Las diferencias y las similitudes no acaban aquí… Ambos líderes del PSOE, el auténtico y el falso, se hicieron acompañar por escuderos. Felipe enroló al culto y muy leal Alfonso Guerra, en tanto que Pedro apostó por un chisgarabís inculto y desleal: Pablo Iglesias. Alfonso, receptor de agravios destinados a Felipe, siempre le blindó con suma eficacia. Sin embargo, no puede decirse lo mismo del nuevo rico, el actual marqués de Galapagar, que en cuanto halla ocasión vende a su amo. Entre tener un escudero esculpido en acero, como tuvo Felipe, y un escudero traidor, como tiene Pedro, media mucha diferencia. Antes que pronto, el presidente Sánchez, de querer que las cosas le vayan medianamente bien, habrá de dejar tirado en la cuneta a su vicepresidente “vendeobreros”.
Desde que el cacique Sánchez y su capataz Iglesias – dos recién llegados a la prosperidad económica – instauraron el neopopulismo como única alternativa de poder, las impiedades del progreso, entre las que cabe destacar a Donald Trump, se les han amotinado, pues tal dúo no acepta que esté oxidada la filfa comunista y ese estribillo caduco sobre la supuesta opresión de los trabajadores, otro camelo de tahúres que ya nadie cree en el siglo XXI. ¿No serán ellos, amo y lacayo, los que explotan a las gentes necesitadas? De lo contrario, por qué desatienden a las CCAA sin pagarles el IVA que adeuda el Estado, ni atienden a los agricultores, ordenando cargar contra sus reivindicaciones, léase, sueldos de hambre. O por qué no equiparan a nuestras fuerzas del orden con salarios dignos, de los que sí gozan unos mossos rastreros que traicionan a España.
El Rey debe andar abatido si no en coma, viendo qué hace y deshace el presidente dejándose guiar por las maquiavélicas atrocidades que le sugiere su vicepresidente inepto. Este Gobierno sigue de carnaval.
Los mil contrastes en sus cargos e indecisiones, símbolo de los de su carácter, son los que el historiador no logrará compensar, ni definir. Las escenas de confusión y desorden que ambos activan les otorga el título de esclavos de sus contradicciones. Se hallan profundamente instruidos en las vaguedades y desestiman el saber de los eruditos. Predican su autoridad con fuerza, no acuden a las negociaciones más urgentes y desprecian cualquier pregunta que venga de la oposición. El llamado social comunismo, es así. Hablan de defender a la mujer y toleran el “chocho-power”, término denigrante donde los haya. El PSOE del 82 fue otra cosa bien distinta. Respetó a nuestro país.
Publicadl originalmente en Okdiario el 6 de marzo de 2020