Como he escrito muchas veces, se puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Una cosa es que vayamos a lo fundamental: lo urgente y lo importante, durante el tiempo de la Transición, y otra es que en tanto que priorizamos esto, podemos ir planificando, buscando los recursos, armando las licitaciones, etc., para realizar las obras públicas que hay que acometer, una vez reconstruida la administración pública. En cuanto se refiere al Desarrollo Urbano y Vivienda, a la par que se reconstituye el ministerio, se rediseñan las alcaldías y se recupera la industria cementera y la del acero y el aluminio, se pueden ir modificando las leyes, creando la institucionalidad que maneje las ciudades, diseñando los planes, definiendo las estrategias para abordar la ciudad y su entorno urbano y rural, así como sus relaciones, etc.
La nueva gobernabilidad que nos demos los venezolanos a la salida de este nefasto régimen debe tener un rumbo claro y perseguir la inserción del país en las corrientes de la modernidad y tendencias mundiales de desarrollo, por lo que debe diseñar políticas públicas que en el mediano plazo, por décadas, nos planteen las premisas y propuestas que debamos acometer para que nos conduzcan a alcanzar la visión país que queremos. Ahora, el período de Transición que corresponde emprender caído el régimen, será extremadamente difícil y poco tendrá que ver con un país normal, estable en sus instituciones y con un definido modelo de desarrollo. Por tal razón, debemos estar claros en qué escenario nos encontramos y qué acciones o propuestas debemos realizar. Si nos equivocamos de tiempo y tomamos medidas que no corresponden al momento, el fracaso estará cantado.
Por otra parte, tampoco podemos darnos el lujo de confundir lo territorial con lo urbano, el entorno con la ciudad, la urbe con los espacios públicos; tampoco creer que invocar la ciudad es una panacea a todos los problemas, ni pensar que el desarrollo es sólo un atributo de las grandes ciudades. En esta serie de artículos he pretendido exponer mis críticas a Plan País Infraestructura, de una manera constructiva, sin ningún ánimo descalificatorio y reconociendo la valía de los profesionales que integraron estos grupos de trabajo, pero señalando lo que creo son aspectos que se pueden mejorar.
Venezuela merece un mejor futuro y es un deber de todos contribuir a forjar una Nación con rumbo franco al desarrollo