra leninguerra@gmail.com, Twitter: guerra_lenin